La República Tunecina o Túnez ubicada en el Magreb, al norte de África, es una tierra repleta de contrastes y colores, una tierra que huele a jazmín, a dátil y a té recién hecho, y en el que se pintan los colores: azules del mar Mediterráneo, los dorados en el desierto del Sáhara, los verdes de los oasis, los cobrizos de la cordillera del Atlas y más de tres mil años de historia de la humanidad que han quedo como profundas cicatrices aferradas a su suelo.
Además de la diversión y las variadas actividades de ocio al aire libre, Túnez es imponente en sus monumentos históricos y rico en cultura. La influencia de las culturas que habitan su territorio -bereberes, fenicios, romanos, judíos, árabes y franceses- definen la actual identidad tunecina y son su carta de presentación al mundo.
Los pobladores están siempre dispuestos a acercar al turista a la historia y vida presente del lugar, y se prestan para actuar como guías en los recorridos de interés, para llevar de pesca a los visitantes y ofrecerles alojamiento a bajos precios.
Su pasado es muy variado: fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes han dejado su legado esparcidos por el territorio: la medina de Susa, el Anfiteatro de El Jem, la gran mezquita de Keruan, pero, a tan sólo 20 kilómetros de la capital de Túnez, se encuentra un importante hallazgo, el parque arqueológico de Cartago. Una antigua ciudad fundada por los fenicios en el siglo IX a.C.
Llegó a tener cerca de medio millón de habitantes y, hoy en día, sus restos romanos se pueden visitar, empezando por el tofet, un santuario dedicado a los dioses Tanit y Bâal Hammon, lugar de culto y de sacrificios.
Luego están las termas de Antonino, los baños más importantes de la época romana del que se conservan la capilla bizantina, la columna ‘frigidarium’ y los sótanos de las termas donde trabajaban los esclavos.
Muy próximo a la colina de Byrsa se encuentra el museo Nacional de Cartago, uno de los más importantes del país, en el que se expone una valiosa colección de objetos púnicos y romanos: joyas, estatuas, amuletos, máscaras… Y al oeste, se encuentra el anfiteatro romano construido a finales del siglo I del que sólo queda su arena y el muro del perímetro.
Un lugar de “película” que vale la pena decidirse y conocerlo. Si lo hace…. ¡Muy buen viaje!
Artesanías
Desde la antigüedad las técnicas basadas en el trabajo de la piedra, la lana, del hierro, de la arcilla y del vidrio han pervivido enriqueciendo el arte del norte de África. Se transmite de generación en generación o en cursos en los centros de artesanos.
Sidi Bou Saïd
Es un pequeño pueblo medieval situado sobre un acantilado, paraíso que sirve de inspiración a artistas, escritores y poetas. Es muy común ver a estos artistas inspirándose en las empinadas calles de Sidi Bou Saïd. En el lugar también hay tiendas de todo tipo y talleres donde los artesanos fabrican artículos de plata a la vista. Este poblado ofrece una vista maravillosa, con sus cúpulas brillantes y sus casas de paredes blancas con puertas y ventanas de color azul brillante que dominan la bellísima bahía.
12 Kilómetros
Separan a este pequeño pueblo horadado en la montaña de la mucho más turística Matmata, sin embargo el viaje vale la pena.
En el año 1160
En este año la ciudad de Túnez se convirtió en la capital y comenzó a desempeñar un gran papel intelectual y religioso.