La semana económica volvió a dejar mucho para el análisis y los tiempos que se aproximan hablan de fuertes frentes de crisis. El economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard) se refirió a estos temas en “Aire de Sábado”, por la FM 89.3 Santa María de las Misiones.
¿Qué se espera para el próximo trimestre?
Está casi delineado y será el avance del cierre del año. El nivel de los números como la recaudación y el gasto mejoran pero no están ni cerca de la normalidad.
El tercer trimestre estará entre el 13 y el 14% de caída del PBI, una enormidad aunque inferior a la caída del segundo trimestre que fue del 16%. Esto confirma lo que venimos proyectando para el 2020, una retracción de entre 13 y 14%.
La recaudación creció 21% en términos nominales, pero esto significa que cayeron 18% en términos reales. Es mejor que el mes anterior, pero sigue siendo insuficiente. Esto nos marca la caída de la actividad económica.
En julio la capacidad de ocupación quedó muy lejos del 85% que necesita un país normal, esto fue producto de la cuarentena y de la falta de capital de trabajo de las empresas para poder reactivarse en tiempo y forma.
¿Y sobre la inflación?
Va relacionado con el déficit. El déficit primario de la economía en junio mejoró mucho respecto del mes anterior, pero es 0,6 negativo respecto del Producto Bruto, siendo el mes anterior 1% del Producto.
Esto quiere decir que el déficit de junio fue de 170 mil millones de pesos. Este número confirma que el déficit del gasto proyectado para 2020 estará en el orden de los 6,5% del Producto Bruto. El déficit y la emisión monetaria para cubrirlo es la clave para proyectar la inflación futura.
Hoy la gente atesora los pesos sobrantes o adelanta consumo. Pero hoy la gente percibe que no tiene nada para consumir, no hay gran oferta de productos y el dólar se percibe algo caro.
Así llegamos a que hay dos billones de pesos depositados en plazos fijos. Este número se tornó demasiado grande y podría seguir creciendo, no sea cuestión de que esto también pase a ser algo interesante para el Gobierno en un futuro cercano.
Tengamos en cuenta este número, volveremos a hablar de él cuando salga y vaya a consumo o se resuelva algo sobre ese dinero a nivel gubernamental.
El déficit del que hablamos, relacionado con la inflación y con este monto de dinero que circula en el M1 no tiene otro destino más que inflación producto de mayor demanda de bienes, recalentar el mercado de los dólares, o bien un bono del Central que capta esos pesos del mercado y paga una tasa de interés. Nada de eso es suficiente como elemento de absorción para evitar un desmadre de la inflación futura.
¿Cuál es el estado real de las reservas disponibles?
Son otro punto a tener en cuenta y quizás el más importante en el corto plazo. El Central se quedó sin las reservas. Hoy las reservas líquidas están entre 2.500 y 3.200 millones de dólares, eso es lo disponible y es nada para el tamaño de Argentina.
¿Cómo obtiene el Central los dólares y cómo los pierde?
Por un lado ingresan a través de la exportaciones que se deben liquidar en el mercado de cambios. Otro sería el capital, gente que quiera invertir en Argentina, aunque no veo a ninguno hoy.
Otra vía es el financiamiento, salir a pedir préstamos, emitir bonos para conseguir dólares cuyo acceso hoy es imposible dadas las circunstancias.
La salida de dólares del Central se da por otras vías. Una es la tenencia, la gente, las cuatro millones de personas que hoy salen desaforadamente a comprar 200 dólares todos los meses.
Eso hoy le significan al BCRA 800 millones de dólares mensuales, una cifra pequeña para un país normal, pero enorme para las reservas locales. Y por otra parte la salida por importaciones.
Bajo ese contexto… ¿se pueden esperar más restricciones?
Nos parecían una locura las restricciones de Cristina Kirchner, eran lo peor. Pero con Mauricio Macri fueron todavía más excesivas. Y hoy son de 200 dólares y siguen apareciendo millones de personas para comprar. En el futuro podría ser que los 200 parezcan una enormidad.
Los caminos a seguir son continuar apretando ese costado, o apretar aún más el mercado de cambio para las importaciones porque no podemos solventar esa salida. Obligatoriamente tendrá que existir un control más rígido en ese sentido. Hoy el Central evalúa qué hacer.
El futuro es arreglate con lo que tenés, el problema es que Argentina se encuentra sin reservas, sin capital y sin financiamiento. Por estas cosas es que machacamos tanto tiempo con arreglar la deuda teniendo en cuenta más la velocidad que el número final. Pero el Gobierno eligió hacerlo lento y más oneroso. La experiencia es un peine que te dan cuando estás pelado y el amigo (Martín) Guzmán, además de ser pelado no tenía esa experiencia.
Tiempo atrás advertiste que el combo agosto-septiembre sería preocupante… ¿Podrías explicarlo nuevamente teniendo en cuenta que estamos en ese tiempo?
El combo de agosto-septiembre viene con vencimientos de tarjetas de crédito que viene trasladándose desde abril.
También a fin de mes se descongelan los créditos hipotecarios del sistema de ajuste UVA, ese ajuste es tremendo, exponencial y el stock de capital adeudado, en algunos casos, multiplica por cuatro lo que debía. El Gobierno está evaluando qué hacer con esos dos problemas. La resultante de esto es quién paga la diferencia porque los bancos no perderán.
No puede ser perdedor el consumidor que no toma ninguna medida, sino que quedó en el medio de una situación entre política y económica. Él no decidió que le refinanciaran las tarjetas del crédito. El rol del Estado es limitar la voracidad del banco. El Congreso está evaluando condonar esos intereses y como todo en Argentina estará meses dando vueltas.
Respecto de los créditos UVA es mucho peor porque hablamos de vivienda. Tiene un impacto social y por ende también se está pensando llevar el tema al Congreso.
Cabe la pregunta… ¿el Congreso será eficiente esta vez?
El Congreso no tiene la razonabilidad que se espera de él ni funciona con la velocidad que se requiere. Cada decisión que toma impacta en la economía de manera diferente, sus problemas no parecen ser los de la gente. Es por eso que deberíamos replantearnos nuestro Congreso, pensarlo antes de votar, de otra manera seguiremos teniendo los problemas que hoy tenemos. Es un problema que Argentina no resolvió nunca. Uno vota a cualquiera pensando que no hace nada, pero ese cualquiera toma decisiones en la economía diaria de cada uno de nosotros.