En distintos barrios donde existen los santuarios de San La Muerte, esta vez no hubo las tradicionales concentraciones a raíz de la pandemia de COVID-19, pero sí hubo tiempo y espacio para los que pasaron a elevarle una plegaria y dejarle una ofrenda, como cada 13 de agosto.
La Chacra 239, el barrio Luis Piedrabuena y Santa Inés, fueron algunos de los lugares en los cuales la actividad se desarrolló de manera diferente esta vez porque hace años el ritual impone juntarse, en algunos casos desde la medianoche del 12 de agosto y aguardar la llegada del nuevo día para comenzar celebrando con música y comidas típicas de la zona.
San La Muerte es un “santo” popular no reconocido por la Iglesia Católica, venerado principalmente en el noreste de nuestro país, en provincias como Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa, como así también en Paraguay y sur de Brasil, muy similar al “Gauchito Gil”, porque es “el compañero de los pobres y de quienes necesitan su protección”, afirman.
Sobre la calle Andresito, a metros de la avenida 115, María Ester Paniagua, más conocida como “Negrita”, junto a su esposo Ramón Barreto, ayer cumplieron con el ritual de todos los 13 de agosto y abrieron las puertas del santuario.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN explicaron que “sabemos que estamos en tiempo de pandemia pero no podemos impedir que los devotos no puedan saludarlo a San La Muerte. Tomamos la precaución y habilitamos el ingreso para la gente, que se hace de a uno, y hasta el momento no tuvimos ningún problema”.
“Negrita” aclaró que “en otra situación acá hoy estaríamos de fiesta, con muchas personas reunidas, porque tradicionalmente en este día hacemos locro, asado a la estaca, choripanes que compartimos con la gente y también suelen amenizar el encuentro los grupos chamameceros y folclóricos”.
La imagen que sirve a muchos de amuleto suele tallarse en una sola pieza de madera dura y según muchos creyentes, “suelen hacerse con huesos humanos, incluso son colocadas por debajo de la piel”. Representa a un esqueleto humano que lleva en una de sus manos una guadaña.
Recordó “Negrita” que “hace más de treinta años que junto a mi marido le dimos la vida al Santo, que significa que sólo le servimos a él. Al igual que mi familia. Acá vienen promeseros, seguidores, devotos, cada cual tiene su forma de venir y agradecer. Hay quienes vienen de lejos a cumplir con él. Siempre estuvimos acá y poco a poco fuimos levantando este sitio en agradecimiento”.
A su turno, Ramón contó que con el paso de los años observó que “la gente se está acercando en mayor número, cada vez son más lo que se aferran a él porque escuchan las maravillas que hace. Vienen y preguntan, incluso a través de nuestra página de Facebook la gente nos contacta para conocer más en detalles, hasta desde Córdoba preguntándonos como deben tratarlo al santo para hacer las cosas bien”.
También invitaron a que “la gente se acerque para saber más de San La Muerte, porque muchos están mal asesorados o tienen una visión equivocada, para saber qué vela prenderle, no conocen bien su historia entonces las orientaremos con toda humildad”.