
El sábado 30 de noviembre se recuerda el natalicio del héroe misionero Andrés Guacurarí, que según cuentan los libros de historia ocurrió en 1778. El Comandante Andresito (declarado General post-mortem) fue un férreo defensor de los pueblos misioneros ante la opresión y exclusión de los gobernadores de turno y el constante ataque extranjero de países limítrofes como Brasil y Paraguay.
Casi 150 años después de su gesta libertadora, su nombre, vida y obra comenzó a trascender las fronteras y su figura empezó a ser reconocida en distintos puntos de la Argentina y la región.
Así, esta historia nace a más de 1.200 kilómetros de Misiones, suelo que vio crecer, luchar y transformarse en el primer y único gobernador indígena de la Argentina al hijo adoptivo del caudillo uruguayo José Gervasio Artigas.
Isabel Vera es una profesora que nació “por casualidad” -como ella misma le contó a PRIMERA EDICIÓN– en Capital Federal. Con más de 20 años de docencia, decidió este año, mediante un concurso, ponerle un nombre a su escuela, la número 56 de Rafael Castillo, en el partido de La Matanza. Allí se eligió el nombre de “Andrés Guacurarí”.
La misión fue harto difícil, trabajada y con un alto despliegue de conocimiento, aceptación y apropiación misionero-guaraní, en plena Buenos Aires.
Merced a la labor desplegada por esta “misionera del corazón”, el pasado 25 de mayo se realizó una votación en la escuela y, ante candidatos de mayor porte y mucho más conocidos en la zona, “Andrés Guacurarí” se erigió en ganador.
Todos los documentos de la votación y la fundamentación de dicho nombre, un trabajo de 98 páginas elaborado íntegramente por Isabel Vera, fue presentado al Ministerio de Educación de Buenos Aires en La Plata, que comprometió antes de fin de año la respuesta y aprobación final de lo que ya es un hecho: que una escuela en pleno corazón bonaerense tenga por nombre un orgullo misionero de trascendencia nacional.
Una misionera en Buenos Aires
Esta historia llegó hasta PRIMERA EDICIÓN merced a una profesora misionera que comenzó a trabajar a mediados de este año en la Escuela 56 y no cabía en su asombro al comentarle sus nuevas colegas que el establecimiento tenía por nombre “Andrés Guacurarí” y que fue impuesto hace poco por votación de la comunidad educativa.
La profesora Tamara Medina, al enterarse de lo hecho por su colega Isabel Vera, hizo de nexo para que se conozca en Misiones los pormenores de esta historia.
Así este Diario dialogó con la mentora del nuevo nombre de la escuela de La Matanza, quien relató que “soy hija de paraguayos, con primos del corazón que nacieron en Andresito (Misiones). Mi marido, Silvio Jara, es formoseño y mi padrino era correntino. Crecí en ese ambiente litoraleño y guaraní, soy una misionera del corazón”, se definió.
“Nací por casualidad en Capital Federal y me críe en una villa en Buenos Aires, como muchos hijos de paraguayos que vinieron a la ‘gran ciudad’ en busca de trabajo y un futuro mejor para sus hijos. Tiempo después, mi abuelo y mi papá compraron un terreno en González Catán y mi tía conoció a su marido, nacido en Andresito, ciudad misionera que con el pasar del tiempo pasaría a conocer y querer en esa bendita provincia. Misiones es mi lugar”, insistió Vera.
De joven Isabel estudió Profesorado de Historia, colaboró con su padre en una agrupación de residentes paraguayos, hizo contacto con un maestro de la aldea guaraní Jasy Porá, a la cual visitó, y asistió a clases de guaraní. Dichas enseñanzas hicieron que un día esta maestra comenzara a hacer tareas de guaraní, en los recreos con sus alumnos, varios de ellos hijos de paraguayos que la ayudaban y corregían la pronunciación del idioma.
Sin embargo, la salud le jugó una mala pasada y tuvo que alejarse de las aulas, pasando a hacer sólo tareas administrativas, ya sin alumnos a su cargo.
