Amanece en el barrio A-4 pero ni los rayos de sol parecen poder echar luz sobre el manto de prejuicios que lo oscurece todo. Que en esas calles no hay futuro, que es una escuela de la delincuencia, que los más chicos sólo quieren robar y drogarse. Problemas hay, seguro, pero pareciera resultar más fácil limitarse al análisis fácil que escarbar en la complejidad del asunto. En A-4 pueden faltar muchas cosas, pero lo que más duele es la ausencia de posibilidades. Al final de cuentas, esa es la brecha entre los que podrán y los que no. La falta de oportunidades.
Quizás por eso es que cada medalla, cada podio al que se sube, no es solamente un triunfo para Mariano Bandera (17), sino también para todo el barrio. A Mariano no lo frenaron ni los prejuicios, ni la falta de oportunidades ni la “discapacidad cognitiva” que le detectaron años atrás. Todo lo contrario. Esos fueron peldaños a la hora de impulsarse y salir adelante.
Horas antes de iniciar un nuevo año de competencias, esta vez en el CeNARD, EL DEPORTIVO visitó a Mariano en la escuela a la que asiste para revivir toda una historia de superación ligada al atletismo y cuáles son las perspectivas de cara a lo que se viene.
El orgullo del barrio
Es de mañana y el timbre resuena en los pasillos del Centro Educativo Polimodal 5 de A-4, sobre uno de los accesos al barrio. “Lo conozco desde los 5 años, que venimos trabajando con él. Siempre lo acompañamos, tanto en la escuela especial como acá. Por esfuerzo propio logró terminar el séptimo grado. Y estamos muy contentos porque logró terminar la secundaria”, le cuenta a este Diario la directora de la Escuela Especial 45, que funciona al lado del CEP 5, Estella Verón.
Estella conoce a Mariano desde muy chico. Por eso actúa como una suerte de enlace junto al profe Federico González, descubridor de las condiciones de Mariano y actual entrenador. “Es un orgullo para todos, para la escuela, para los compañeros, para el barrio”, resalta Fede.
Y Mariano no se hace esperar. Impresiona su talla (mide más de 1.80) y también su sonrisa. Y el afecto de los compañeros, que descubren lo que está por suceder y comienzan a gastarlo. “Mandá un saludo para las chicas, Mariano”, le gritan. El crack se sonríe y, después, adopta la seriedad propia del atleta a punto de ser entrevistado.
“Empecé jugando al fútbol en el club Huracán. Y un día, en la clase de Educación Física, el profe me invitó a una competencia de atletismo. Primero me parecía raro, pero después me empezó a gustar y ya no lo dejé más”, confiesa Mariano. Fede, el profe, recuerda que enseguida notó las condiciones de Bandera: “él enseguida empezó a destacarse. Y el atletismo nos fue abriendo caminos. Empezó a ganar la etapa local, los provinciales y, al final, en 2015, corrió en sus primeros Juegos Evita, en Mar del Plata”.
Mariano recuerda ese año con alegría. “Competí en lanzamiento de bala y salí cuarto, en los 80 metros llanos salí primero y salimos segundos en la posta 4 por 80”, rememora sobre aquel 2015, el que le abrió las puertas a lo nuevo. En 2016, nuevamente los Evita, pero ya para debutar y ganar el oro en salto en largo, la prueba de 80 metros llanos y la posta de 4 por 80. “Ahí me convocaron para los Juegos Sudamericanos de Colombia”, dice Bandera. Su vida ya había comenzado a cambiar.
Tras los Juegos Evita 2016, el joven fue invitado a participar en los Juegos Sudamericanos Escolares, que se realizaron en Medellín, Colombia. Mariano viajó con la selección argentina sub-14 y no desentonó. Fue la figura. “Fue un viaje muy lindo, primero había un poco de nervios, pero después superé eso. Logré el bronce en 80 metros llanos y la medalla de plata en salto en largo”, recuerda Mariano, con una sonrisa. Es que fue como un sueño hecho realidad. De A-4 al mundo, sin fronteras ni obstáculos. “Nunca pensé que iba a conocer Colombia”, confirmará luego el protagonista.
En ese torneo internacional, Mariano ganó esas dos medallas y el reconocimiento del ambiente, incluso de PRIMERA EDICIÓN, a través de la FIESTA DEL DEPORTE. Y también se ganó un apodo peculiar. “En la final de la posta, capaz que por los nervios, antes de cruzar la meta empecé a mirar para atrás cada ratito, para ver dónde estaban los rivales. Y ahí la directora de la delegación me empezó a decir Usain Bolt… Y bueno, me gustó…”, estalla con una carcajada Mariano, quien le confía a EL DEPOR que, claro, el velocista jamaiquino es su ídolo. “Lo veo en los videos y trató de imitar sus movimientos, la zancada, para mejorar. Me gustaría conocerlo y competir con él”, retruca el crédito del sur posadeño.
Tras un 2017 marcado por un desgarro que, de todas maneras, no lo eximió de ganar algunas medallas, durante 2018 volvió a destacarse y cosechar oros en los Juegos Evita, lo que le valió una convocatoria a la Selección Argentina absoluta de atletismo adaptado. “Ya fui a concentrar, estuve en el CeNARD. La idea es estar ahí y pelear por un lugar, clasificarme a algún torneo internacional”, cuenta Mariano, el orgullo de su padre, empleado de la construcción; de su madre, ama de casa y quien lo acompañó a una de esas concentraciones; y de sus tres hermanos.
El calendario 2019 para Mariano es amplio. Primero se viene el Open de Atletismo Adaptado y en los próximos meses, el Open de Resistencia, en Chaco. ¿La aspiración? Continuar con el equipo nacional y algún día “llegar a un Mundial o un Juego Olímpico y quebrar un récord”.
¿Qué se siente salir al país y al mundo con la bandera de Misiones? El juvenil reconoce que le da “orgullo representar a Misiones”, pero enseguida aclara que “más orgullo todavía me da representar al barrrio, porque A-4 es un lugar en el que nadie piensa que vas a tener futuro”, reflexiona Mariano, con la sonrisa que siempre lo acompaña, y con el ejemplo de que se puede más allá de todo.
Ya casi es mediodía y muchos de los chicos emprenden el regreso a casa desde la escuela. Antes de despedirse, Mariano posa para las fotos delante de una pintada enorme que cubre una de las paredes del CEP 5. “Respeto”, exige el muro, el grito poderoso de un barrio casi siempre olvidado y de un atleta que quiere -y merece- ser tratado como cualquiera. Queda solo una pregunta por hacerle a Mariano Bandera. ¿Qué sentís cuando corrés? La respuesta es todo un símbolo. “Siento alegría, pasión por lo que hago. Pero sobre todas las cosas, cuando corro siento como si tuviera alas, como si estuviera volando”, cierra. Cuando corre, no hay prejuicios, no hay obstáculos, no hay discriminación. En la pista, Mariano finalmente es libre.