La escuela como institución social está en un proceso de cambio e incorporación de herramientas que repercuten en la forma de aprendizaje dentro de las aulas. Sobre esto, PRIMERA EDICIÓN dialogó con el doctor en Ciencias de la Educación Pablo Narvaja.
Respecto a los cambios presentes en la actualidad, indico que “ahora el acceso a la información es mucho más amplio y democratizado con la difusión de los teléfonos inteligentes y la convergencia tecnológica. Es así que el acceso al conocimiento es bastante distinto y en eso debemos ver cuál es la función del docente en medio de tantos programas de youtube o tutoriales online”.
En este sentido, “el objeto de la educación tiene que ser el pensamiento: cómo seleccionamos la información y distinguimos lo válido; cómo podemos encarar distintas perceptivas sobre la misma situación; cómo analizamos y hacemos de varios textos uno; cómo resolvemos problemas aplicando el conocimiento matemático, físico o químico. En eso, el rol del docente no puede ser reemplazado por la tecnología sino que implica un aprendizaje colaborativo en el aula, donde no se transmiten certezas sino más bien preguntas que buscarán una respuesta con el acceso a la información disponible”, remarcó Narvaja.
Acerca del sistema de evaluaciones estandarizadas en la Argentina, este experto en Educación explicó que “la evaluación como se utiliza en el sistema escolar básicamente refuerza ese rol tradicional de la escuela de transmisor de información y sólo en algunos puntos evalúa ciertas habilidades a través de preguntas abiertas, redacción o comprensión lectora. Ahora, habría que generar un complemento de evaluación para poder tener una mirada más clínica del estado y al mismo tiempo evitar las comparaciones, porque sino no podemos saber si una escuela que trabaja con niños de sectores de población vulnerable ha hecho un buen trabajo o no; mientras que una institución que atiende a chicos de una clase social más privilegiada hasta qué punto inciden esos resultados de cómo aprenden teniendo en cuenta el acceso a la información que tienen en el hogar donde tienen computadora, pueden acceder a maestros particulares y acuden a deportes además de programas música”.
Al hablar sobre las tendencias en algunos países que no dejan tareas a sus alumnos, Pablo Narvaja indicó que “eso está en relación con el tiempo que tiene el docente en clase y el que pasan la institución en sí. Ahora, la currícula y las evaluaciones estandarizadas obligan a transmitir demasiada información en poco tiempo. Así que una ruptura implica también pasar de las certezas a promover la actividad del alumno. El docente puede transmitir una pregunta, donde el estudiante debe acudir a esos centros de información mientras el maestro puede guiar, ayudar a pensar y polemizar el tema. En esto, la tarea incluso puede ser algo motivante porque puede implicar que los alumnos respondan a problemáticas con diversas estrategias de aprendizaje”.
En cuanto al tiempo que los jóvenes pasan en el establecimiento educativo, este docente señaló que “los sistemas como la jornada extendida son una necesidad y creo que se ha visto que cada vez más escuelas públicas la tienen, lo cual es muy bueno. Esta modalidad debe profundizar en áreas de conocimiento desvalorizadas por los viejos sistemas ‘transmisoras de certezas y conocimiento’. Aquí deben darle más importancia a los lenguajes artísticos y estéticos, deportes y actividades comunitarias así como las ambientales. Existen un montón de elementos que se pueden optimizar en la jornada extendida y no precisamente para tener más matemática o lengua”.
Sobre la crisis educativa en la Argentina, Pablo Narvaja lamentó que “el sistema ha llevado a que el rol del docente quede en una posición reemplazable, cuando se debería cuidar de esa autoridad para enseñar. Las políticas públicas necesitan jerarquizar y otorgar un rol que sólo el docente puede hacer y que debe además ir acompañado de una dignificación salarial”.