El destino, ese de las jugadas inciertas, quiso que aquella noche la motocicleta fallara. No hubo opciones: a empujarla cuesta arriba en busca de una solución, en plena oscuridad y con el dolor sobre sus espaldas. Paso a paso, cuadra a cuadra, hasta llegar a casa. Largos minutos en las que el hombre, ensimismado, tuvo una revelación que le cambió la vida para siempre.
El recuerdo de aquella noche aún está fresco en la memoria de Eduardo “Pipo” Elgart (45). Tenía poco más de 20 años cuando decidió que, para combatir la columna desviada que había heredado de su madre, debía dedicarse a las pesas. Poco más de 25 años después, el dolor se fue y aparecieron los títulos: el pesista misionero es campeón mundial de Powerlifting y ostenta dos récords planetarios que buscará superar la próxima semana en Estados Unidos.
“Voy a Las Vegas con la cabeza puesta en romper mis récords. Este año cumplo 20 años con el powerlifting y, si logro quebrar esas marcas, pienso retirarme de la disciplina”, confesó Elgart a EL DEPORTIVO, en la previa de lo que será su cuarto Mundial. ¿Cuáles son los récords de “Pipo”? Ni más ni menos que 242 kilos en banco plano y 290 en despegue. Brazos de acero.
“Pipo”, se viene un nuevo Mundial… ¿dónde se hace y cuándo arranca?
Tal como el año pasado, es en el hotel Bally’s de Las Vegas, Estados Unidos, del 12 al 17 de noviembre. El año pasado había 670 inscriptos, 23 en mi categoría, yo soy Master 1 hasta 110 kilos de peso corporal. Y bueno, pude ser campeón y récord mundial en banco plano, con 242 kilos, y despegue, con 290 kilos. Mi objetivo ahora es superarme a mí mismo. Este año cumplo 20 años de competencia, así que me propuse romper mis dos récords mundiales y retirarme de lo que es powerlifting para colaborar con los chicos en lo que es levantamiento olímpico, con Rafael Larraburu.
¿Qué sentís al representar a Misiones a nivel internacional?
El año pasado me pasó algo increíble. Viajamos con Rodolfo “Fito” Villalba, mi entrenador, y mi señora. Y en plena competencia, ella me decía “tenés 50 mensajes”. Era gente de acá de Misiones que ni conozco y que me mandaba mensajes de aliento. Le pedí que no lea más porque me hacían llorar de la emoción, de representar a mi tierra colorada en el otro lado del mundo. Te hace sentir muy orgulloso.
¿Cómo arrancaste con el powerlifting?
Fue de casualidad. Yo tenía poco más de 20 años y andaba en mi moto CBR 900. Una vez se quedó y tuve que empujarla en subida. Y no podía. Yo era muy flaquito y, además, heredé de mi mamá la columna desviada. Y bueno, me dije a mí mismo que tenía que fortalecer mi espalda, así que empecé a hacer fierros. Me gustó y le di cada vez más y más, hasta que empecé a competir, primero acá y después a nivel nacional.
¿Y la columna?
Nunca más tuve problemas de espalda, nunca más sentí dolor. El powerlifting me cambió la vida.
¿Te imaginabas en ese entonces que ibas a levantar 290 kilos?
Jamás me lo imaginé. Recuerdo que empecé con 140 kilos, después 160 y fui subiendo hasta llegar a eso. La verdad es que me sorprendo a mí mismo. Hace poco me hice un estudio médico completo y me salió todo bien, ni colesterol tengo. Este deporte me ayudó a superarme y ser fuerte física y mentalmente, a no bajar los brazos.
¿Cuál es el secreto para llegar a ser un atleta de ese nivel?
Sin dudas, te tiene que gustar esto. Un ejemplo. En los entrenamientos me vendo las rodillas y, debido al peso y al esfuerzo que uno hace, esas vendas me llegan a provocar cortes detrás de las rodillas. Tenés que estar preparado para levantar ese pesaje, para manejar toda esa potencia. Otro ejemplo es que, por ejemplo, la malla que utilizamos te genera coágulos a los costados de la pierna. Tenés que estar preparado para todo eso, que son las cosas que están detrás y que por ahí mucha gente no conoce.
¿Cómo combinás el día a día con el entrenamiento?
Todo es muy sacrificado. Yo trabajo todo el día en una metalúrgica de acero inoxidable. Hasta hace poco entrenaba por la noche, pero me sofocaba con el calor, entonces en estas dos últimas semanas me entrené bien temprano, de madrugada. Y me di cuenta que rindo mejor.
¿Y la alimentación?
Mucha pasta y mucho pollo, mucho carbohidrato. En esta disciplina lo principal son las proteínas y los carbohidratos. Es necesaria una buena carga de ese tipo de alimentos para entrenar, porque en cada tirada quemás muchísimas calorías. Y es todo un combo, porque también tenés que saber bajar, tener técnica, manejar la respiración. Se trabaja mucho con el equilibrio. Además, tenés que estar al cien por ciento, porque si, por ejemplo, no tuviste un buen descanso, corrés el riesgo de sufrir lesiones graves.
¿Qué sentís al competir?
En ese sentido, tengo cosas a favor. Muchos atletas ven que otro les está ganando y se derrumban, la adrenalina les juega en contra. Yo, al contrario, no me cierro y quiero ganar. Cuando veo que el que está al lado mío levanta, yo quiero levantar más. Eso tiene sus cosas buenas y malas. Hace poco, en un entrenamiento, me reventó un vaso sanguíneo en el ojo. Son cosas que pasan en este deporte por la fuerza extrema que se hace.
¿Te imaginás rompiendo tus propios récords en Las Vegas?
Me pasan muchísimas cosas por la cabeza. Voy con todo preparado para lograrlo, pero por ahora no quiero pensar, ni me lo quiero imaginar. No veo la hora de estar ahí y empezar a competir.
¿Qué es el powerlifting en tu vida?
Es una pasión. No me arrepiento para nada. Y después de todo este tiempo, si se da lo que voy a buscar a Estados Unidos, quiero volver y transmitirle todo lo que pude aprender en estos años a los más chicos, que son el futuro, lo que se viene. Quiero que sientan la misma pasión que siento yo.
La experiencia de estar en Las Vegas

Más allá de lo deportivo, Elgart y Villalba, su entrenador contaron la experiencia de visitar Las Vegas, un lugar inédito a nivel mundial.
“Un hotel y un casino ocupan toda una manzana. Ahí subís a una escalera mecánica que te lleva a un puente aéreo en curva que te va llevando de un hotel a otro. Si no querés, tenés algo así como veredas subterráneas. Y es casino, casino y casino, shopping, shopping y shopping. Y vas de un lugar a otro por debajo de la tierra”, recordaron ambos a EL DEPORTIVO.
El dúo contó también que tanto en los alojamientos como en el propio torneo, “el estadounidense está constantemente viendo quié necesitás, si necesitás un traductor o lo que sea”.
Por último, recordaron las palabras de los locales cuando descubrían que eran argentinos. “Messi y Papa Francisco, eso nos decían”, cerraron.