El Producto Bruto Interno del país (PBI) cayó 5,4% en el primer trimestre del año, cuando aún no impactaba la cuarentena, con relación al mismo período del 2019. Con ese dato del INDEC, estudios privados calculan una caída adicional de hasta el 15% en el inicio de la cuarentena.
Lamentablemente por el contexto mundial y los problemas argentinos, el PBI promete ir por un mayor descenso hasta fin de año.
Esa variación negativa se da en un contexto de recesión sin precedentes en la Argentina, que viene arrastrado de los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri y potenciado por la pandemia que no parece tener fin, a 101 días de iniciado el plan de aislamiento sanitario.
Esta semana la UIA reveló que la actividad industrial en abril registró una caída de 31% interanual y de 17,4% mensual, una retracción que se intensificó por el alcance pleno del aislamiento, y se ubicó como la baja más importante desde 1994.
A los argentinos nos gusta buscar una comparación con 2001, como base de la peor crisis social y económica registrada desde el regreso de la democracia. Para entender que estamos en “terapia intensiva”, el economista José Piñeiro Iñiguez aseguró que la actual crisis es aún peor que la del inicio de siglo.
“Entre diciembre de 2000 y junio de 2002, es decir en un período de 18 meses, la economía cayó un 15%. Es la misma magnitud de lo que sucedió pero en el inicio de la cuarentena solamente entre marzo y abril de este año”, aseguró en FM 89.3 Santa María de las Misiones, la radio de PRIMERA EDICIÓN.
En coincidencia, el estudio económico Orlando Ferreres advirtió que, “aunque superemos esta crisis sanitaria, el débil estado de la macroeconomía atentará contra los esfuerzos de recuperación de la actividad”.
“A esto se suma una virtual parálisis en la inversión y una población con ingresos en niveles muy bajos, todo lo cual nos lleva a anticipar una lenta salida de la actual recesión”, apuntó la consultora.
Para entender esa recesión, el secretario de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman, aseguró que en las zonas del país donde se volvió a una “relativa normalidad”, la actividad comercial cayó un 50%.
Piñeiro Iñiguez, por su parte, recordó que “los despachos de cemento, vitales en el efecto multiplicador de la actividad de la construcción, cayeron medidos año-año un 55% en mayo. El índice Construir, que mide todo lo que pasó en la industria de la construcción, cayó 74%; el patentamiento de automotores cayó 88%; la AFIP en su percepción de IVA que mide todas las ventas, bajó un 26%. Las ventas minoristas cayeron 57%”.
Avizoró que Argentina va camino a un escenario de “estanflación, que es el peor escenario que puede tener un país para evolucionar a futuro”.
Mirada externa
La Argentina mantuvo en los últimos días de junio el estatus de “Mercado Emergente”, dada por la empresa Morgan Stanley Capital Internacional (MSCI), lo cual le permitirá seguir siendo considerada como destino de distintas inversiones. Pero advirtió que podría modificar esa consideración “si hay un mayor deterioro en la accesibilidad al mercado”.
El condicionante sigue atado al default en el que entró el país, producto de la inoperancia del ministro de Economía Martín Guzmán de llegar a un acuerdo con los acreedores y tensar la negociación al punto de no conseguirla todavía. Ahora, por la estrategia, se fueron sumando miles de millones de dólares que el Gobierno deberá conseguir refinanciar con otros acreedores que poseen bonos de la Argentina a la espera de cobrarlos.
Pero hay que quedarse tranquilos, porque la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva, reza por nosotros. Al menos eso le dijo a la agencia Reuters horas atrás.
“Rezo por lo mejor, me preparo para lo peor. En este caso, rezo por lo mejor. Realmente espero que haya un buen resultado en interés de la Argentina, la región, la economía mundial en estos días, pero también en interés de los acreedores”, afirmó.
A su vez, dijo que el organismo hará “todo lo posible para apoyar un programa de reforma económica para la Argentina, que sea bueno para el crecimiento, bueno para el sector privado, porque es el sector privado el que genera los trabajos que el país necesita”. Pero advirtió que “la Argentina ha visto un aumento muy alto de la pobreza, y eso no es saludable para ninguna sociedad”.
