Cientos de días y miles de horas bajo el sol dedicadas al trabajo en la huerta, tuvieron una inesperada cosecha. El último domingo, desconocidos entraron a un predio ubicado en San Isidro y se llevaron objetos elementales para la continuidad de un emprendimiento de agricultura orgánica. La víctima fue una mujer de 46 años que se dedica desde al menos seis años a la actividad en ese lugar.
PRIMERA EDICIÓN dialogó con Wilma Mendoza, quien el lunes por la mañana notó los estragos que provocaron los delincuentes. Se llevaron cables eléctricos, bombas de agua y menos una, todas las herramientas que utilizaba para el cuidado de los cultivos.
El lugar queda aproximadamente a 200 metros del destacamento policial ubicado sobre la exruta 213. Para los eventuales transeúntes o automovilistas que pasan por allí, es casi imposible saber que pasando una tranquera, a casi 500 metros del asfalto hay un oasis de cebollitas, lechugas, frutillas, romero, jengibre y cúrcuma, acariciados por una vertiente natural.
La emprendedora indicó que una de las primeras cosas que hicieron los ladrones fue asegurarse cortar el cable de electricidad para después llevárselo, pero por lo que se pudo apreciar no les resultó fácil. Había una fila de postes de más de cuatro metros donde estaban colgados, pero a la vez amarrados los cables que llevaban la electricidad hacia abajo, donde está la huerta.
“Todos los postes, tenían cables trifásicos y en total eran como 300 metros”, se lamentó Wilma.
Hace un año y medio ya los habían visitado los malvivientes y si bien tomaron precauciones para que no volviera a pasar, fue en vano. “La última vez, mi tío me colocó la conexión sobre estos postes. Los ató y aseguró con pedazos de manguera para que fuera difícil trepar y sacarlos. Sin embargo lo hicieron igual”, recalcó.
“Tienen que haber sido personas jóvenes porque no cualquiera puede trepar hasta esa altura”, señaló.
Wilma explicó que las plantaciones que tiene son un microemprendimiento familiar, “vivimos de esto”.
Detalló que el trabajo que hacen allí es ecológico, “es una huerta orgánica que la regamos con agua de vertiente. Y también le damos abono orgánico a los cultivos”.
Enseñando el lugar por donde caminaron los malhechores, señaló el espacio donde estaban las bombas de agua que utilizaba para el riego con aspersores.
“Aquí también estaba la caja que mi tío había instalado especialmente con focos que me indicaban si había baja tensión, para evitar prender las bombas y que se quemaran”.
Luego apuntó al espacio donde solía dejar las herramientas. “Palas, asadas, machetes, tenazas, lima, se llevaron todo. Quedó una asada que estaba por allá medio escondida. Sólo una cosa salvamos de todo lo que teníamos. Ya es la segunda vez que hacen este tipo de estragos”, dijo dolida.
“Hace unos seis años que comencé con el emprendimiento. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que entraron a robar, algunas veces iba a hacer la denuncia y en otras ya me quedaba sin ánimo. Pero ayer vino la gente de Investigaciones de la Policía y el jefe de la comisaría me llamó y se comprometió en ocuparse del caso. Lo que más duele es que cuesta conseguir las cosas y más como está la situación económica ahora. Esto no es algo que es fácil volver a comprar”.
Acerca de quiénes serían y por dónde ingresaron, la mujer especificó que seguramente lo hicieron por detrás del predio.
“Se meten desde los campos ajenos porque desde la ruta 213 es imposible que alguien se entere que hay un emprendimiento acá”. Dijo también que podía tratarse de gente que anda mariscando por la zona, buscando frutos, como ser limones y al ver que no hay nadie aprovechan, ingresan y roban.
Wilma trabaja con un joven que tiene su vivienda más cerca del asfalto. Él estuvo en el predio hasta aproximadamente las 18 del domingo, después salió con su motocicleta. Ese momento habría sido aprovechado por los malvivientes.
“Acá te parás y no sabés si alguien te está mirando. Además que no se ve, nosotros estamos todo el tiempo agachados, porque acá hay que meter el lomo para que esto funcione”, dijo compungida.
“Espero que sacar esto a la luz sirva para abrir los ojos a los demás, porque hay gente que solo hace daño. Ellos no saben el esfuerzo que uno hace para lograr algo. Ahora solo queda volver a remar para salir adelante”.
Wilma dejó su teléfono, el 3764-883-885, para quien tenga algún dato de los objetos que le fueron robados de su huerta.