La pandemia nos afecta a todos de diferentes maneras, con diferentes efectos y en diferentes intensidades, si algo ha quedado claro es la diferencia de recursos, tanto materiales como psíquicos con los que cada uno cuenta para afrontar esta situación tan atípica y dolorosa.
Pero lo que fundamentalmente la pandemia ha puesto de manifiesto es la importancia de los vínculos, del estar con otros, del complejo entramado de relaciones que nos sostiene.
Más allá de las pérdidas que hayamos sufrido este momento también nos trae la oportunidad de la pausa para mirar de manera diferente, observar y aceptar.
Pongamos como ejemplo el caso de un vecino, un familiar o un jefe difícil. ¿Cómo nos manejamos ante esta situación?, ¿Qué hacemos cuando esto nos pasa?
Partiendo de la base que cada uno hace lo que puede, lo cierto es que a veces reaccionamos juzgando o criticando. En otras oportunidades nos acostumbraremos a vivir con la ansiedad y angustia de pensar que nunca vamos a tener una buena relación. Otras veces negaremos este tipo situaciones haciendo de cuenta que nada sucede, engañándonos a nosotros mismos.
¿Cómo creen que resultarían esas estrategias? Quizás en el corto plazo alguna de ellas podrían funcionar, pero si buscamos algo sustentable que nos permita vivir en paz ninguna de ellas es adecuada.
En este contexto Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo (VICA), el desafío es encontrar herramientas para que las personas podamos comprendernos, entendernos y dialogar para solucionar lo que nos preocupa. Siempre tenemos la posibilidad de “aceptar” que existe una relación difícil y buscar la manera de gestionarla.
La aceptación -que no es resignación- nos permite comprometernos con la vida tal como se plantea en lugar de quedarnos en la queja, lamentándonos con lo que no resultó como queríamos.
En lugar de ponernos a luchar contra la corriente para satisfacer nuestras expectativas de “como debería ser” llenándonos de estrés y ansiedad, cuando aceptamos las cosas como son, el camino se torna más cómodo y eso nos da el espacio para mirar con más tranquilidad a fin de comprender y accionar.
Esto que parece una obviedad, una verdad de Perogrullo, no lo es tanto. La mayoría de las veces, ante un conflicto de relación, las personas buscan demostrar su enojo en lugar de aceptar la situación y gestionarla con herramientas adecuadas.
Aceptar, nos permite la calma para mirar desde el corazón y como dice el Dalai Lama “cuando aceptamos el presente, estamos en disposición de perdonar y liberar el deseo de un pasado diferente”.
Aceptar para observar y accionar creando la realidad que queremos es dar el primer paso hacia la verdadera paz interior.