Por Gabriel Fernández
La concepción de las personas bajo la clásica dicotomía de “hombre y mujer” se encuentra inmersa en una transformación en el orden mundial que avanzó a cuentagotas. Llegar a este plano fue posible gracias a aquellos que ya no temen compartir sus vivencias y no se esconden más. Es así que cada vez son más las personas que rechazan identificarse bajo las categorías tradicionales del género. Las identidades denominadas disidentes están cada vez más presentes en el ámbito de lo social y surgen de esta manera los pedidos de reconocimiento y respeto hacia las personas travestis, maricas o simplemente quienes se apartan de la mirada binaria o “cis” (que establece las categorías: masculino y femenino, concordantes con el fenotipo sexual).
Históricamente, los valores de las sociedades tradicionales dominantes han sido atravesadas por una mirada heterosexual que otorga roles a cumplir tanto por los hombres como por las mujeres para realizarse como personas de bien, funcionales a un sistema normativo, patriarcal y capitalista. Sin embargo, es ahí donde aparecieron los análisis críticos que ponen en crisis el género y lo definen como una construcción social, es decir, aprendida en un ámbito cultural y no como algo natural. No obstante, aquí también aparecen las barreras teóricas que se escudan en una ideología biologicista, donde la genitalidad en el momento del nacimiento condicionará para siempre la identidad de esa persona.
Una conquista
A pesar de contar con una Ley de Identidad de Género en Argentina, sancionada en marzo del 2012, que en teoría fue pensada para acceder al género autopercibido, ésta aún tiene sus limitaciones. Por más que acceder a los cambios en las partidas de nacimiento y el DNI se convirtió ahora en un simple trámite en el Registro de las Personas (antes había que pasar por pruebas psiquiátricas y una orden judicial), entre sus artículos persiste una distinción binaria. Las personas trans sólo pueden cambiar sus datos de nacimiento optando por mujer u hombre. Hasta ahí perfecto, pero que sucede en el caso de aquellas personas que no se autoperciben dentro de lo masculino ni femenino… he ahí la próxima conquista dentro de los movimientos de la diversidad sexual.
Fue así que Shanick Lucián Sosa Battisti se convirtió en un caso emblemático en el país, al conseguir que el Registro Civil de Ushuaia autorice que en su documento de identidad figure el rótulo “no binario”. Esto se logró luego de presentarse un recurso de amparo ante un pedido previo que fue rechazado por la misma institución. Se trató de la primera conquista para las identidades igualitarias disidentes en el país pero, sin dudas, no será la última.
No obstante, hubo varias personas que intentaron acceder al reconocimiento de un género no binario pero sin resultados positivos. Previamente, la activista travesti Lara Bertolini presentó un recurso de amparo para que le sea otorgado el cambio en su DNI donde se consigne su identidad como “femineidad travesti”; a pesar de que el fallo -que en su primera instancia fue favorable- finalmente resultó revocado.
Situación similar se vivió en noviembre de 2018, cuando el Registro Civil de Mendoza recibió la solicitud de dos personas que requirieron el reconocimiento legal de su identidad de género autopercibida y la correspondiente rectificación, pidiendo que en su partida de nacimiento y DNI no se consigne sexo alguno. Casos como estos comienzan a darse en distintos puntos de la Argentina y sólo es cuestión de tiempo para que se den en la región NEA.
En la tierra colorada
En materia de reconocimiento a las identidades diversas, Misiones no es la excepción, ya que el activismo presente en la comunidad LGBTIQ+ ha iniciado un camino por el respeto a las feminidades y masculinidades disidentes. A pesar de que no haber aún pedidos formales en los organismos públicos para cambios en el DNI bajo la identificación no binario, estas personas están presentes en la sociedad misionera.
ENFOQUE dialogó al respecto con Jazmín Kinder, una de las activistas locales que pone en discusión las categorías tradicionales del género binario: “Yo por mi parte me identifico como marica trans y en sí no tengo el cambio hecho en el DNI porque, por ahora, decidí que no lo necesito. La Ley de Identidad de Género dice que el cambio en la documentación es mi derecho pero no una obligación”.
