El fútbol se construye en base a idas y vueltas. El camino a Primera no es sencillo para nadie y mucho menos para un arquero. El puesto es difícil de ganar y, para colmo, cualquier error se puede pagar con la titularidad. Por eso, llegar a defender los tres palos de un club puede significar el doble de espera, el doble de esfuerzo y, en síntesis, el doble de sacrificio.
Bien en claro lo tiene Lucas Calvo (18). El arquero posadeño golpeó varias puertas y recorrió varios clubes en la provincia y en el país. Se probó en Boca, anduvo por Banfield y entrenó en Huracán. Sin embargo, no fue en Argentina donde encontró su lugar, si no del otro lado del Atlántico. Lucas se afianzó como titular en las juveniles del Valadares Gaia, en la Tercera juvenil de Portugal, y luego de todo un semestre en tierra lusa, recibió varias ofertas para cuando el coronavirus le permita volver a Europa.
“El balance de estos últimos meses allá es positivo, en Portugal conseguí la continuidad que no tenía acá”, lanzó Lucas, quien le contó a EL DEPORTIVO cómo es la vida en el Viejo Continente y cómo se vive el fútbol en Portugal, donde planea seguir su carrera, en busca del ascenso de categoría.
Lucas, ¿de qué barrio sos?
Si bien mi familia es de Aristóbulo del Valle, yo nací en Posadas y siempre viví acá. Soy de la chacra 106, ahí por Aguado y Centenario. Y ahí empecé a jugar al fútbol. Yo siempre hice karate, llegué hasta el cinturón marrón, pero cuando tenía 11 años empecé a jugar en la cancha del barrio. Ahí me dieron ganas de entrenar, sobre todo porque muchos de mis amigos jugaban en clubes. Y así arranqué en Guaraní.
¿Siempre en el arco?
No, no… (se ríe). Empecé jugando de central, copiándole a mi papá. Después fui de nueve. Hasta que un día el profe Darío Alejandro Ortiz me preguntó si quería ir al arco, porque me vio con buen físico. La verdad es que era bastante maletón de nueve (se ríe). Ahí empecé en el arco y no lo cambié más por nada.
Los chicos siempre quieren hacer goles… Y siempre es difícil que elijan el arco…
Yo me enamoré del arco. Es cierto que al principio era complicado, porque de chico no es que mirás y decís ‘quiero ser arquero’. Siempre ves los delanteros y querés hacer goles. Pero le encontré el gusto, en parte gracias al profe Maxi Michelón, que hoy cuando vuelvo a Posadas me sigue entrenando.
¿Cómo fue tu carrera?
Cuando tenía 14 años me fui a Mitre por invitación de un amigo. Habré entrenado tres semanas y ya con 15 años me subieron a Primera, que estaba como DT José María Bernal. Mitre fue un club que siempre me ayudó mucho, que me abrió las puertas y me dio una mano. Es el club con el que más me identifico en Misiones. Y para 2016 me llamaron de Crucero, para jugar los juveniles de AFA. En Mitre me querían mucho y me dejaron ir con la condición de que sea titular. Y así fue.
Jugar las juveniles de AFA es todo un salto…
Sí, fue algo muy lindo. La primera fecha ya estaba jugando contra Lanús. Fue un partido lindo para ellos y feo para nosotros, porque perdimos 8-0. Lo sufrimos mucho, pero hoy me puedo reír de eso. Y ahí jugué contra Estudiantes, Talleres, Chacarita, Colón, Douglas Haig, Aldosivi… Estuve dos años en Crucero y llegué a entrenar con el plantel del Federal A. Y cuando me iban a convocar para ser uno de los cuatro arqueros del plantel principal, me salió un prueba en Boca Juniors.
Y ahí, a Buenos Aires…
Sí. Estuve una semana en Casa Amarilla y no quedé, pero un representante me contactó y fui a Racing. Después a probar en Banfield. Y ahí Hernán Erario, un profe de arqueros muy conocido, me dijo que me veía futuro. Estuve todo el 2018 en Banfield, jugué en Sexta, pero luego quedé libre. Ahí me probé en San Lorenzo, otra vez en Racing, que jugué un amistoso contra Peñarol de Montevideo, y finalmente a Huracán, donde quedé pero no tenía continuidad.
¿Y cómo surge lo de Portugal?
En agosto de 2019 el profe Erario junto a Seba Fernández, mi representante, me propusieron la posibilidad de ir a Portugal. La idea era ir sin un contrato, para mostrarme, pero allá ya estaba todo hablado con el Valadares Gaia, de la Tercera División. Fue algo único. Una locura. Allá es otro mundo.
¿Qué es lo primero que te sorprendió?
Es otro mundo. Mirá, comparado con Buenos Aires, hay otra seguridad. Cuando entrenaba en Banfield, por ejemplo, no podía ir con el teléfono en la mano. Era entrar al club y recién avisar que había llegado. Y allá es otra cosa, mucho más tranquilo. Además, llegué al club y me encontré con varios Sudamericanos. Otra cosa es que allá se le da muchísima manija a los juveniles. Yo fui a jugar en la Sub-19, que está en la División Nacional, que vendría a ser la Segunda. Allá las juveniles también tienen ascensos y descensos que son independientes de lo que pase con el equipo profesional. O sea, un equipo puede estar en la B pero su Sub-19 puede jugar en su categoría, pero en la A.
