El cineasta y escritor Maximiliano Barrientos reside en París, a 40 minutos de la Torre Eiffel. Hace unas semanas comenzó su propio emprendimiento: venta de chipa en la ciudad del amor. “La idea surgió un día de lluvia: tenía solamente 15 euros para comer todo el mes, pero además, debido a la pandemia, por tercera vez me cancelaron unos trabajos de una película, estaba muy depresivo”, contó durante una entrevista con PRIMERA EDICIÓN.
Decidido a multiplicar el poco dinero que le quedaba en los bolsillos, “pensé toda la noche en alguna idea. No tengo plata para regresar a la Argentina, así que recordé a Misiones y que en invierno en Posadas se vende más chipa, o al menos en mi barrio, así que pensé en ser chipero en París”.
“Tenía miedo al principio, si la gente va a comprar o si va a funcionar”, confesó, pero si bien el emprendimiento recién arranca, ya conquistó el corazón de muchos clientes que le encargan el producto: “La gente se sorprende mucho al ver chipa en París, sobre todo los paraguayos que residen aquí. Pero más les impacta que yo sea argentino. Al principio me llaman pidiendo una docena o docena y media, y al llegar a la casa para entregar el pedido me dicen ‘pensamos que eras paraguayo’. Y me consultan si en Argentina se come el chipá”.
Proyectos pendientes
Oriundo de Posadas, a comienzos de año Maximiliano viajó a Europa para concretar unos proyectos audiovisuales. Sin embargo, la pandemia paralizó aquellos trabajos.
El COVID-19 lo encontró en Gran Bretaña, donde poco después de arribar al país, cerraron las fronteras. “Fue repentino, estaba realizando un cortometraje sobre la vida de Juan Manuel de Rosas para venderlo en Argentina”, recordó.
En medio de la desesperación pidió ayuda en la Embajada Argentina y “me dijeron que tenía que regresar al país con un vuelo que ellos podrían proveer, pero que debía esperar porque había prioridades para embarazadas, niños y ancianos”.
Además de esperar “tenía que pagar unas 800 libras esterlinas aproximadamente. Es mucho dinero”.
Mientras los días transcurrían con las fronteras cerradas y cada vez con menos dinero, el posadeño se vio obligado a vender su equipo de rodaje para pagar el alquiler, el depósito y la comida. “Fue lamentable, mi cámara la vendí por 800 libras y me quedaron 50 con las que sobreviví tres semanas y media”.
A fines de julio se encontraba en situación de calle: “No pude pagar más el cuarto donde vivía y me fui”.
Para sobrevivir, además, “vendo libros por Facebook y Amazon, hago audiolibros gratis para promocionar mi libro. También escribo guiones, hago cortometrajes y los cuelgo en Facebook y recibo algunas donaciones por el trabajo. En Inglaterra comía de la basura o de lo que la gente me daba al pasar”, recordó.
Finalmente, a mediados de agosto, logró cruzar a Francia, donde permanece alojado en casa de unos amigos. Mientras, avanza con sus trabajos audiovisuales.
Chipero en la Torre Eiffel
Con los proyectos cancelados y apenas 15 euros en los bolsillos, Maxi pensó en vender chipas. “A la mañana siguiente compré todo: almidón, queso, huevos, leche, manteca y empecé a cocinar. Para casi el mediodía ya tenía la chipa. Primero ofrecí en Facebook, en algunos grupos, pero también fui a la Torre Eiffel y allí me jugué”.
“Caminé entre vendedores ambulantes y puestos improvisados. En la primera hora no vendí nada, la chipa ya estaba fría”. Hasta que una familia paraguaya pasó y “me compró la docena y media que tenía”, relató con alegría.
Según el joven, repartir es el problema: “En ocasiones tengo que viajar más de una hora en tren para entregar media docena o con suerte una docena. Voy a todas partes y siento mucho orgullo de vender chipa, porque es un alimento tan nuestro. Tengo varios clientes, casi todos paraguayos y algunos franceses que vivieron en Buenos Aires”.
De acuerdo a Maximiliano “los productos son caros en verdad, la media docena de chipa rosca cuesta 5 euros y alcanza para comprar más productos. Si llego a vender cinco docenas, es una buena venta, ya que puedo pagar algunos gastos”.
Una gran preocupación
Durante la entrevista, el posadeño relató que el jueves 5 de noviembre “se vence mi visa de turista en Schengen (el espacio de libre tránsito dentro de la Unión Europea), así que estoy buscando reunir suficiente y pagar un abogado para poder extender mi estadía, ya que si vamos a lo que corresponde, que sería pagar un vuelo a Argentina, vendiendo chipa no lo creo”.
Chipero de día, cineasta por la noche
Además de vender chipa, Maximiliano redacta un guión basado en su libro “Aykan, las leyendas sin fin” para una serie en Netflix. “También realizo un rodaje para crear una serie sobre personajes de la historia argentina que vivieron y murieron en el extranjero. Escribo una novela en lengua guaraní que habla sobre la vida de San Martín en el exilio en Francia, del cual también hago una serie cinematográfica. Y una película sobre la guerra de Malvinas”.
Hasta la fecha, lleva 65 libros escritos. Además “dirigí dos película de mi autoría, cuatro documentales particulares en México, trabajé en México como guionista bajo la dirección de Alfonso Cuarón (laureado director, guionista, productor de cine y fotógrafo mexicano). También escribí guiones para televisión y para Netflix”, enumeró.
Y sentenció: “Así es mi vida, actualmente vivo el sueño de cineasta en las noches luego de entregar mis pedidos de chipa. Esta semana espero una entrevista con el señor Miguel Ángel Estrella para hablar de un proyecto cinematográfico”, se ilusionó.