Difícilmente Jorge Antonio Álvarez (42) olvide la situación que le tocó vivir a manos de dos delincuentes armados, el pasado jueves por la tarde.
Segundos antes de que los peligrosos individuos irrumpan en su oficina, en el barrio Nuevo de Garupá, recibió un mensaje al Whatsapp de su encargado “estoy llegando, ya estoy en ‘el indiecito’”.
“No ofrecí resistencia, estaban los dos armados y no dejaban de apuntarme. Apenas entraron lo primero que hice fue señalarles el cajón donde estaba el dinero de los sueldos y aguinaldos para el personal, unos 145 mil pesos entre moneda nacional y reales. ‘Está por venir mi encargado en su camioneta’ les dije e insistí ‘ya está llegando, no se pongan nerviosos’. No sólo temía me maten, quería evitar más víctimas. Sabía que se iban a cruzar con mi empleado”.
“Agarraron el dinero, dos teléfonos celulares de la empresa, el mío particular y un revólver calibre 32 que tenía guardado. Cuando se disponían a salir pasó lo que yo temía, llegó mi encargado. Entonces él estacionó y fue que vio un Renault Scénic estacionado afuera. Se acercó al conductor y le preguntó ‘¿necesita algo señor?’. El chofer, que era el tercer cómplice le contestó ‘no gracias, espero a un amigo’. Cuando mi encargado se dio vuelta uno de los que estaban armados le pegó un culatazo en la cabeza que lo tumbó y lo dejó semiinconsciente. Allí volvieron sobre sus pasos hacia la oficina donde yo estaba maniatado. ‘Listo’ me dije a mí mismo, como pasa en la vida real y luego muestran en las películas, acá me ejecutan. Tenía uno una escopeta y el otro una pistola. Lo primero que pensé es en cómo le iban a decir a mi familia que me mataron, cómo le iban a decir a mis hijos, una nena y un adolescente, y a mi esposa que me habían asesinado. En ese momento no tuve miedo, sentí tristeza”.
El emotivo relato pertenece a Jorge Álvarez, el empresario del rubro de alquiler de baños químicos que fue víctima del asalto.
Finalmente dijo que “por fortuna nada peor sucedió” y a los pocos minutos estaba abrazado con su familia frente a la comisaría de Garupá.
“Mi encargado se hizo una radiografía y tiene lesiones leves. Lo único que no entiendo es porqué asaltaron a mi empresa, donde prácticamente no manejamos dinero en efectivo y somos una firma chica. Ellos querían más dinero, hablaban con acento paraguayo. Creo que se equivocaron de dirección. Hace dos semanas y media fueron en ese mismo auto, el Scénic, dos personas distintas a los asaltantes e hicieron preguntas como si fueran clientes. Fue allí que con gran tino anotamos la patente, porque hicieron muchas preguntas. Y tal como calculamos, volvieron a robar”.