¿Hay empoderamiento desde lo hegemónico? ¿Crean sentido desde sus publicaciones? ¿Qué vemos a través de la pantalla del celular?
Por Rocío Gömez
De un tiempo a esta parte, Instagram comenzó a reunir todas las características para volverse la red social por excelencia: la posibilidad de mostrar y subir fotos (que otorga Facebook) y la de expresar una opinión (que permite Twitter) combinados. Todo en uno. Y aparecieron “instagramers” e “influencers” que se manejan casi exclusivamente con esta red social, suman seguidores y, de repente, son famosos como muchos de los que vemos en televisión, a veces con más ¿fans?
Por citar un ejemplo: Oriana Sabatini, hija de Catherine Fulop y Osvaldo Sabatini, tiene 5,1 millones de seguidores en Instagram mientras que Susana Giménez, la gran diva de la televisión, llega a 2,3 millones.
Los hay para todos los gustos y referentes de las temáticas que imaginen: desde cómo tener tu propia huerta a cómo manejarte en redes sociales, o quienes te enseñan como meditar o a hacerte masajes faciales. Hay los que viajan, los que enseñan sobre moda, los que cocinan y más.
Pero dentro de este grupo, hay uno que me llama particularmente la atención desde hace un tiempo: las modelos con cuerpos esculpidos e impolutos que dan consejos de amor propio desde su hegemonía. A ver si se entiende… influencers que con figuras esculturales le dicen a “Marta” (nombre que han adoptado para dirigirse al común de las mujeres, el nuevo “doña Rosa”) que tiene que amarse como es, ilustrando la frase con una imagen de sus cuerpos semidesnudos y trabajados. Un cuerpo hegemónico, que responde a los cánones de belleza instalados, hablándole al resto, las mujeres de cuerpos “normales”, disfrazando su perfección y desnudez de empoderamiento femenino. Qué fácil es el empoderamiento que responde a lo que el sistema considera “perfecto”. Y qué peligroso.
Dentro de ese mismo universo, @mujeresquenofuerontapa es una cuenta de Instagram que propuso un análisis interesante acerca de este contenido dirigido casi exclusivamente a mujeres. Influencers que exhiben sus cuerpos hegemónicos, sus consumos, sus dietas y rutinas fit, sumados a consejos de belleza y para adelgazar. Por un lado te dicen que te ames como sos y por otro te enseñan todo lo que hay que hacer para ser la mujer que encaje con lo que el sistema quiere.
Para hacerlo se muestran “en sintonía con el sufrimiento de millones que no encajan en ese modelo que estas personas promueven y refuerzan todos los días con sus publicaciones”, asegura @mujeresquenofuerontapa. “La estrategia es afirmar cosas del estilo ‘yo también soy imperfecta’, mientras muestran cuerpos esculpidos a fuerza de tratamientos estéticos, horas de gimnasio, dietas y cirugías”.
¿Qué tiene de peligroso ese mensaje? Y… casi todo. “¿Desde qué lugar alguien que todo el tiempo exhibe su cuerpo hegemónico nos dice que nos aceptemos como somos y que ella también es ‘imperfecta’?”, se pregunta @mujeresquenofuerontapa. ¿Qué es ser imperfecta? ¿Tener rollos? ¿Celulitis? ¿Estrías? “Esto es llevarse puestos todos los cuerpos no hegemónicos. Es decirle a las personas que tenemos esos cuerpos que ‘sos gorda’, ‘sos fea’, ‘estás mal’”. Es ese el mensaje implícito.
Las mujeres crecemos en un mundo que nos exige ser flacas, tener el pelo espléndido, estar depiladas, con las uñas bien pintadas y siempre maquilladas. Es lo que desde chiquitas vamos aprendiendo. Muchas de estas influencers responden sin saber a esa demanda del sistema (¿machista y patriarcal?) que exige un tipo de mujer y desde sus publicaciones lo refuerzan.
Ahí es donde esta camada de influencer da un mensaje que puede ser peligroso: representan todo lo que el sistema demanda y desde su hegemonía avanzan con el discurso del empoderamiento. En alguna ocasión escuché decir a la periodista Julia Mengolini, en términos simples, que “empoderarse es ir a tomar una birra con tus amigas y que no te importe que te crezca la panza”, no matarte en un gimnasio para responder a lo que el sistema considera “atractivo”.
