Ricardo Héctor Vera se recibió de locutor nacional, artístico, periodístico y comercial, en 1999, en la filial del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER) del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya. Y desde ese entonces no se detuvo. Cumplió 35 años al frente del micrófono, y está a punto de cumplir 25 en la transmisión de los sorteos de la Quiniela Misionera a través de radio y televisión. Recordó que allá por 1984 se produjeron sus “primeras y tímidas locuciones”, mientras soñaba con el título de locutor nacional. Por aquel entonces, la capital de la provincia contaba solamente con dos emisoras, LT4 y LT17, que eran de Amplitud Modulada (AM). En la primera llamaban a concurso público para cubrir vacantes de locutores y Vera estaba pendiente del casting para poder ingresar en algún momento. Cuando surgió la posibilidad, no pudo formar parte del equipo porque todavía no había terminado el secundario. “Era un casting numeroso. Me tomaron la voz, la lectura, y Teresa Warenycia me aconsejó que concluya los estudios, que eran indispensables.
Dijo que me iba a tener en cuenta, y a partir de ese momento me presenté siempre. En la décima vez quedé y empecé a trabajar en la locución, una profesión que amo y llevo en el alma”, aseguró, con su particular voz. Desde entonces pasó por varias radios pero “para mí como para todos los de mi camada, la mejor escuela fue la AM. Por eso somos más dinámicos, más rápidos en la lectura.
Nada era grabado, todo artesanal, todo en vivo. Había tanderos que tenían que leer 70 hojas por cada turno. En ocasiones había dos carpetas con publicidades que había que leer de ambos lados, dar la hora, las noticias”. Nacido en el barrio Villa Urquiza, donde tuvo una “niñez muy linda”, sostuvo que cumplir tareas en LT4 era “el sueño” de la mayoría de los locutores de la época porque era la radio más importante del Nordeste Argentino, la más escuchada. Por la noche, Vera conducía el programa “Machete 22” junto a Alberto “Kico” Baztan y Santiago Solís y era “impresionante la audiencia que teníamos, en momentos en que la tecnología era incipiente. La gente que pasaba por la plaza 9 de Julio subía las escaleras hasta el estudio de Bolívar 318, nos dejaba en la entrada las notas, las cartas. Es por eso que LT4 fue para nosotros una escuela muy importante”.
Además, albergaba a referentes como Silvio Orlando Romero, que fue uno de los destacados del Nordeste Argentino, y que apadrinó la carrera del Montoya. “Era un locutor completo, y yo aspiraba a ser como él. Atendía sus locuciones, me gustaba como hacía el informativo, el deportivo, cómo encaraba el programa para jóvenes, el chamamecero. Tenía cualidades especiales”, narró, quien cursó la primaria en la Escuela Nº 76 “Marina Argentina”, y el secundario, en el Polivalente Nº 1. Otro de los “grandes” que “siempre recuerdo es “Cacho” González, hermano de Aída. Estas voces hicieron que yo aprendiera mucho”. Para Vera fue un placer trabajar con Alejandro Guerrero, destacado periodista, “que me enseñó no sólo lo radial sino la historia de la radiofonía, la parte sindical de la Sociedad Argentina de Locutores porque él era uno de sus titulares en la provincia”.
Mencionó a Jorge Núñez Miñana con “Las mañanas de Miñana”. Con frecuencia charlaba con Don Jorge y en una oportunidad le hizo ver que “siempre estaba leyendo. Lo admiraba porque leía mientras saboreaba un café, mientras se pasaban los temas musicales, sentado en la plaza. Me contestó que un buen lector nunca se aparta de su lectura. Eso me quedó grabado y me dio una gran enseñanza, por eso esa escuela fue para mí tan valiosa”.
Otras oportunidades
Vera ingresó al IPLyC SE en 1988, bajo la presidencia de Daniel Azar, y comenzó a trabajar el Área de Juegos, cuando la quiniela se anotaba en libretas. En 1995 asumió la conducción del organismo Miguel Ángel Alterach (h). El 31 de mayo de ese año estaba haciendo un turno en LT4 y un compañero de la Lotería fue a buscarlo. “Me dijo que el escribano quería que esa noche me hiciera cargo del sorteo. Me vi sorprendido porque si bien escuchaba las transmisiones, nunca me interesó tomar la posta del sorteo. A partir de ese momento, tímidamente, comencé las transmisiones en la noche”, confió. Era un único sorteo, con premios de la cabeza a los diez, a las tres cifras.
