Dante Pigerl acababa de convertir un golazo y había que mover del medio. Entonces apareció él con toda su magia, esa que tantas veces los misioneros habían visto por televisión o imaginado a través de la radio. Y no es que el crack de Villa Fiorito le pegó con la pelota quieta, en el suelo. El barrilete cósmico se tomó el atrevimiento de levantarla, hacer un par de jueguitos y sacar un sablazo desde mitad de cancha que recorrió el cielo posadeño hasta clavarse en un ángulo.
Aquel gol de Diego Armando Maradona en Villa Sarita ya es una leyenda del deporte local. Fue el sábado 9 de mayo de 1992, una tarde que nadie se atrevió a olvidar y que hasta hoy es charla permanente en cualquier cancha posadeña.
¡Buena, Mouzo!
Dante Pigerl, destacado marcador central de Tigre de Santo Pipó, fue uno de los protagonistas de aquella última visita inolvidable de Diego Armando Maradona como jugador de fútbol a Misiones. Sobre aquella tarde, ante un lleno total, el exjugador recuerda con un dejo de nostalgia y emoción aquel golazo del capitán de la Selección Argentina.
“Antes de aquel gol de Maradona, yo había marcado uno de media distancia. Estábamos en el medio de la cancha para mover la pelota. Él –por Diego Maradona- me dice de lejos ‘¡buena, Mouzo!’ – por aquel marcador central de Boca Juniors-. En aquella época todavía tenía algo de cabello”, se ríe Dante. Y sigue. “Recuerdo que mueven la pelota, Diego la levanta y saca ese zurdazo de media cancha que se mete en el arco. Fue una sorpresa total para todos. Algo increíble. Se desbordó la cancha, la gente comenzó a entrar. Si el partido fue un deleite para todos los que estábamos ahí, aquel gol fue la frutilla del postre” cierra Pigerl.
Un pase de hombro
Otro de los jugadores que compartió cancha fue el apostoleño Roberto “Pilo” Molina, exjugador de Racing y conocido también por su amplia trayectoria en el fútbol de salón. “Pilo” tuvo, además, el orgullo de ser asistido de manera mágica por el mejor de todos los tiempos.
“La mejor experiencia futbolística de mi vida fue esa tarde. Jugar con él, al lado, fue increíble. En un momento, metieron un pelotazo y Diego me dejó mano a mano con el arquero con un pase de hombro. Recuerdo que hacía jueguitos con una mandarina. Era increíble”, repite Molina, aún sin poder creer -pese al paso del tiempo- que estuvo en el mismo césped que Pelusa.
Respecto al famoso gol, Pilo recuerda: “Había que mover del medio y todo el mundo creía que iba a tocarla, pero levantó la pelota y le pegó, el arquero estaba adelantado, pero fue un golazo, entró pegada al travesaño. En ese momento explotó la cancha, la gente se colgaba del alambrado, todo el mundo quería entrar y abrazarlo. Fue una experiencia inolvidable”.
Un relato que recorrió el mundo
A su turno, Jorge Balanda, reconocido periodista misionero, quien tuvo a su cargo los relatos de aquel encuentro para el Canal 12, de alguna manera agigantó la leyenda del mejor jugador del mundo, por aquellos años, pero que sigue vigente entre los que lo vieron jugar.
“El gol de Diego Maradona es como todas la cosas de la vida. Uno se da cuenta de la dimesión que tiene viéndolo desde lejos. Acá en el tiempo no podes creer que hayas sido testigo de la presencia en Posadas de mejor jugador del planeta a beneficio del Hospital de Niños y se manda una sus genialidades. Él la colgó entre el travesaño y las manos de Ayala (el arquero que reemplazó a Jorge Malovski). Viéndolo hoy, no sé si calificarlo como uno de los hechos más importantes, pero si que recuerdo con mucho cariño y emoción. Ese relato luego recorrió el mundo, pues la gente del diario Corriere dello Sports nos pidió autorizacion para utilizarlo en una edición especial hace algunos años atrás”.
Palabras del DT
Por su parte, el actual Director de la Escuela de Técnicos de AFA en Posadas, Oscar Edén Fernández, fue el DT del Selecionado del Interior que enfrentó a la Selección de Posadas, que fue dirigida por Horacio Bongiovanni. “Buby” Fernández, recordó lo que sucedió aquella tarde, pues Maradona jugó un tiempo para cada selección. En la primera lo hizo para su equipo.
“Recuerdo que el Diego en la entrada en calor pidió que dé la charla. En ese momento lo único que le pedí es que para nosotros jugara con la zurda y que en el segundo tiempo para ellos -por la selección posadeña- lo hiciera con el pie derecho”, rememoró sonriente el entrenador.
A casi de tres décadas de aquel juego a beneficio del Hospital de Niño, el recuerdo aparece imborrable en la retina de quienes fueron participes, dentro y fuera de la cancha, de un hecho que agiganta, con el correr de los años, la figura “del diez”, del genio, que en el final del juego amistoso, frotó la lámpara y regaló a los misionero un verdadera obra de arte.
(Publicado originalmente el 25 de noviembre de 2020)