Podría decirse que sólo faltaron las cámaras de filmación, porque una discusión de tránsito derivó en una gresca de película al estilo de la galardonada “Relatos Salvajes”.
Casi una decena de personas se inmiscuyó en escenas de pugilato que asombraron a los ocasionales transeúntes y automovilistas que circulaban ayer al mediodía por avenida Quaranta. El hecho dejó como saldo cuatro heridos que tuvieron que ser trasladados al hospital para recibir las curaciones pertinentes.
La calurosa mañana del jueves se puso más caliente en un lavadero de autos cercano al hiper. En ese lugar se produjo una colisión entre dos autos.
Normalmente, cuando ocurre ese tipo de incidentes, los conductores intercambian datos para que luego el seguro se haga cargo de las eventuales responsabilidades. Pero en este caso, uno de los involucrados decidió huir del lugar sin la más mínima consideración por lo sucedido.
Indignado, el damnificado por el siniestro, de 54 años, quiso a toda costa que el otro conductor se haga responsable por los daños a su Renault Sandero, por lo que inició así una persecución que se extendió por varias cuadras.
Quien escapaba detuvo el vehículo e ingresó a una vivienda ubicada en Quaranta casi Comandante Miño. El dueño del Sandero se apersonó y pidió que saliera para dialogar, pero en vez de uno le salió la familia entera a increparlo y agredirlo con golpes de puño y patadas, siempre según su denuncia.
Luego de recibir una tunda, el hombre pudo recobrar el aire, alejarse unos metros y llamar a sus tres hijos, de 22, 26 y 29 años, para que fueran a ayudarlo. Apenas llegaron los jóvenes, se desencadenó otra vez la batalla. Esta escaló en intensidad dado que se sumaron más personas pertenecientes a una comunidad extranjera de la que forma parte quien intentó huir.
Si bien el padre pidió refuerzos, enseguida se vieron superados en número. La Sandero tampoco se salvó, dado que dos mujeres, munidas con elementos contundentes, abollaron la chapa y rompieron los vidrios del vehículo, que terminó con más roturas que las que originaron el incidente. También acabó con daños una bicicleta en la que uno de los jóvenes había llegado a socorrer al padre.
Fue necesaria la intervención de efectivos del Comando Oeste, Destacamento San Isidro y la comisaría Decimoséptima para calmar la situación. Los policías solicitaron la presencia de una ambulancia, que derivó a los cuatro agredidos al Hospital Ramón Madariaga.
El hecho fue caratulado como “daño y lesiones recíprocas” e informado al juez de turno. En tanto, aún no queda claro quién será el que deberá reparar los daños al automóvil. Las heridas y contusiones se curan con los días, pero respecto a los vidrios y la chapa, con dolor, alguien va tener que abrir la billetera.