A su entender, anteriormente el sorteo era “frío”, no se daban los resultados de los sueños, no se comentaba, “hoy es más familiar”. Para lograr ese cambio empezó a jugar con los significados, lo que fue dándole cada vez más cuerpo a la transmisión y se fue imponiendo esa impronta, con algo de sentido del humor. Recalcó que el objetivo está cumplido “cuando logro sacar una sonrisa porque hay que tener en cuenta que no todos ganan. Hay un sector que no. Si trato de sacar y regalar una sonrisa con mi humor sano y respetuoso, el objetivo está cumplido, y ese es el propósito de cada día”.
Confió que las frases que impuso durante la transmisión nacieron de hechos que ocurrieron en el mismo sorteo.“No las pienso ni las escribo sino que se suceden en el mismo momento, como por ejemplo, una de ellas cuando la quiniela era un poco más artesanal y la sala de sorteos se ubicaba por calle Félix de Azara. Allí había una pizarra que daba al frente para que el que pasara por la vereda pudiera controlar los premios de cabeza a los diez. Una noche mientras hacía el sorteo a uno de los auxiliares se le cayó la caja con los números que eran cuadraditos plásticos que se colocaban en la pizarra. Hizo un ruido terrible y como estaba al aire, dije: y ruidos a bolillas. Entonces me quedó la frase, a la siesta, ruidos a bolillas”.
En los oyentes/televidentes “pegó mucho: el que no arriesga, no gana; si usted no sacó es porque no jugó; atenta la mirada, firme el oído, actitud ganadora. Lo disfruto, y si la gente lo toma, es porque le agrada”. Son 25 años en los que la gente “se identifica con uno, con la perseverancia, el trabajo, la constancia. Me siento feliz, trabajando donde estoy, con libertad. Todo lo que expreso trato de llevarlo adelante, con sinceridad, con humildad, honestidad, profesionalismo. Lo más importante en esto es la credibilidad. El apostador necesita creer en el locutor que todos los días le está informando”.
Entiende que la locución de sorteo “es una de las más completas que puede haber en la radiofonía porque informamos, hacemos locución comercial, estamos relatando y llevando esperanza, cumpliendo sueños, alentando. En quince minutos diarios tenés varias aristas por desarrollar”.
La labor en el IPLyC SE le dio la posibilidad de conocer casi todas las loterías del país, “algo sumamente importante para alguien que está al frente de una transmisión diaria, sabiendo de qué habla”. En esas giras, se encontró con Luis Roberto González Rivero, alias “Riverito, un maestro, un referente, de quien aprendí mucho en pocas horas”. En esos lugares “recibí felicitaciones por las presentaciones, las conferencias, lo que habla bien de la empresa, que hay un equipo que trabaja bien”.
Consideró que Misiones es semillero de “buenos locutores” y trajo a colación una experiencia que vivió en 1999, cuando alumnos y profesores de la carrera viajaron a reconocer medios de Capital Federal (ATC, Radio Nacional, Mitre, TN, Canal 13) y FM Hit, que era “una de las más importantes del país con una de las locutoras más top del momento: Marcela María Delorenzi (Daisy May Queen) que conducía el Ranking Los 40 principales”. El grupo ingresó al estudio y la conductora presentó a su colega y amiga Julia Leonor Cardozo y “quedó tan sorprendida que no la hizo participar más. Quedó como celosa de la voz de Julia”.
Volver a la vida
En 1989, cuando Vera se anotó para cursar locución junto a la primera promoción de la carrera tuvo un grave problema de salud. Lo trasladaron de urgencia a Buenos Aires y lo operaron de la médula debido a una hemiparesia derecha, por lo que debió suspender los estudios con el convencimiento de que los retomaría una vez recuperado. Internado en la clínica La Sagrada Familia, del barrio de Belgrano, preguntó al Dr. Raúl Matera -quien fue médico de Perón- si podría volver a caminar, a lo que el profesional contestó que había dos posibilidades: “una que camines y otra es que no. Cuando di los primeros pasos fue volver a la vida. Después de un año y medio, con el apoyo de mi esposa Graciela, volví a Posadas. Estaba muy deteriorado y sentí una gran emoción cuando me fueron a esperar al aeropuerto”.
Emocionado, contó que para recuperarse “hice un gran esfuerzo, puse voluntad, y en mi cabeza estaba todo lo que quería hacer. Decía: Dios me dio la oportunidad de una segunda vida y de cumplir todos mis sueños. Me recuperé, volví a trabajar, a la radio, a estudiar, me recibí, mis hijos Gastón Carolina y crecieron, soy abuelo de Micaela, Gianela y Bastian, mi familia maravillosa”. Concluyó que “mi historia de vida es difícil pero siempre con la bendición de Dios. Confío mucho en él y doy tantas gracias todos los días”.