El viaje de los chicos que concluyen un ciclo de estudios (séptimo grado y quinto año) o bien, el cada vez más solicitado, de quince años a Disney, plantean el interrogante sobre el alcance y la responsabilidad de las empresas contratadas en el cuidado y orientación de los adolescentes durante ese período. Pero, especialmente, para los padres respecto a quiénes les delegan la vida de los hijos al momento de pasar varios días fuera de casa y, en ciertos casos, a miles de kilómetros.
Mayo es el mes en el que tradicionalmente comienzan las promociones de los viajes del año siguiente. Es allí donde comienza la experiencia que puede tomarse como una prueba que va más allá del tema económico, porque se trata -para muchos- del primer viaje sin familiares.
Hay reglamentaciones vigentes sobre los viajes estudiantiles que las empresas deben cumplimentar para poder ofrecer sus servicios: inscripciones como operadores de determinados destinos, la habilitación de su personal (en ambos casos en los registros del Ministerio de Turismo de la Nación), las unidades de traslado, los papeles de autorización ya que se trata de menores, entre tantos otros, que los padres o tutores deben tener muy en cuenta antes de estampar la firma en el contrato.
En el caso de los viajes de quince años a Disney, no existe una reglamentación específica de contralor y se ciñe estrictamente al contrato entre la empresa y, en este caso, los padres. Sin embargo, es la experiencia más compleja ya que se trata de otro país en la otra punta del continente y merece que los adultos sean muy estrictos al momento de seleccionar al operador turístico como a los acompañantes.
Se debe exigir que los “coordinadores” conozcan el destino y, por más que los dueños de las empresas aseguren que ellos viajan, muchas veces no están tan presentes como prometen y delegan los contingentes en jóvenes sin la experiencia ni los conocimientos para manejar adolescentes.
¿Cómo “plantarse” ante los hijos a quienes los “influencers” cancheros les venden un paquete y los adultos dudan de la veracidad y la oferta de viaje?
En esta primera nota, PRIMERA EDICIÓN recopiló información, experiencias de padres que se animaron (sin dar su identidad) y la palabra del presidente de la Asociación de Agentes de Viajes en Misiones para comenzar a desandar un camino hacia el sueño, que parece sencillo de cumplir, pero podría terminar en frustración.
“Como que les
comen el cerebro”
María N. vivió el año pasado el viaje de su hijo en quinto año a San Carlos de Bariloche y comparte sus experiencias feliz porque todo “funcionó a la perfección” pero detalló que “demanda un compromiso importante de los padres, que se involucren, que no dejen solos a los chicos, tanto en el proceso previo a la contratación de la empresa como durante el viaje. No significa sobreprotegerlos, para nada, pero tampoco dejarlos solos porque hay mayores que se pueden aprovechar de esa situación”.
En principio explicó que “a los chicos los fogonean en las puertas de los colegios. Yo tengo la mejor oferta, si vos me conseguís que viaje el curso te doy tal cosa o tal otra, una excursión más, como que le comen el cerebro. El chico viene y te dice viajemos con tal empresa. Lo que hicimos es ir a las reuniones de las empresas como padres a escuchar las propuestas. Por más que el chico venga y te diga, quiero viajar con tal empresa, si la mayoría no viaja, los padres optan por no mandarlos solos ni en grupo reducidos. En conjunto se tomó la decisión cuál es la empresa más conveniente para los chicos”.
Agregó que “lo que nos ofrecía una empresa al principio no nos convencía, no nos ofrecía la seguridad para mandar a los chicos, por los coordinadores, los lugares a los cuales iban a ir. Si viajaban solamente veinte chicos lo que iban a hacer era mezclarlos con otros de distintas escuelas y ciudades. En consecuencia, uno como padre, no tenía la certeza de qué grupo les podía tocar. Además, los boliches no eran 100% exclusivos sino compartidos. Tampoco nos daban seguridad en el sentido de cuántos padres o coordinadores podían viajar”.
Otra de las empresas, la que en definitiva terminó cumpliendo las expectativas del grupo de alumnos y padres, se destacó por tener “boliches y hoteles propios, donde si bien se encuentran con chicos de todo el país son los de la misma empresa, exclusivo de ellos. Si viajan 40 chicos lo hacen todos juntos, ya sea en micro o en avión.
En el caso que tengan que completar un micro buscan chicos que sean de colegios similares para no mezclarlos con otros que, por experiencia o rivalidad, pueden llegar a tener problemas. Dos papás firmaron para fijar precio y luego se armó la comisión de padres, el grupo de WhatsApp, se presentó el coordinador general del grupo, que es un señor mayor y los coordinadores que van a viajar con los chicos, que son mayores, que ya viajaron y tienen experiencia, y no chicos jovencitos. Uno los va conociendo porque los chicos interactúan con ellos todo el tiempo dentro del grupo de WhatsApp, porque si hay problemas lo explican, se sacan todas las dudas”.
