Como acostumbran desde hace cuatro años, Soledad Rojas y Fabián Sosa, emprendieron el jueves la tradicional peregrinación ciclística hacia la Basílica de Nuestra Señora de Itatí, en la provincia de Corrientes. Pero esta travesía fue más que especial y quedará en el recuerdo de quienes los acompañaron, por el acto de amor que profesaron frente a la Madre de Jesús.
Si bien hace trece años contrajeron matrimonio por civil, esta pareja oriunda de la Ciudad de las Flores, se casaron por iglesia apenas pusieron sus pies en el templo, al que año a año llegan miles de almas llevando agradecimientos y buscando la intercesión ante diversos pedidos.
Unas horas antes de la salida del pelotón de Apóstoles y en pleno preparativo, Soledad sostuvo que “hace cuatro años nos unimos a la pedaleada. Mi esposo tenía un problema de salud y un día me dijo que tal si hablo con José María y me voy a Itatí. Como esposa, lo acompañé, le dije que sí”.
Por aquel entonces, “nadie le tenía fe que Fabián iba a llegar y en la actualidad ya pedalean sus sobrinos, y sus amigos también se sumaron. Entre chicos y grandes, sólo como familia, somos un grupo de quince integrantes, más todos los otros ciclistas”, relató entusiasmada. Hace trece años que “nos casamos por civil y faltaba siempre el pasito de lo religioso, que por una u otra cosa no se daba. Este año dijimos nos casamos y lo decidimos así. Lo sentimos así. Nuestros padrinos serán dos peregrinos”, manifestó.
Sellaron su amor y recibieron la bendición del padre Fernando Guevara, que también trabaja en la Basílica, y es el sacerdote del Colttolengo “Don Orione”, que es la institución el matrimonio “ayuda y colabora”.
“Decidimos hacer todos los papeles y casarnos”, manifestó, y aseguró que fue “sin vestido de novia ni traje. Así como estábamos como peregrinos, con nuestras remeras que nos identifican. Orgullosos de ese momento que vivimos y que creo que fue un momento único”.
Para Rojas, una posadeña que se desempeña en la Delegación del Registro de las Personas del barrio Estación de Apóstoles, “casarnos allá implicará entregar nuestro amor, nuestra familia -porque tenemos dos hijos maravillosos, Candela y Fabricio- a mamá María y a nuestro señor Jesús, con el acompañamiento de todos los peregrinos” que por estos días se reúnen bajo el manto de María de Itatí.
A su entender, “fue una entrega muy linda y una bendición grandísima para seguir, si Dios quiere, con los años, y acumular más años no sólo de peregrinación sino de renovación de fe, de conmoverse, de hermanarse. Estamos felices por todo esto que nos pasa”.
“Queremos agradecer a José María Satoca, a Jefferson, a Miguel ‘Papaito’ Pismeni, que nos abrieron las puertas del grupo y hoy somos una gran familia de peregrinos”, dijo la esposa de Fabián Sosa, oriundo de Colonia Liebig, que se desempeña como efectivo del Comando Radioeléctrico.