Es habitual verlos instalados en los principales paseos públicos y centros comerciales a la espera de un mensaje, sin importar las condiciones del clima. Si llega el pedido, será la forma en que se ganarán unos pesos por recorrer en bicicleta (algunos en moto) el tramo entre una casa de comidas (rotiserías, bares, restaurantes) y un domicilio que solicitó el mismo.
Con su característica vestimenta roja y gris refractario, y su mochila cuadrada con la “P” cruzada por un tenedor (en el proceso de cambio de imagen le sacarán ese elemento del logotipo), decenas de jóvenes -y no tanto- se sumaron a Pedidos Ya.
La empresa tecnológica que opera en varios países de América, y que cumplirá diez años el próximo 17 de octubre, fue creada por los uruguayos Ariel Burschtin, Álvaro García y Ruben Sosenke. Sin embargo, en 2014, la mayoría de las acciones fueron adquiridas por Delivery Hero (Alemania) que todavía controla la compañía manteniendo a Burschtin como su CEO.
En Misiones, ya se los puede ubicar en Posadas, Puerto Iguazú y Eldorado. Son decenas de comercios los que se sumaron a la app que vino a competir con los motomandados tradicionales. Sin oficina visible, un teléfono celular y la bicicleta son suficientes para trabajar en el delivery.
A diferencia de otros competidores similares que aún no se establecieron en la tierra colorada, y que sí reparten otras mercaderías, en “Pedidos Ya” de Posadas y Puerto Iguazú aparecen un centenar de opciones alimenticias. En el caso de Eldorado, hay escasas opciones.
Hay opciones para pagar las compras y envíos con tarjeta de crédito o débito; o bien al momento que se entregue la mercadería ambos ítems.
La mayoría de los que se sumaron a “Pedidos Ya” son jóvenes misioneros que no encontraron una opción laboral más conveniente (ya sea por horarios, pagos, tareas a desarrollar, etc). En algunos casos, el reparto les permite horas para estudiar y cursar carreras terciarias y universitarias. Cabe recordar que, según el censo 2010, Misiones tiene a la mayor población de jóvenes en su territorio.
Los repartidores que se sumaron a la app, pueden decidir los días y en qué horarios presentarse a trabajar, ya que no cuentan con un ingreso mensual básico sino que cobran comisiones por viaje.
Al respecto, uno de ellos habló desde el anonimato con PRIMERA EDICIÓN, y contó: “Por el momento estamos cobrando una hora asegurada, aunque no tengamos reparto nos pagan la hora, hacen eso cuando empiezan en una ciudad nueva, los primeros meses, mientras ven cómo va evolucionando la venta. Cuando empiece a haber muchos pedidos todos los días, comenzarán a pagar solamente por pedido entregado. Por ahora ganamos $105 en cada hora, si estamos sin pedidos o solamente hacemos un viaje. Si nos entran dos pedidos en una hora comienzan a pagar los pedidos y desaparece ese monto fijo. Por cada pedido nosotros ganamos 55 pesos”.
Según contaron a este Diario, en Buenos Aires y Córdoba la base que gana un repartidor por cada viaje es de 85 pesos. De manera semanal, la empresa internacional deposita en la cuenta bancaria de sus empleados la suma obtenida.
Entre mates, charlas y estudio
Los turnos de trabajo se pasan entre mates, o tereré si hace mucho calor, alguna gaseosa, el repaso de materiales de estudio y conversaciones entre los compañeros. En la ronda de espera a ser requeridos, los trabajadores manifestaron que “la mayoría de los clientes no paga propina, eso es más bien a voluntad”.
En relación a los días de descanso, indicaron que si así lo prefieren pueden trabajar los siete días de la semana, aunque aseguran que eso es “muy difícil por el cansancio que se acumula” y remarcaron que, si optan por “no conectarse a la aplicación” y descansar unos días, “al tercer día te empiezan a rastrear desde la empresa para saber si todo está bien”.
“Comenzamos hace poco, primero haciendo publicidad pero ahora ya estamos con la entrega de pedidos, en estas primeras semanas comencé a ver que el dinero varía mucho. Hay horas que estamos sin hacer ninguna entrega, y de golpe ingresan varios pedidos juntos. Es bastante relativo el movimiento”, indicó uno de los jóvenes.
“Esto lo tomo como una opción de trabajo temporal. El ingreso me parece muy poco pero me facilita mucho que puedo disponer los días que quiero trabajar o no. Es algo pasajero mientras busco algo mejor”, aclaró.
Otro repartidor que escuchó atentamente el diálogo, interrumpió diciendo: “No es un trabajo para tomarlo muy en serio. Es una opción del momento, algunos de nosotros estamos obligados a recurrir a esto porque no hay trabajo en ningún lado. Yo hace tiempo dejo mi currículum y me presento en varias entrevistas pero nunca me llaman para trabajar”.
Mientras que un tercer interlocutor manifestó: “Para los jóvenes de nuestra edad no hay trabajo en ningún lado. Te ponen trabas todo el tiempo. Por la falta de experiencia o por apariencia, la ropa que llevas, o por no tener contactos dentro de una empresa, y todos necesitamos ganar algo de plata. Algunos de nosotros necesitamos la plata para bancar los estudios, otros viven solos y tienen que pagar alquileres cada vez más caros, o hay que llevar algo para ayudar a los padres en la casa que también la están pasando mal. La crisis pega por todos lados”.
En relación a los días de intenso calor que se aproximan y la complicación que acarrea trabajar con esfuerzos físicos bajo el sol, uno de los repartidores opinó: “Es importante tomar mucha agua, todo el tiempo, una vez que uno ingresa al turno es difícil parar si hay muchos pedidos y el esfuerzo se siente, por eso hay que cuidarse mucho de no deshidratarse o marearse en la calle. Hay que estar preparados para ir de un lado al otro”.
“Generalmente cuando ingresa un pedido en el que hay que recorrer muchas cuadras de distancia, uno puede pedir que se reasigne a alguien que trabaje con una motocicleta, pero hay veces en las que no se puede reasignar porque están todos ocupados y entonces uno tiene que bancarse pedalear todo ese trecho. Otro tema que preocupa a veces son las zonas inseguras, como somos un grupo reducido hasta el momento no podemos rechazar muchos pedidos por más que el barrio sea picante”, añadió.
Sobre la cobertura que reciben responden: “Tenemos un seguro en caso de accidente en horario laboral, que se nos descuenta del pago semanal. Y la obra social está dentro del monotributo”.
Así, entre los jóvenes se mezcla la urgencia por asegurarse un ingreso, por más inestable que se presente el servicio de mensajería dentro de las propuestas laborales de “tiempo flexible”, donde supuestamente pueden organizar sus propios horarios, pero también están sujetos a la demanda y el límite que impone el esfuerzo físico realizado.