Crece la preocupación de los productores yerbateros -sobre misioneros y correntinos- y entidades para lograr el resguardo genético de la Ilex Paraguariensis. Lo que pretenden es que se asegure que la planta subsista en el tiempo.
Es por eso que expertos en las ramas del derecho, la genética y biología contaron las herramientas con las que se cuenta en la actualidad y que pueden servir para lograr tal fin.
La inquietud del sector se debe a que “es necesario preservar la propiedad de la yerba, ya que preocupa cuál es el manejo y la variación genética que pueden llegar a concentrar algunos”.
Reconocen que la región “es la productora y exportadora principal. Somos una potencia mundial y; por ende, tenemos ciertas responsabilidades”, aseguraron los productores y desde las entidades relacionadas a la yerba mate.
Incluso, la preocupación llega a Brasil y Paraguay, dos países que se encuentran trabajando con Argentina para lograr el resguardo de la Ilex Paraguariensis.
En este marco se desarrolló un encuentro en el que participó el INTA, INYM, investigadores y yerbateros de Misiones y Corrientes.
En la oportunidad, uno de los puntos planteados fue la protección del patrimonio.
Al respecto, el magíster en Derecho Agrario Internacional y profesor en la Universidad Nacional del Nordeste, Aldo Pedro Casella, dijo que “el resguardo genético es el resguardo de un bien intangible”.
En el caso de la yerba mate, expuso que “estamos frente a una especie originaria y hasta ahora las discusiones que hemos tenido han sido de acceso y propiedad intelectual en especies comerciales; como por ejemplo la soja”.
El profesional reconoció que “la propiedad intelectual es un derecho que le da el Estado a una persona cuando logra un invento o una invocación para que lo explote por un tiempo y saque provecho de eso, para que lo ponga en conocimiento público y después de varios años sea libre de utilizarlo”.
En lo que refiere a la propiedad intelectual y cómo influye en la defensa de las semillas criollas o plantas nativas, deslizó que “es un derecho privado; por lo tanto puede complicar la utilización hasta de los propios conocimientos, de las propias plantas o semillas si es que alguien ha logrado tener un derecho privado sobre eso”.
Asimismo, consideró que “hay algunos aspectos positivos del derecho intelectual donde puede ser beneficioso para las plantas nativas porque se pueden lograr mejoras o inscribir variedades que puedan ser utilizadas por el conjunto o por los que autoricen”.
En cuanto al resguardo de la hoja verde, sostuvo que “tiende a conservar el valor económico, el valor de aplicación de las características que pueda tener la yerba, no sólo el valor alimenticio sino otros y hasta posiblemente farmacéuticos. Es preservar algo que es patrimonio como especie de origen de esta zona”.
Por esta razón, manifestó que “los resguardos genéticos tienden a que los agricultores puedan disponer libremente del material de producción, que puedan utilizarlo, y eso conlleva a la soberanía”.
Además, aseguró que “preserva la estructura productiva de las familias porque es un resguardo contra la integración de grandes cadenas que controlan los materiales de reproducción, especialmente hoy donde se trabaja en cadena que va desde un consumo básico hasta la comercialización y la tecnología intermedia”.
De esta manera, recalcó que “deben haber mecanismos antimonopólicos y evitar las apropiaciones”.
Enfatizó que “la idea es -por ejemplo- que se pueda resguardar la identidad de una planta, propia y originaria, y frente a eso se debe generar la legislación adecuada”.
El profesional, además, indicó que “no estamos aislados de lo que pasa a nivel internacional”.
En consecuencia, deslizó que “el resguardo de las propiedades de los recursos genéticos en todos los países, especialmente aquellos que tienen mucha diversidad biológica y patrimonio genético, no es fácil porque el sistema mundial tiende a integrar, hay grandes potencias biotecnológicas”.
Por su parte, la abogada y coordinadora de Relaciones Interinstitucionales de Instituto Nacional de Semillas (INASE), manifestó que cómo se puede proteger la yerba mate desde el punto de vista legal. “Se debe tener en cuenta es la que brinda herramientas para que la provincia logre un beneficio en el caso de que la yerba mate se pueda explotar de alguna determinada forma”.
Subrayó que entre las herramientas, de mayor importancia, están los tratados internacionales que se aplican en nuestro país.
Entre estos nombró al Tratado sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y Agricultura (TIRFAA), el Protocolo de Nagoya, y en la legislación argentina el tema se encuadra en el Artículo 124 de la Constitución Nacional que establece el dominio originario de las provincias sobre sus recursos naturales.
Explicó que los recursos genéticos se protegen a través de sistemas de accesos y sistemas de propiedad intelectual. “Los recursos genéticos son de cada uno de los países, esto se estableció en 1992”, adicionó y dijo que “en el caso de Argentina son de las provincias”.
Posibilidades en Misiones
En lo referente al resguardo genético de la yerba mate, desde el Instituto Misionero de Biodiversidad, el director general, Emanuel Grassi dijo en cuanto a la yerba mate que “se trata de una planta que si no la cuidamos podemos perder su integridad, sus características”.
Aseguró que “existe la tecnología y podemos llevar adelante ese fin”.
Destacó que “nos aseguramos su viabilidad durante cientos o miles de años”.
Agregó que “podríamos tener la genética de las plantas que a nosotros nos interesan a lo largo de los años, de tal manera que si en algún momento pasa algo, tendremos dónde recuperarlas”.