Mientras a los colectivos urbanos se les permite circular abarrotados de pasajeros, haciendo inviable en la práctica el distanciamiento social recomendado para combatir el COVID-19, empresarios de varios rubros mucho más seguros sanitariamente siguen a la espera de la habilitación para funcionar, lo que los deja en una crítica situación financiera después de más de cuatro meses de parate por la pandemia.
Dentro de ellos, un caso muy peculiar es el del bowling y resto-bar de la avenida Mitre de Posadas, que durante tres fines de semana pudo funcionar “normalmente y con estrictas medidas de seguridad” hasta que el último sábado recibieron la notificación de que no podían habilitar el juego, lo que los sumió de nuevo en el pozo de la inactividad.
Según resumió su propietario, Hugo Ricardo Rojas, “el problema es que estuvimos más de 90 días cerrados, cuando nos dan la habilitación para trabajar los horarios (de 8.30 a 18.30) no nos favorecen porque un resto-bar trabaja más a la tarde-noche. Igual arrancamos, hicimos un esfuerzo y cuando logramos que nos den una pequeña extensión del horario hasta las 23 los fines de semana, me suspenden la actividad principal, que es el bowling y el pool, debido a que es una actividad recreativa bajo techo y todavía se habilitó solamente la actividad recreativa al aire libre”.
En ese contexto, el empresario ya consumió todos sus ahorros para afrontar los gastos fijos que generó su emprendimiento cerrado durante los últimos meses y ahora ya incluso se le complicó el pago del alquiler del espacioso local.
Lo llamativo es que, según él, “hace más de 20 días que estamos trabajando y hasta este fin de semana funcionamos perfectamente, sin ningún tipo de problema, porque tomamos todas las medidas de seguridad: en el salón de pool dejamos sólo cuatro de las siete mesas que tenía y de las seis pistas de bowling, que tienen capacidad para 60 personas, bajamos a 5 personas por pista y habilitamos solamente 3, una de por medio, o sea que como máximo pueden estar 15 jugando al mismo tiempo y cada grupo que sube ni siquiera comparte la bocha con el resto.
Además, las pistas son 100% automatizadas: no tenés que marcar los puntos ni levantar palos, ni ir a buscar bochas, ya hace todo la máquina y vos sólo te sentás y esperás, y cuando te toca el turno, subís a tirar y te sentás”.
“Ese protocolo ya estaba presentado en su momento y no nos contestaron ni que sí, ni que no; entonces, cuando autorizaron nuestro restó-bar, entendimos que también se podía el bowling, y de hecho no hubo ningún problema hasta este fin de semana”, remarcó.
Para Rojas “es una contradicción, porque sí habilitan el fútbol 5, que son 10 personas que están jugando y están en continúa fricción; tiene mucho menos riesgo lo mío”. Ni que hablar del caso mencionado de los colectivos, donde en lugar de viajar una persona cada 2 metros de distancia, como exigen los demás protocolos, viajan dos personas por metro cuadrado”.
Ahora “volvimos a presentar el protocolo, a explicar todo otra vez y estamos esperando la respuesta. Hasta tanto, no vamos a volver a abrir: no me conviene porque la actividad principal del negocio es el juego, ya hemos probado que sólo como resto-bar no tiene sentido. El domingo (tras la “visita” de la inspección), de las diez reservas que tenía, me suspendieron ocho cuando les avisé de que no iba a haber juego”, graficó.