En la Argentina, alrededor de un 40% del territorio –unas 120 millones de hectáreas– está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica. Esa cifra se ha duplicado al cabo de un período de 50 años, con un incremento anual promedio ligeramente superior al millón de hectáreas.
Particularmente en el INTA Paraná, Entre Ríos, analizaron, durante cinco años, alternativas de manejo con enmiendas orgánicas e inorgánicas que permitan revertir el daño en la estructura de los suelos del tipo Argiudol ácuico (Serie Tezanos Pinto), que se encuentran bajo producción agrícola.
En esta línea, Emmanuel Gabioud, especialista en Ciencias del Suelo del INTA Paraná, aseguró que mediante la aplicación de la conocida “cama de pollo”, compuesta por restos de cáscara de arroz, aserrín o virutas de pino o eucaliptus, restos de alimento, plumas y deyecciones de aves, y de sulfato de calcio, principal componente del yeso, es posible, a corto plazo, remediar la estructura del suelo afectado por el uso agrícola continuo bajo siembra directa.
“La aplicación de esta enmienda evidenció, luego de 20 meses de su aplicación, notables mejoras con un efecto positivo en la superficie dado por el incremento en el carbono orgánico del suelo en los primeros 5 centímetros de profundidad”. Además, se observó un aumento de la proporción de la estructura Gamma, que es la resultante de la aglomeración de pequeñas partículas por el efecto del clima, la actividad biológica y la materia orgánica.
“Esta estructura presenta un aspecto migajoso y se reconoce por una alta porosidad visible y superficie rugosa, generada por el fomento de la actividad biológica del suelo”, indicó Gabioud.