Eduardo Rauber es un Papá Noel misionero que desde hace 25 años se viste con la tradicional vestimenta blanca y roja, con barba blanca y sombrero, y en lugar de quedarse sentado esperando una carta o el pedido de los niños en alguna plaza o centro comercial, sale por las calles y avenidas de Puerto Rico y Capioví repartiendo ilusiones.
Con más de 30 kilos de golosinas en su enorme bolsa roja, la mayoría comprada con sus propios recursos y otro poco donado por una casa comercial, Eduardo, de 60 años, conocido en la Capital de la Industria como “Lucho”, repartió dulces a niños y niñas en su ya tradicional caminata navideña.
Tras este recorrido por calles de Puerto Rico y Capioví, contó a PRIMERA EDICIÓN que “me transformé casi sin querer en el ‘Papá Noel solidario’. Hace 25 años que hago esto en la previa de Nochebuena. Yo quería romper el esquema del Papá Noel sentado y salir a caminar, encontrarme con la sonrisa, la impresión, la alegría y el asombro de los niños de ver en vivo y en directo a Papá Noel y creo que lo logré”, añadió Rauber.
Consultado por su objetivo o por el motivo que lo lleva a esta representación desde hace un cuarto de década, comentó que “lo hago por mera satisfacción y alegría personal de poder ver la sonrisa y alegría de un niño, al igual que de sus padres, quienes también se sorprenden y en la mayoría de los casos filman o fotografían esa escena única. No tengo hijos y poder ver la cara de un pequeño al ver a papá Noel, abrazarlo, tocarlo, no tiene comparación con nada”.