Pese a su floreciente inicio, ocurrido en 1996, año en el cual se fundó la Biblioteca Municipal, el espacio cayó en desuso durante mucho tiempo. De hecho, su funcionamiento hasta antes de 2015 se había mostrado muy fluctuante, e inclusive desde 2008 ya se encontraba cerrada la mayor parte del tiempo.
Inspirados en alentar el sostenimiento de más espacios de lectura para el pueblo, la agrupación juvenil comunista de Misiones, la FEDE, inició la tarea, hace más de dos años, de devolverle aquella dinámica inicial.
“Desde sus comienzos hasta hoy la biblioteca del pueblo funcionó a partir de un sistema solidario de trabajo, y si bien el Municipio en el año 2000, se hizo cargo de pagar el sueldo a una bibliotecaria para brindar la atención, en los años siguientes marchó muy a pulmón”, dijo a PRIMERA EDICIÓN Bryan Ojeda (23), estudiante de Abogacía, integrante de la FEDE y asiduo socio durante su niñez.
La biblioteca nació impulsada por miembros de su comunidad ante la preocupación de contar con instalaciones públicas para fomentar la lectura. Su fundador, Nazario Bogado, quien también fue el pionero de la escuela secundaria en Garuhapé, el BOP 27 y una persona muy ligada a la educación, consiguió habilitarla junto con un grupo de vecinos, quienes también se dedicaban, o se habían dedicado, a la docencia.
El espacio se fundó como biblioteca municipal, ya que para que funcione como tal se había gestionado el uso de un tinglado, cedido por el Municipio, mediante una gestión propia de la biblioteca con la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).
Otro conflicto sin resolver
Entre 2014 y 2015 el Municipio solicitó a la biblioteca ceder un sector del tinglado para permitir su uso a los Bomberos Voluntarios, que iba a tener lugar por un breve tiempo, sin embargo permanecen en el lugar hasta el día de hoy, lo cual fue el detonante de varios conflictos.
“Claramente el desacuerdo no es con los bomberos, de hecho se accedió al préstamo del uso del lugar. Al continuar en esa situación se generan muchas dificultades como por ejemplo con los organismos de crédito del Estado, quienes son muy rigurosos en términos de presentación de facturas y este caso tener un tinglado financiado por un organismo que está siendo utilizado para otra cosa y no como biblioteca, la pone en aprietos” aclaró el joven.
Entre 2015 y 2016 la agrupación juvenil en la que participa ha tratado de reconstruir, también a pulmón, el papelerío que la hace funcionar en términos reales, su personería jurídica y demás.
“Esperamos que este año se termine de resolver todo lo que le falta, porque al no contar con recursos que estamos gestionando se hace muy difícil pagar a un contador para que lleve las cuentas”, deseó Ojeda al mostrarse optimista ante la recuperación real y plena de la biblioteca para su comunidad.