¿Y cómo fue esa experiencia?
Tuve la suerte de arrancar de titular. E hicimos una campaña muy buena con el equipo. Jugamos contra clubes importantes como el Leixoes, Río Ave o Boavista. E hicimos historia, porque por ejemplo al Río Ave el club nunca le había podido ganar en Sub-19. O al Leixoes, que se le había ganado una sola vez en la historia. Y ganamos esos dos partidos. La verdad que fue una campaña muy positiva. El equipo llegó a jugar tan bien que el Porto llegó a pedir un amistoso contra nosotros. Y fue la primera vez que ese club pidió para jugar con un equipo de Tercera. Con el Valadares le ganamos a equipos de Primera y Segunda. Quedamos ahí nomás de ascender, pero no pudimos por el tema del coronavirus, que obligó a suspender todo.
¿Cómo es el fútbol en Portugal?
Es mucho más tranquilo allá que acá. Es menos físico y mucho más táctico. Por ejemplo, durante la pretemporada no tocamos pesas y todos son trabajos con pelota, todos ejercicios de ruta de pases y esas cosas. Al no haber tanta presión, los entrenamientos son más tranquilos. Y yo, como arquero, tengo más libertad a la hora de jugar con los pies, porque no te presionan tanto.
¿Costó aprender portugués?
(Se ríe) Creo que fue una ventaja ser misionero y vivir cerca de la frontera con Brasil. Uno siempre se amaña y algunas palabras sabe. Igualmente terminé aprendiéndolo allá con un compañero brasilero. Él nos enseñaba portugués y nosotros le enseñábamos español. De todas maneras, la gente allá es muy amable, te ayuda mucho y te enseña.
Sobre el futuro, ¿está todo listo para volver?
Sí, la idea es volver a Portugal. Ya tenía casi todo hablado con el Leixoes, de Segunda, pero al no saber cómo y cuándo voy a volver allá, eso complicó un poco todo. Me tocó jugar contra ellos y por suerte atajé un penal en su cancha, entonces se interesaron por mí. En ese club pasa lo que te contaba antes: el plantel profesional es de Segunda, pero el Sub-23 está en la Primera de la categoría, osea que juegan contra el Sporting Lisboa o el Benfica. Cuando todo vuelva a la normalidad, esa sería un poco la idea.
¿Qué balance hacés de tu primera experiencia en Europa?
El balance es positivo, porque en Portugal conseguí la continuidad que no tenía acá, que no me estaban dando. Venía de Huracán, de no jugar ningún partido, a jugar allá de titular todo el campeonato. En lo futbolístico me fue muy bien y en lo anímico, me hizo bien.
¿Esperabas todo esto?
Nunca me lo imaginaba y mucho menos cómo se dio. Fue algo muy lindo, inesperado, sobre todo por lo que venía atravesando. Todo esto es una enseñanza y un mensaje, el de saber que, más allá de que no te esté yendo bien, siempre hay algo positivo y un futuro mejor. Las cosas cambian.
¿Cuál es tu sueño a corto plazo?
Quiero volver a Portugal y jugar en un club de Primera o Segunda. Y a largo plazo, por qué no, me gustaría jugar en la Selección Argentina… o en la de Portugal (se ríe). O en la de Brasil, que tengo descendencia por el lado de mi viejo (vuelve a reírse). Por lo pronto, en las próximas semanas debería volver allá, pero todo dependerá de la pandemia y los vuelos.
El fútbol te mostró las dos caras de la vida…
Sí, tal cual. Al fútbol podría definirlo como algo muy raro. En algunos momentos te decís a vos mismo ‘¿qué estoy haciendo acá?’, porque todo te sale mal. Pero después entrás en una buena racha, todo te empieza a salir bien, se te abren las puertas y terminás contento. El fútbol es algo difícil de dominar y de entender. Por eso es difícil explicarlo solamente con palabras.
Un partido amistoso inolvidable en Madrid
Con el Valadares, Lucas tuvo la oportunidad de mostrarse en España, en el marco de una gira que el club realizó por ese país. Fue una experiencia única.
“Pese a que estaba en la Sub-19, me convocaron a una gira con la Sub-23, donde jugamos dos amistosos en Madrid, ante el Rayo Vallecano y el Leganés. Ganamos los dos por 3-2”, recordó el arquero misionero, quien no dejó pasar una anécdota muy particular en el duelo ante el team de Vallecas.
“Apenas arrancó el partido, a los 5 minutos, penal para el Rayo, voy y lo atajo. Y 5 minutos después, en una pelota sin peligro, voy y hago penal. Y ese no lo pude atajar. Pero bueno, por lo menos puedo contar que le atajé un penal al Rayo Vallecano, no es cosa de todos los días”, rememora Lucas, con humor.