Letra chica y promotores
El hijo de María asistió a un colegio público de gestión privada y fueron más de 40 los que pudieron concretar el anhelado viaje de egresados.
“Cuando uno va a firmar el contrato hay que leer todo porque nos pasó que nos ofrecían determinadas cosas y, luego, eso no estaba incluido. Siempre tiene que haber alguien que lea la letra chica. Nosotros les hicimos notar que lo que nos estaban vendiendo no estaba allí y tuvieron que modificarlo varias veces. Así quedó plasmado, por ejemplo, que todas las excursiones estaban dentro del paquete”.
Por otro lado, se refirió a los promotores y recordó que “lo planteamos a las empresas porque los esperaban (los promotores) a la salida de la escuela y los abordaban a tres o cuatro que saben que tienen ascendencia en los grupos, que tienen más afinidad, y entonces les invitaban gaseosas, bizcohitos, a ir a la empresa para un copetín y ahí les convencían para que los elijan. Como que los van ‘engatusando’. Entonces los chicos después vienen y nos dicen tal empresa es la mejor, mirá lo que nos ofrecen”.
Añadió que “incomodan a los padres estos promotores porque le generan una ilusión y después uno como padre debe ‘bajarlos a la realidad’ porque hay que evaluar los precios, la seguridad, lo que te ofrecen, y ahí chocás, porque te plantean que quieren viajar con tal o cual. Los papás que están más comprometidos son los que eligen, son pocos los casos de los padres que mandan a sus hijos solos o con otro colegio”.
Sobre la responsabilidad de los papás, opinó que “el que paga es el adulto y tiene que tener la capacidad para ver si está mintiendo o no la empresa, si es necesario averiguar alguna cosa que a uno le genera dudas. Pero cuando uno asiste a las charlas, ve las caras de las personas que te están ofreciendo el viaje, los detalles, cómo se manejan con las preguntas, uno ya tiene un buen panorama de si nos están mintiendo o no. Al grupo de padres del viaje del año pasado, a la mayoría les pasó eso”.
Vínculos
Consultada sobre si genera un lazo de compromiso entre los padres a la hora de organizar para que sus hijos viajen, María afirmó que “sí, porque van surgiendo nuevas cosas que necesitan resolverse sobre la marcha, no es pagar y desentenderse, como elegir si viaja un profesor y suman a otro coordinador más o a otro padre.
Finalmente se decidió que viaje un padre más para que supervisara el tema de la plata, del famoso fondo por si rompen algo”.
Y agregó que “la mamá que le tocó viajar se hizo cargo de ese dinero, que se use debidamente en el caso que pasara algo, de monitorear que la empresa cumpla con todo lo establecido en el contrato, si debían llevar a alguien al hospital, o si había problemas de alcohol”.
“Les meten presión”
Otro de los temas muy apuntado por los padres es el sistema mediante el cual las empresas conquistan a los chicos para que los elijan para firmar el contrato. A. González es el papá de Sebastián, quien está en cuarto año y preparando su viaje a Bariloche para el año próximo y resaltó que “para mí debería haber más control sobre quienes hacen las promociones. Ojo, no estoy en contra de las empresas sino al modo que emplean algunas de ellas, no todas, en mandar a unos pibes a la salida de la escuela a insistirles, taladrarle la cabeza, invitarles galletitas o jugo a los chicos con tal de que firmemos el contrato”.
Este padre fue más allá en ese aspecto y dijo que “para mí roza lo desleal esta forma de captar clientes porque son muy pesados, se aprovechan para meterles presión a los chicos, hacerles quedar mal enfrente de los otros si no aceptan. Todo tiene que tener un límite pero es como que está naturalizado eso y nadie dice ni hace nada. No se les puede impedir que de la puerta del colegio para afuera hagan promoción pero de ahí que prácticamente los rodeen porque andan entre tres o cuatro siempre y les meten presión todo el tiempo… ”.
También contó que para poder viajar los chicos del cuarto año, “venimos haciendo arroz a la valenciana, locro, empanadas y bailes, desde el año pasado. Queremos que viaje la mayor cantidad de chicos y muchos padres se comprometieron a hacer todo lo posible. La situación económica no está fácil, hay quienes ya firmaron contrato el año pasado y pudieron congelar el precio del viaje en pesos, otros que no y lo harán ahora pero ya más caro, así que veremos cuántos serán”.