En Misiones, los funcionarios nos dicen que estamos en una etapa de “distanciamiento social” y que seguimos en “emergencia sanitaria y epidemiológica”. Por esta razón no podemos realizar muchas de las actividades que acostumbrábamos hacer antes de la pandemia de COVID-19. Ni de la misma manera.
En las que nos deja hacer el Gobierno, nos exigen ese “distanciamiento”. Por ejemplo, para caminar o correr hay que dejar 2 metros como mínimo entre personas. Para visitar a la familia no pueden ser más de cinco personas en una casa. Para viajar en un vehículo, no pueden ir más de tres personas si no son familia o cuatro si lo son. Para hacer la cola del cajero o para comprar en un comercio, hay que dejar 1,5 metros a dos de distancia.
A su vez, empresas y trabajadores autónomos de diferentes actividades debieron cerrar durante dos meses (algunos todavía hoy siguen sin poder volver a abrir sus emprendimientos), con un impacto económico durísimo y un endeudamiento récord de los que pudieron obtener créditos para pagar los compromisos mensuales.
En las últimas semanas, los que fueron autorizados a regresar tienen limitaciones de atención al público, según los metros cuadrados de los locales.
La gran mayoría no puede atender más de dos clientes a la vez. Para ir a comer a un restaurante, hay que estar al menos con un metro entre comensales y con una mesa vacía de separación entre clientes, lo que afecta los ingresos de los comercios.
Sin embargo, hay tratos diferenciales, privilegiados en la pandemia, con el fin de ayudar a unos pocos a recaudar y gastar lo menos posible. Hubo funcionarios que pusieron “el gancho” a decisiones que fijaron reglas increíbles para los tiempos que corren.
Esta semana nos sorprendimos con el permiso gubernamental para que las empresas puedan transportar pasajeros parados en las unidades urbanas e interurbanas del servicio público, con tal de no sacar más colectivos a las calles.
Hubo un crecimiento de la demanda en Posadas, Garupá y Candelaria, con un 95% de las actividades funcionando que esos mismos funcionarios autorizaron.
¡Pero la solución no es amontonar pasajeros! ¿Quién los asesora? Pudieron hacer un chequeo previo en las paradas o las estaciones de transferencia y los mismos usuarios les explicaban sin costo de honorarios.
Tampoco se dieron cuenta lo que viven miles de usuarios que llegan tarde a sus trabajos, a los turnos médicos o bancarios.
Pero volvamos a la oficialización de viajar parados. Es una cuestión grave y preocupante no cuidar la salud de los vecinos, que no tienen otra opción que utilizar el transporte público de pasajeros.
Quienes conocemos el rubro, no podemos creer que en un colectivo articulado se autorice a viajar hasta 100 personas, con un virus mortal rondando silenciosamente.
Pensemos que la superficie de un “gusano” del Sistema Integrado alcanza los 35 metros cuadrados aproximadamente. Que en ese espacio reducido pueda viajar un centenar de pasajeros, implica poner a casi 3 personas en un metro cuadrado.
Me pregunto qué pasará con trabajadores como los de casas particulares o servicios domésticos que ayudan a personas adultas mayores. Esta exposición en el transporte probablemente lleve a algunos a volver a suspender al personal, por el riesgo de contagio siendo parte del mayor grupo de riesgo ante el coronavirus.
¿Dónde quedó el cumplimiento del decreto de Emergencia Sanitaria que exige el distanciamiento social? Evidentemente las normas gubernamentales son para que las cumplan los más castigados de siempre.
A diferencia del resto de las actividades comerciales, las empresas del transporte público de pasajeros vienen siendo subsidiadas con millonarios fondos. De hecho este año, la Nación volvió a poner mucho dinero para el sector que, de por sí, ya obtiene jugosos recursos provinciales y municipales.
Sin embargo se firman medidas “protectoras” que ningún otro sector pudo conseguir para trabajar, en un país donde el empleo privado se viene desplomando y la presión impositiva no merma.
No hay antecedente similar en el país, especialmente ahora que estamos en el supuesto “pico” de contagios, donde se autoriza a hacer viajar paradas a las personas con la pandemia, con una Misiones que venía esquivando a la multiplicación de casos.
¿Hace falta que volvamos a hacer viajar a los misioneros “como ganado” en los colectivos, con el riesgo sanitario vigente? ¡Absolutamente no!
Señores funcionarios exijan frecuencias, unidades en las calles que no dejen a los misioneros esperando horas en las paradas.
No permitan que sea “legal” llevarlos en una muchedumbre, por viajes que implican muchos minutos de contacto estrecho.
Mientras los funcionarios le exigen a cualquier oficina, comercio o espacio de atención al público desde control de temperatura, alfombras sanitarias, alcohol en gel, desinfección de espacios a medida que se atiende a clientes, en los estaciones de transferencia y los colectivos todo brilla por su ausencia.
Quienes tienen en sus manos el poder del Estado deben saber que hoy el esfuerzo debe ser compartido.
Y no debe recaer en mayor proporción sobre los que menos pueden soportar la crisis. Señores gobernantes tomen conciencia que no tienen los mismos privilegios los pequeños y medianos empresarios, que también ven con mucho desagrado cómo se protege a cualquier precio a los poderosos de siempre.