Una de las cosas que permitió el Mundial de Futsal Misiones 2019 fue el contacto entre diferentes culturas, separadas por miles y miles de kilómetros. Cuando se habla con un catalán, por ejemplo, puede que la percepción sea más o menos similar. Sin embargo, cuando el interlocutor es de Marruecos, todo cambia bastante.
Los africanos no vinieron a pasear a la tierra colorada. Lo demostraron en el debut del lunes ante Colombia, cuando hicieron transpirar al campeón del mundo e incluso merecieron un poco más que el 1-2 final. Así se ganaron el afecto de los obereños, que no dejaron de apoyarlos hasta el final.
“Hicimos un muy buen partido y la prueba fue que, cuando terminó, la gente aplaudió a Marruecos. Merecimos el empate o hasta un triunfo”, le dijo a EL DEPORTIVO el español Antonio Fernández, uno de los técnicos junto al marroquí Sitout Ahali. Un mano a mano interesante sobre la realidad de un equipo que sueña con más.
Llegar vivos al domingo
Fernández es orgullosamente sevillano, hijo de padres españoles, pero habla con un marcado acento francés, propio de toda una vida en Bélgica, donde trabó amistad con Ahali. Esa fue la llave para que hoy sea uno de los entrenadores de Marruecos.
“Nos conocemos desde hace varios años, trabajamos juntos en la primera liga de Bélgica. En febrero pasado acepté el desafío, fuimos al europeo en Italia y logramos la clasificación al Mundial C-20 de Colombia. Ahí el objetivo era pasar de ronda y lo logramos: perdimos 4-2 contra Argentina”, contó Fernández sobre su llegada al plantel africano.
Desde entonces, el camino se hizo solo. Después fue la selección C-19 y finalmente la mayor. “El equipo está conformado no sólo por jugadores que viven en Marruecos, si no también por convocados de Bélgica, Holanda, Alemania o Italia. Todos juegan en Primera, incluso Raid”, subraya Fernández, en referencia a la “joya” del plantel, el jugador más joven, Raid El Kaijoui, de 18 años y debutante en el Mundial.
El potencial de Marruecos quedó claro en el debut ante Colombia, en lo que fue la inauguración del Ian Barney II de Oberá y también un llamado de atención para el campeón vigente. Y eso que los africanos tuvieron varios inconvenientes en el viaje.
“Llegamos a Foz y estuvimos cinco horas esperando por problemas con un pasaporte. El retraso hizo que viajáramos directamente a Montecarlo para el acto inaugural. Volvimos a Oberá a las 3 de la mañana y ese mismo día ya jugamos contra Colombia”, relató Fernández, quien contó otro detalle que no trascendió: la visa de uno de los miembros del cuerpo técnico fue rechazada y tuvo que volverse a casa.
“Hasta hoy no sabemos lo que pasó. Fue algo similar a lo que sucedió con Pakistán, tenía la visa aprobada y de repente se la rechazaron”, contó el español, quien luego agregó: “esas cosas no debían haber sucedido, Argentina debió haber sido más claro en todo eso”.
Una de las preguntas obligadas para todo foráneo tiene que ver con haber probado el mate y la mundialmente famosa carne argentina. Y ahí es donde la cultura y la religión salen a relucir. “Mate todavía no probamos y carne, solo yo y uno de los ayudantes, porque somos los únicos que no somos musulmanes. Los chicos, por la religión, no comen ningún tipo de carne, así que comen ensaladas o pescado”, especificó Fernández.
En Marruecos, el 96 por ciento de la población es musulmana. Y eso se refleja en el plantel mundialista. “Ellos todos los días se arrodillan y cumplen con lo suyo. Por ejemplo, antes del partido con Colombia, llevaron adelante su ceremonia. Entre nosotros hay un respeto total, ellos rezan y nosotros quedamos a un costado. Los dejamos tranquilos y, una vez que finalizan, comenzamos con la preparación para el partido”, contó el director técnico.
Fernández asegura que le gustaría jugar contra Argentina, “el país de la pelota redonda”, dice entre risas, un cruce que podría darse en semis. “Queremos jugar contra Argentina y, después, contra nuestros amigos colombianos”, se sonríe, en una hipotética final.
Es que el entrenador, como el resto del equipo africano, sueña con llegar vivo a la definición del domingo en Montecarlo. “¿Quién no sueña? Yo sueño todos los días con ver a Marruecos campeón. No vinimos aquí de vacaciones, está en nosotros lograrlo”, cierra la entrevista, con la ilusión propia que genera un Mundial: dar el batacazo, meterse por primera vez en cuartos y, por qué no, aún más.