A su vez, indicó que la reglamentación nacional “dentro de sus artículos contempla que la identidad en sí no es otra cosa que la vivencia personal, no habla de un género u otro. Pero tenemos un problema ante los Registros Civiles del país, ya que estos no abarcan los aspectos por fuera del sexo masculino y femenino”.
Sin embargo, “hubo casos de fallos favorables en juzgados en algunas regiones, donde ‘elles’ lograron que se les dé un DNI sin distinción de género”, añadió. Por otra parte, aclaró que “el pronombre neutro apareció como una opción para quienes no se identifican con ‘el’ ni con ‘ella’. A su vez, esto no quiere decir que todas las personas ni masculinas ni femeninas lo utilicen”.
A partir de la Ley de Identidad de Género, “de alguna forma, las personas trans binarias tienen ya una facilidad, porque no tienen que recurrir a un juzgado a menos que se trate de infantes no acompañados por sus tutores en ese tránsito. No obstante, aquellas personas trans, travestis o quienes nos identificamos por fuera de lo binario no tenemos ese derecho conquistado, sino que tenemos que pasar por trámites legales y llegar a un fallo favorable”, explicó Kinder.
Respecto a la posibilidad de presentar un pedido formal para llegar a tener la documentación con el género autopercibido, contó que “en lo que a mí respecta, aún no pienso en eso porque tengo otros asuntos que considero más importantes a resolver antes de pasar por ese trámite”.
Sobre su camino hacia la aceptación de su persona en un contexto como Misiones, contó que “prácticamente nací en una iglesia evangélica y pasé por un proceso muy largo, donde no tenía mucha información del tema diversidad. Por aquel entonces, lo masculino no me identificaba pero tampoco me sentía cómoda dentro de lo femenino, aunque de alguna forma me posicioné en ese espacio. Luego de unos años llegué a la conclusión de mi identidad actual”.
Acerca de su vivencia en la sociedad, remarcó que “con mis amigos de la militancia siempre fue más que perfecto, porque no hubo jamás un cuestionamiento a mi identidad. En la facultad empecé de a poco a contarlo a algunos compañeros. Pero todo cambió luego de una jornada de comunicación de experiencias en mi carrera, donde conté cuál era mi identidad y así fue más fácil, porque se enteraron todos de una sola vez”.
No obstante, Jazmín compartió que “con mi familia es un poco más complicado pero de a poco voy construyendo una buena relación”. También debió afrontar otro tipo de situaciones que ayudaron a una visibilización como persona no binaria.
“En la facultad fue un proceso un poco engorroso, porque no tenía ningún tipo de conocimiento acerca de la Ley de Identidad de Género. Cuando asumí mi identidad, a los dos meses desde la institución me instan a hacer el cambio de DNI, con lo cual les respondo que no tengo la obligación de hacer el cambio. Lo que sí es una obligación es que respeten mi identidad en la lista para llamarme como alumno, además de los cambios en los papeles del establecimiento. La Ley dictamina que las rectificaciones en los legajos se harán al solo pedido oral de la persona que usa un nombre distinto al que figura en su partida de nacimiento”, señaló.
Luego de un tiempo, “ante una situación difícil con una docente de la carrera, lo que hice fue acudir al INADI y pedir una intervención de oficio. La persona delegada en Misiones concurrió para intervenir ante la presencia de una persona trans en la carrera. Aunque el pedido fue bastante informal, vieron mi disposición por tratar el tema y seguirlo. Fue así que el representante legal de la institución me pidió que pida el cambio a través de una nota para modificar mi legajo y el sistema informático”.
Tras lograr esta rectificación de sus datos de alumna regular de la carrera, Jazmín se convirtió en uno de los primeros casos de la provincia en lograrlo sin modificar el género en su DNI, tras la sanción de la Ley de Identidad de Género en Argentina.
Una revisión teórica del género
El camino hacia la deconstrucción del género tiene su base en los aportes teóricos hechos por filósofos a lo largo del siglo XX y XXI. En la actualidad, la “teoría queer” sigue pateando aquellos mitos que han formado a la sociedad patriarcal, donde los roles del hombre y la mujer siempre estuvieron bien definidos.