En la mirada de los organismos internacionales, se agregó una nada alentadora de la delegación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Buenos Aires. Además de sostener que caerá la economía hasta un 10%, calculó que “se perderían entre 750.500 y 852.500 empleos”.
A la vez proyectó la suba de la pobreza. “En el segundo semestre de 2019, la pobreza afectaba al 53% de los/las niños/as, y podría escalar al 58,6% hacia fines de 2020”, lanzó la oficina de la ONU que sostuvo en este ritmo que la pobreza extrema podría llegar al 16,3% hacia fin de año.
Ignorados
Poco a poco comienzan a escucharse voces críticas del sindicalismo al accionar del Gobierno nacional. Quienes siguen de cerca la relación entre peronistas, advierten que la cúpula de la CGT se sentiría “ignorada” por el presidente Alberto Fernández.
La decisión de la Casa Rosada de pagar los aguinaldos en cuotas habrían provocado un mayor distanciamiento con los dirigentes de los trabajadores estatales. No habrían sido consultados y, por la medida, “los dejaron mal parados porque fue un golpe a los bolsillos en un momento donde ni se habla de incrementos salariales ni paritarias”, explicaron las fuentes.
Después están los gremios que “bancaron” a Fernández en la intervención y pedido de expropiación de Vicentín y, días después, se encontraron con una contraorden presidencial que los descolocó.
“Unos pocos más cercanos al Instituto Patria consiguen ser escuchados más por Cristina Fernández lo cual no significa que consigan las respuestas que necesitan”, contaron.
Algunos dicen ver al Presidente “mal parado. Escucha más a Rodríguez Larreta del PRO que a peronistas, empezando por Axel Kicillof. Si las proyecciones de casos de COVID-19 se disparan a más de 3 mil diarios o se diseminan en el país desde Buenos Aires, la oposición no va a salir a contener al Gobierno”, aseguraron.
La mayor preocupación, que no es solamente sindical sino del conjunto de los argentinos, es conocer el plan pospandemia que el Gobierno nacional tiene. “Está en etapa de elaboración”, responden desde la Rosada para seguir ganando tiempo.
Camas UTI que escasean
A un periodista se le ocurrió la idea de pedir a Misiones atender enfermos de COVID-19 si colapsan los sistemas sanitarios de la Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Alejandro Fantino, que estudió en su juventud en Posadas, vio que en la tierra colorada hay pocos casos de coronavirus frente a los múltiples contagios del AMBA y sostuvo que existen “muchas camas al cuete” de terapia intensiva para recibir paciente de otros lugares.
La idea fue rechazada por el Gobierno provincial al advertir que casi la mitad del total disponible hoy están ocupadas por enfermos de otras patologías que no son COVID-19. Desde la Rosadita aseguraron que la Nación no planteó un pedido de esas características, lo cual mantuvo en el plano mediático la discusión.
Lo único que hubo fue un contacto de la provincia de Chaco para ver si el LACMI podía procesar hisopados, lo cual tampoco fue posible a fin de evitar el congestionamiento de testeos.
En las redes sociales el debate volvió a dividir a quienes pidieron un gesto solidario “como hacen los misioneros que van a Buenos Aires a atenderse a un centro asistencial”; y los que piden “blindar” la provincia de cualquier ingreso externo.
A propósito de “blindaje” en tiempos de pandemia, en la Legislatura se promovió la obligatoriedad de presentar un pasaporte sanitario para toda persona no radicada en Misiones que quiera ingresar. La iniciativa del diputado Martín Cesino tuvo apoyo paralelo a la obligatoriedad del uso de tapaboca y la aplicación de multas para quienes no lo utilicen.
Ahora, querer venir a Misiones desde cualquier provincia incluirá tramitar el pasaporte sanitario sumado a la obligación de realizar el aislamiento social preventivo de 14 días una vez que ingresaron.