Una noticia que cambió todo
En febrero de este año, se informó en la Escuela 56 que el 25 de mayo habría una votación para elegir el nombre para el colegio, que hasta entonces sólo tenía un número para reconocerlo entre otros establecimiento bonaerenses.
Isabel se hizo eco de inmediato: “Primero se dijo que debía ser el nombre de una mujer, pero luego se amplió el campo de elección y ahí no lo dude: mi nombre sería Andrés Guacurarí, un homenaje a la tierra que tanto quiero, a mi abuela Salomé, nacida allá, a mis primos, mis abuelos… en fin, Andresito sin dudas era mi candidato”.
Igual, la tarea para ella no sería sencilla: hacía ya tres años que no tenía alumnos a su cargo, ¿cómo les iba a contar quién era Andresito y por qué una escuela de Buenos Aires debería ser bautizada con el nombre de un héroe misionero?
“No fue nada fácil la empresa que acababa de encarar. Ya no tenía alumnos para convencerlos de que Andresito sería el nombre ideal para la Escuela 56. Pero yo quería que mi escuela llevará el nombre de Andrés Guacurarí”, insistió la profesora y actual secretaria administrativa.
Para ello, contó, “le pedí permiso al director para hacer campaña en las aulas. Mis compañeras y colegas me daban un momento de su clase para dar a conocer a sus alumnos sobre Andresito; y ahí iba yo, con mis fotos, mapas, yerba mate y otras cosas de Misiones, contándoles vida y obra de Guacurarí. Pero no sólo les contaba a los alumnos: también a mis compañeras y a cualquiera que en la escuela me quisiera escuchar”.
En otro tramo de la charla con PRIMERA EDICIÓN, y tras una pausa en el teléfono, Vera recordó que hasta hace unos meses “casi nadie lo conocía. Muchos me miraban como diciendo: ‘Esta mujer está loca’. Pero después de un tiempo, ya me buscaban para contarme ‘algo’ relacionado con Andresito que habían leído o buscado, porque les gustaba la idea de ese nombre para la escuela”.
Dura competencia
Fueron diez los candidatos para bautizar la escuela, entre ellos General San Martín, Fuentealba, Malvinas Argentinas y Raúl Alfonsín. El día de la votación, el nombre del docente asesinado Carlos Fuentealba era el candidato más fuerte en el turno tarde y Malvinas Argentinas, el de la mañana. “Yo estaba esperanzada, pero no me veía con muchas chances”, rememoró esta amante de la vida y obra de Andresito.
Sin embargo, lo inesperado sucedió: “Después del recuento de votos, comencé a ver varias caras cómplices que me miraban y murmuraban entre sí, inclusive el director (de la escuela). Cuando llegó el momento de dar los resultados finales, no pensé nunca que lo lograría, pero mi ‘Comandante Andresito’, el héroe guaraní, obtuvo 55 votos y Fuentealba y Malvinas Argentinas empataron con 20 votos cada uno”, contó entre risas. “Muchos se asombraron, no más que yo. La alegría era enorme, pero tuve que enfrentar malos momentos, porque no era el nombre que varios esperaban”, aclaró Vera.
Al ser consultada si los alumnos y las maestras ya nombran a la escuela como Andrés Guacurarí o aún no se acostumbraron a ello, Isabel respondió emocionada:“Sí, los chicos, después de conocer los resultados de la votación, venían y me decían: ‘Entonces ahora puedo decir que yo voy a la Andresito’. Me causaba risa y a la vez me daba una gran emoción. Mis colegas de a poco se van a ir apropiando, tanto o más que Tamara (Medina), que es misionera y también está contenta y orgullosa, al igual que yo”.
Isabel y Andresito
Esta historia, además de tener raíces misioneras, tiene como agregado de que hace dos años Isabel Vera conoció la localidad de Andresito, en Misiones, donde viven varios parientes suyos, y quedó encantada. Además visitó Puerto Iguazú, donde también tiene parientes, y a modo de deuda pendiente quiere conocer Posadas y el monumento a Andrés Guacurarí en plena costanera capitalina.