Quizá muchas de las que están leyendo no estén de acuerdo y está bien. La reflexión debería ser, en realidad, qué hacemos porque queremos y qué hacemos porque el sistema nos lo exige, de una manera sutil, de formas que ni siquiera nos damos cuenta. Empoderarse no es responder a las demandas del sistema, es correrse de ahí y bancarse la que venga.
La desnudez permitida
El posar desnuda es otra cuestión a analizar. No hay nada nuevo en que mujeres con cuerpos hegemónicos y “perfectos” suban fotos con poca ropa, lo hace Playboy desde hace rato. ¿Por qué? Es lo que el sistema espera y desea: cuerpos de mujeres a merced de los hombres, como objeto de consumo.
Porque no todos los cuerpos desnudos son lo mismo: son ferozmente criticadas las mujeres que osan sacarse las remeras y mostrar sus pechos desnudos como forma de protesta en alguna marcha. ¿Por qué? ¿Cuándo está bien mostrarlas? ¿Sólo cuando es para consumo del hombre?
“Nuestros torsos descubiertos en una marcha, nuestros cuerpos desnudos sin gestualidad sexual, son censurados y sometidos a la más violenta crítica. Los cuerpos de las mujeres sólo pueden mostrarse en la lógica del porno. Cosificados”, dice @mujeresquenofuerontapa.
Los pechos desnudos en tapas de revistas, en publicaciones de Instagram, en videos misóginos de cantantes populares son ampliamente aceptados. Pero cuando la mujer se apodera de sus pechos y los utiliza como una herramienta de protesta es duramente sancionado y no sólo por hombres. O ni siquiera vayamos a los extremos de marchas de protesta, en publicaciones sobre cáncer de mama se censuran los pezones y se tapan los pechos o se han generado debates acerca del derecho de la mujer a ¡amamantar! en espacios públicos. ¿Por qué? Porque los pechos no están ahí sexualizados y para ser vistos.
“No es la desnudez lo que molesta. Es que haya un solo tipo de cuerpos que puedan mostrarse desnudos. Molesta que la sexualización de los cuerpos de las mujeres contribuye a un modelo que sólo nos valora por exhibirnos desnudas”, plantea @mujeresquenofuerontapa y el análisis agrega “¿Cuáles son los cuerpos que pueden mostrarse? Esos, los de las mujeres blancas, delgadas, estilizadas, jóvenes, sexualizadas. No hay lugar para otros cuerpos desnudos fuera de la sexualización y la hegemonía”.
De más está decir que cada mujer es libre de mostrarse como más le guste, pero es bueno entender que mientras los únicos cuerpos que se exhiban sin ser censurados sean los hegemónicos, estas influencers no dejan de ser herramientas funcionales para adoctrinarnos, al resto de nosotras, acerca de lo que es lindo, lo que es sexy, lo que es aceptable. Generan sentido. “Si la libertad de esa exhibición no es para todas, si es una libertad individual, está lejos del camino de emancipación que propone el feminismo. Y ese es el marco en el que nos paramos para ejercer la crítica de esas prácticas”, propone @mujeresquenofuerontapa y adhiero.
Para terminar me gustaría pensar en cómo se crea el sentido. ¿Cómo se crea la idea de cuáles son las características que una persona tiene que tener para ser considerada “atractiva”? ¿Cómo se crean los cánones que establecen el ideal de belleza en estos tiempos y a lo largo de la historia?
La respuesta es compleja, pero empecemos por analizar lo que vemos: cuando miramos una película, salvo excepciones, los protagonistas son casi siempre una pareja heterosexual, atractiva y delgada. Las publicidades de familia -familia entendida como mamá, papá, hijo e hija, más perro y gato- establecen qué es lo que se considera una familia “normal”. O las publicaciones de revistas de famosos flacos y lindos, posando en paraísos naturales. En torno a estas publicaciones se crea sentido: qué es lo deseable, qué es lo lindo, qué es tener éxito, qué es lo normal y lo hegemónico.
Con la llegada de las redes sociales, y las nuevas palabras que aparecen en nuestro vocabulario como “youtuber”, “instagramer” o “influencer”, apareció otro mundo de creadores de sentido que llevaron la exposición a otro nivel. En redes no es necesario ser mediático para exponer la vida privada ni tampoco vender un producto para la promoción: publicaciones + seguidores hacen toda la ecuación. A más seguidores, nuevos formadores de opinión y nuevos creadores de sentido.