Uno de los más grandes aportes al feminismo y la teoría social a nivel mundial llegó ya a fines de la década de 1940, de la mano de la filósofa existencialista francesa Simone de Beauvoir, tras la publicación de su ensayo “El segundo sexo”.
En su libro aparece una de las acepciones que serán luego retomadas y resignificadas por sus contemporáneos: “No se nace mujer, se llega a serlo”. En sus escritos analiza las condiciones sobre las cuales se apoyan los valores tradicionales que determinan cuál es el lugar de la mujer y de la feminidad. En su búsqueda por una sociedad igualitaria, el primer paso será romper con aquella obsoleta división entre hombre y mujer, ya que esto no es otra cosa sino una construcción cultural.
Con esto se refiere a que la propia identidad es el resultado de una educación social, donde lo femenino siempre ocupa un determinado rol en un orden de dominación masculina. De esta manera, plantea que la mujer siempre ocupará un lugar del cual no puede correrse o caerá en un rechazo social: siempre será hija, madre, esposa.
A través de una revisión de los estamentos sociales, determinará que vivimos dentro de una sociedad occidental tradicional y dominada por el hombre. En ella, el calificado como “sexo débil” entra en un juego coercitivo donde la feminidad es naturalizada como inferior. A todo esto, la concepción biológica determinará que “toda mujer consiste en el útero”, por lo cual limita su desarrollo a ocupar simplemente los espacios que le son asignados desde antes de nacer.
Sus aportes son valiosos, ya que sembró los inicios teóricos a través de los cuales se analizarán los mitos que operan en la sociedad para asignar qué deben ser una mujer y el hombre. Más allá de eso, esboza cómo la maquinaria del imaginario social no sólo afectó lo femenino, sino que opera además dentro de las masculinidades. Esto será luego desarrollado por otros filósofos, que irán aún más lejos.
Será la filósofa posestructuralista estadounidense Judith Butler quien generará una de las más reconocidas contribuciones a la denominada “teoría queer”, tras la publicación de su libro “El género en disputa”. Basándose en teóricos como Foucault, Freud y Lacán, a lo largo de sus escritos plantea que el sexo y la sexualidad, lejos de ser algo natural, son el resultado de una construcción al igual que lo es el género.
Butler visitó Argentina en 2019 y estuvo en la Universidad Tres de Febrero, para ser partícipe de la mesa “Activismo y Pensamiento”, junto a referentes del Colectivo Ni una Menos. “Las mujeres, las personas de género disidente (no binario, es decir, ni masculino ni femenino), las minorías sexuales, generalmente no son reconocidas y por ende viven en un cuerpo que tampoco lo es”, señaló durante la charla. Además, apuntó a la necesidad de un abordaje interdisciplinario en los estudios relacionados con el género.
En sí, la teoría queer se aparta de aquellas categorías estandarizadas de las personas como heterosexual, hombre, mujer, homosexual… basándose en el enorme abanico de posibilidades que pueden encontrarse dentro de lo social y que se apartan de algo asegurado desde un orden natural.
A nivel nacional, la psicóloga social, escritora, activista y editora de la revista El Teje (primer periódico latinoamericano travesti), Marlene Wayar, ha sido una de las más críticas en cuanto a la sanción de la Ley de Identidad de Género. Entre sus opiniones, parte de ellas publicadas en el libro “Travesti, una teoría lo suficientemente buena”, de la Editorial Muchas Nueces, reflexiona acerca de la falta de amplitud presente al no consultar a todo el colectivo de la diversidad para la sanción de la ley, ya que la identidad a la que puede accederse sigue limitándose dentro de ser trans hombre o mujer.
Según Wayar, a pesar de que la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género fueron conquistas destacables, siguen quedándose dentro de un lugar seguro: la heteronormativad de pensar sólo en hombres y mujeres. Fuera de su alcance quedan aquellas identidades travestis, feminidades y masculinidades disidentes. De igual forma, esto influye en gran medida en la sociedad y más en un país donde la violencia de género está a la orden del día. Es así que las personas trans, travestis, transgénero y demás identidades terminan siendo uno de los sectores más afectados por las agresiones e incluso la muerte.