Por: Elsa Fabiana Cantero
Cuando el juez golpeó con el martillo dando fin al juicio, nadie esperaba la sentencia leída por el secretario. Cuando el testigo finalizó de narrar sus declaraciones no supuso que sería considerado cómplice.
Cuando el herido se retorcía de dolor y gritaba llamando a la madre, jamás pensó que el que lo chocó no sería castigado.
Cuando el policía que hizo la investigación no pudo creer lo que oyó al finalizar el juicio, se alejó incrédulo de la sala de juicio.
Estas síntesis de una de las tantas investigaciones policiales, recoge lo que ocurre día a día en nuestro ámbito.
La historia es la siguiente:
Una mañana de mayo, al cruzar las calles Bolívar y San Lorenzo, Germán iba ensimismado por lo escuchado en el consultorio de su médico de cabecera que, sin anestesia, le confirmó que las sospechas eran una realidad: tenía anemia y la razón no se detectaba.
Apenas había dado dos pasos sobre Bolívar cuando sintió un golpe que lo envió al suelo. Trató de levantarse pero no podía. Se desmayó al ver el estado de las cosas. Algo blancuzco sobresalía desde el pantalón de su pierna izquierda.
Sobresaltado abrió los ojos y vio que el blanco cubría todo su cuerpo. Estaba enyesado hasta más arriba de la rodilla, el brazo izquierdo, la mano derecha y además lo rodeaba un collerín. No se podía mover.
Pasó el tiempo de curación, en ese interín, la policía lo visitó mínimamente ocho veces. Entre ellos estaba un hombre de civil que resultó ser un periodista que tomó el caso y lo iba desarrollando en el diario local acorde a las declaraciones de Germán, el chocado.
Los lectores del periódico que enviaba a Rubén, fueron formándose opiniones contrarias a las declaraciones del automovilista que provocó el accidente.
Éste, hijo de un juez de Primera Instancia, conocido en el ámbito judicial como muy justo, confiaba en las relaciones paternas para que los sacaran del grave problema en que estaba involucrado. No consideró la influencia periodística que lo juzgó sin piedad.
Cuando el juez (amigo del padre) lo declaró inocente justificando el accidente al desvío de atención del peatón.
La marea humana encolerizada opinó que eso era una injusticia.
Ha transcurrido un año del suceso. Germán, físicamente está curado, no así psíquicamente, le duele la falta de justicia pues se comprobó que el chofer que lo chocó tenía 0,97% de alcohol en sangre al momento del accidente.
La autora
La autora nació en Corpus, Misiones el 20 de enero de 1944 y tras hacer la primaria y secundaria en Posadas, obtuvo el título de Profesora en Letras, en la UNaM. Comenzó la hermosa tarea de escribir ya de adulta y lleva publicados quince libros de cuentos. Además, coordina el “Taller Literario 2883” cuya primera antología “Al Rojo vivo” vio la luz en enero de 2019 con la participación de once talleristas.