Hace exactamente una semana PRIMERA EDICIÓN sufrió nuevamente un intento claro de amedrentamiento en su derecho de libertad de prensa.
El ejercicio de ese derecho es también una obligación para con la comunidad, siempre ávida de tener la información conducente para conformar su propia opinión. Y de ver reflejada en los medios de comunicación su opinión, especialmente sobre los asuntos públicos.
Esta maniobra contra el Diario no es un dato menor, forma parte de una metodología, de una forma de actuar, que podría conducirnos a los días más oscuros de nuestra sociedad donde los derechos democráticos no eran respetados y las verdades escondidas.
En aquellos oscuros momentos hubo alguna prensa que se mantuvo estoica en la defensa del derecho de trabajar libremente, de la misma forma que hoy PRIMERA EDICIÓN hace lo mismo.
Porque la libertad de prensa es un derecho consagrado para todos, y defenderla es una obligación de todos, para que nunca más grupos económicos empoderados intenten hacer callar la voz de la prensa, que en definitiva es la voz de todos.
De lo acontecido y con el sólo objeto de informar a nuestros lectores, queremos reflexionar sobre algunos puntos básicos y elementales sobre nuestra misión: hacer periodismo.
Periodismo no es otra cosa que la búsqueda de la verdad, mediante la producción, redacción y edición de informaciones que se convierten en noticias. Es criticar e informar sobre la realidad, vertiendo opiniones sustentadas sobre los hechos.
La libertad de opinión y expresión, que incluye el no ser molestado a causa de esas opiniones, el de poder investigar y recibir informaciones, y el de difundirlas sin limitación de frontera para cualquier medio.
Esto hace que la libertad de prensa sea el indicador más importante de la transparencia en la vida democrática.
Por lo tanto, cuando se altera la normalidad de la tarea periodística, nos permite emitir una señal de alerta como lo hicimos hace una semana, cuando pretenden cercenar derechos constitucionales y protegidos en pactos internacionales a los que Argentina adhirió.
Entendemos que la censura supone prohibir o limitar una expresión ostentando el poder.
La libertad es la facultad que tiene el ser humano en obrar según su criterio. Es un valor pero también un derecho que se relaciona con varios aspectos que rigen al hombre, como la capacidad de expresar sus pensamientos.
Lo actuado el domingo pasado por grupos económicos empoderados, no responde a los criterios marcados de libertad, de ética, de verdad que busca la profesión periodística.
Para entender qué importancia tiene la libertad en la vida cotidiana, pensemos respecto a una definición de monopolio u oligopolio. Rápidamente diremos que hace referencia a una determinada situación de mercado, en la cual un único participante (vendedor o prestador) explota un bien o servicio que le confiere un gran poder, colocándolo en situación de privilegio.
Ninguna sociedad puede desarrollarse no habiendo libertad de elección, especialmente cuando servicios esenciales quedan en una sola mano sin ningún tipo de control.
Ausente el poder de concesión, el titular de un monopolio u oligopolio asume que puede hacer lo que quiere y como quiere, aún cuando afecta la vida de miles de personas.
Todo lo expresado, en manos de un grupo de estas características es mucho más peligroso para cualquier sociedad cuando pretende silenciar al único espacio de expresión que tienen los que padecen su accionar. En este caso, un medio de comunicación gráfico que sólo cumple con su rol central: hacer periodismo, informar a sus lectores, difundir noticias al pueblo.
Si no tienen un freno, los grupos económicos avanzan sobre los Poderes constituidos para censurar investigaciones, acallar voces o simplemente eliminar opiniones a través de su ceguera desmedida e intolerancia, con el único objeto de seguir teniendo una posición de privilegio.
¿Es PRIMERA EDICIÓN culpable de querer diariamente ejercer su rol en la sociedad?
¿Debería PRIMERA EDICIÓN acallar su voz ante el avance indiscriminado de los grupos de poder, que sólo piensan en sus ventajas e intereses económicos?
Absolutamente no, no estamos dispuestos a ceder. Porque PRIMERA EDICIÓN es y será un faro de información y verdad dentro de la oscuridad en la que nos intentan sumergir estos grupos económicos.
Y nuestra misión será acompañar permanentemente a los misioneros a través del ejercicio de un derecho básico: la libertad de expresión.
La defensa de la libertad de prensa es nuestro objetivo
Como ya mencionamos, el domingo pasado tuvimos una pretendida acción de cercenar nuestra libertad de prensa, realizada a través de una solicitada publicada en el decano de los diarios misioneros.
Si hubiera sido la acción inversa, los colegas podrían haber estado tranquilos que las necesidades económicas no pueden nunca compararse con el hostigamiento a un medio de comunicación.
Sabemos que siempre las formas son tan importantes como el fondo de las acciones. Desde hace muchos años entendemos las formas de actuar de quienes intentaron, una vez más, cercenar nuestra libertad de prensa.
Porque descubrimos sus intereses primordiales que no son los de la gente, conocemos sus formas de accionar, lo cual venimos publicando.
Entonces, no podemos esperar otra cosa que sus intenciones de hacernos callar, de censurar nuestra voz, para que nuestro lector y la población en general desconozcan qué hacen con un servicio público que pagan todos los misioneros.
Quieren seguir haciendo negocios sin que aparezca la mínima crítica, apostando al relato instalado a partir del poder económico. Tratando de instalar que quien descubre sus verdaderas intenciones miente.
Ahora bien, respecto de quien viene publicando las mencionadas solicitadas, el diario El Territorio, es una empresa casi centenaria, pionera en la información en la provincia, y no debe desconocer el derecho de la libertad de prensa. Así como sí lo hicieron otros medios a los que tentaron con pagar la misma solicitada y no aceptaron.
En este camino cada vez más duro y difícil por diferentes razones, entre ellas la económica, esperábamos de esos colegas con los que transitamos la misma ruta cotidiana, no acompañar un ataque como el que se realizó a PRIMERA EDICIÓN.
Porque entendemos que el derecho nos asiste a toda la prensa, nos abarca a todos y merece ser respetado por todos, comenzando por los protagonistas del ejercicio de la profesión.
Porque todos somos parte de la misma sociedad que merece diversidad de voces, ópticas diversas sobre la vida cotidiana. Y especialmente, un contralor social cuando la ambición desmedida se apodera de una parte o la totalidad de los derechos que asisten a los ciudadanos.
Aunque no entendemos qué guió a los colegas, serán los misionero, los lectores, quienes saquen sus sabias conclusiones respecto del significado que para ellos ha tenido encontrar la pretensión de cercenar la libertad de prensa, de PRIMERA EDICIÓN, entre las páginas de un medio.
Esta vez fue PRIMERA EDICIÓN, mañana podrán ser otros los medios o trabajadores de prensa atacados.
Nos debemos a nuestros lectores. También a quienes no lo son, porque todos ellos se benefician de la información. Esas mismas noticias que no tolera el poder enceguecido que busca maniobrar las voluntades poniéndoles un precio. Llevando a algunos a obrar a cualquier precio sin medir las consecuencias de sus actos.