La Amazonia brasileña perdió en agosto pasado 1.698 kilómetros cuadrados de su cobertura vegetal, un área un 222% superior a la deforestada en el mismo mes de 2018 (526 kilómetros cuadrados), según datos del estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
Los números indican que, pese a que la devastación se redujo con respecto a julio de este año, la destrucción de la cobertura vegetal de la mayor selva tropical del mundo continúa creciendo en su comparación con el año pasado.
En julio de este año la superficie de bosque destruida en la Amazonia se ubicó en 2.254,8 kilómetros cuadrados, con un crecimiento del 278% frente a la pérdida en el mismo mes del año pasado (596,6 kilómetros cuadrados), según consignó la agencia EFE.
El fuerte salto de la deforestación en julio y agosto de este año hizo que el área de la Amazonia destruida en los ocho primeros meses de este año saltara hasta 6.404,8 kilómetros cuadrados, una superficie un 92% superior a la derribada entre enero y agosto del año pasado (3.336,7 kilómetros cuadrados).
Los datos son del Deter, una metodología basada en imágenes de satélite y utilizada por el INPE para ofrecer alertas anticipadas sobre las áreas que están siendo deforestadas en la Amazonia pero que, según admite el organismo, no constituyen los datos oficiales sobre deforestación del considerado mayor pulmón vegetal del mundo.
Los datos del Deter, sin embargo, indican una tendencia y sirven para alertar a los fiscales del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) sobre los lugares amenazados en que tienen que concentrar sus actividades.
Política antiambientalista
La revelación de que el aumento de la deforestación se mantuvo en agosto se produce en momentos en que Brasil es blanco de críticas de ecologistas y líderes mundiales de todo el mundo por el fuerte salto de los incendios forestales en la Amazonia en lo que va del año.
El crecimiento de la destrucción de la Amazonia es atribuido por los ecologistas a la retórica antiambientalista del presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien propuso, entre otras cosas, reducir la fiscalización ambiental en la región y reglamentar la minería en las reservas indígenas.
Por la aceleración de la devastación, los gobiernos de Alemania y Noruega suspendieron sus aportes al Fondo Amazonia, de carácter internacional y que Brasil utiliza para financiar proyectos de desarrollo sustentable en la región.
Contrariado por las críticas, Bolsonaro le restó valor a los datos del INPE, destituyó en julio a su director, exigió cambios en los métodos de medición de la deforestación y acusó a funcionarios del organismo de estar al servicio de grupos ecologistas.
Consecuencias mundiales
Los incendios que devastan buena parte de la Amazonia en Brasil y Bolivia tendrán graves consecuencias para el planeta como el incremento del calentamiento global, la pérdida de agua y la extinción de especies, consideró el mes pasado la directora del Jardín Botánico de Bogotá (Colombia), Laura Mantilla.
Para la experta, ningún país está a salvo de las repercusiones medioambientales que tendrán las llamas en el llamado pulmón del mundo.
“No se dará abasto para recuperar los daños del Amazonas porque los que hoy están sucediendo son irreversibles y podrían demorarse 200, 300, 500 años, o más, para recuperar un ecosistema como éste”, dijo.
La directora del Jardín Botánico de Bogotá consideró fundamental que la gente entienda que “sería fatal para la humanidad” que la Amazonia desapareciera.
Asimismo, aseveró que “sin la Amazonia se liberarían enormes cantidades de gases de efecto invernadero que calientan el planeta y, al no haber un bosque que capture las emisiones de dióxido de carbono, éstas aumentarán tanto que el mundo entero se verá afectado en una peor calidad del aire”, concluyó.
Pacto de Leticia
Siete de los nueve países que comparten soberanía sobre la Amazonia firmaron hace menos de una semana en Colombia un acuerdo para la preservación de los recursos naturales del “pulmón del planeta”, asolada por múltiples focos de incendio.
Sin la presencia de Bolsonaro, el acuerdo fue firmado al cabo de una reunión cumbre en la ciudad colombiana de Leticia con la asistencia de cuatro presidentes y representantes de otros tres, quienes antes de abrir la discusión rindieron un homenaje a comunidades indígenas que viven en la región.
El Pacto de Leticia asume múltiples compromisos para la preservación de recursos naturales, como los de luchar contra la deforestación, crear una Red Amazónica de Cooperación para enfrentar desastres naturales, habilitar iniciativas de rehabilitación para recuperar áreas afectadas por el fuego, proteger la biodiversidad y los recursos hídricos y fomentar la búsqueda de mecanismos financieros útiles para la región.
“CATÁSTROFE HUMANITARIA”
La alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, retomó ayer su polémica con el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, al cuestionar los incendios originados por la acción del hombre en la Amazonia y demandar que se impida el agravamiento de una “catástrofe humanitaria” que afecta especialmente a los indígenas.
“Estamos quemando nuestro futuro, literalmente” con los incendios en la Amazonia, los cuales tendrán un “impacto catastrófico para la humanidad”, afirmó la expresidenta de Chile en dos oportunidades durante un discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Suiza.
Los incendios resultan especialmente perniciosos para “las mujeres, los hombres y los niños que viven en esas áreas, entre ellos muchos pueblos indígenas”, subrayó. “El mundo nunca vio una amenaza de esta dimensión a los derechos humanos (…) estoy profundamente preocupada con la rápida aceleración de la deforestación en la Amazonia”, insistió, según citó la agencia de noticias Ansa.
“Apelo a las autoridades de esos países (amazónicos) para que implementen políticas ambientales de larga duración y de sistemas de incentivos a la sustentabilidad”, señaló Bachelet, sin nombrar directamente al presidente Jair Bolsonaro.
Derrotar a los Derechos Humanos
La semana pasada el mandatario brasileño hizo un elogio a la dictadura de Augusto Pinochet durante la cual murió, tras ser torturado, el padre de Bachelet, el general brigadier Alberto Bachelet.
Estas declaraciones abrieron una polémica entre Bolsonaro y la alta comisionada, que también alertó sobre el deterioro de la democracia en Brasil.
Por su parte, Bolsonaro aseguró que la agenda de derechos humanos fue derrotada en todo el mundo y por ello Bachelet comenzó a levantar la bandera del ambientalismo junto con el mandatario francés Emmanuel Macron.
Bolsonaro advirtió que no permitirá que se amenace la “soberanía” brasileña sobre la Amazonia y que el 24 de septiembre pronunciará un discurso “patriótico” en la Asamblea de la ONU en Nueva York.
En su alocución de este lunes en Ginebra, Bachelet sostuvo que los “gobernantes” de los países amazónicos deben adoptar políticas de forma coordinada con la comunidad internacional.
Además dio respaldo a la iniciativa del secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, quien propuso la convocatoria a una reunión global para tratar la crisis. Ante el cuadro que enfrenta la Amazonia, ningún “país o política pueden quedar afuera (porque) todas las naciones y el tejido social, político y cultural de todos los estados serán afectados”, dijo Bachelet.