La conferencia de prensa del martes pasado, convocada por el colectivo de Actrices Argentinas, quedará en la memoria de todos. Fue un antes y un después. La denuncia de la actriz Thelma Fardin contra su entonces compañero de elenco, Juan Darthes, desató una catarata de denuncias judiciales o a través de las redes sociales de aquellas víctimas que por años silenciaron el abuso, el acoso, la violación. La exPatito Feo acusó al actor por un hecho ocurrido en 2009, cuando ella tenía sólo 16 años, lo que trajo a escena preguntas que, en ocasiones, suenan a juzgamiento mientras que, en otras, buscan entender: ¿por qué tardo tanto en denunciarlo? ¿por qué no lo contó en su momento? ¿por qué habla recién ahora?
“A la víctima no le es tan fácil hablar… es por eso que muchas veces se tardan años en contar lo sucedido. ‘¿Por qué no contó antes?’ se preguntan y pocos entienden. La realidad es que la víctima debe pasar por un proceso en el cual tiene que elaborar lo que le pasó para darle el significado que realmente tiene. Muchas veces quienes fueron víctimas de abuso sexual no llegan a entender en forma consciente que lo que le han hecho está mal, utilizando el mecanismo de la represión y ‘olvidando’, aquella escena tan traumática”, respondió la licenciada en psicología, Laura Mingo, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
“Las palabras abuso y violación siempre se asocian a trauma y ésto explica porqué se tarda en contar: es necesario tiempo para que la víctima procese y elabore qué es lo que sucedió”, remarcó y explicó que en el psiquismo “no existen tiempos cronológicos y esa herida, quizás ocurrida hace muchos años, aún sigue presente como si hubiera ocurrido ayer, siendo una experiencia con la que las personas viven todos los días”.
El entorno tiene un rol no menor que muchas veces influye en la decisión de la víctima de callar. “Terminan culpabilizándolas bajo la falsa creencia de que ‘seguro se insinuó’”, indicó Mingo y agregó que se pasan por muchos procesos como el “temor a ser culpabilizados como cómplices o provocadores; temor de lo que pueda pasar en el ámbito familiar luego de contar, el sentimiento de culpa y vergüenza o no encontrar a alguien con la confianza suficiente para contar”. Todos factores que influyen a la hora de guardarlo como un secreto.
Los casos intrafamiliares
Que el acoso, abuso o violación sucedan dentro del ámbito familiar es otro motivo más para callar. De hecho, no es casual que los casos de violación que se denuncian más rápidamente son aquellos que suceden con extraños. “Es mucho más fácil contar lo sucedido cuando el abusador es un desconocido que cuando es alguien del entorno cercano a la víctima. Son éstos los casos en los que frecuentemente se tarda en confesar lo sucedido, precisamente porque al venir de alguien cercano se asocia a sentimientos de culpa o de vergüenza”, señaló Mingo.
Además, si el abuso es sufrido en la infancia, “la psiquis, aún en formación, no llega a comprender la gravedad de lo que ocurre y mucho más si el abusador es del entorno familiar, de quien se espera contención amor y cuidado”, remarcó la psicóloga. “En los casos de abuso intrafamiliar se lleva a cabo un proceso en el que el adulto busca el acercamiento a su víctima para ganarse su confianza, utilizando juegos y lenguaje que van teniendo cada vez un aspecto más sexualizado. El secreto es el primer componente de un abuso sexual a partir del cual se inician los abusos; y ante el cual la víctima no habla. Puede ocurrir que no lo haga porque teme que se lo culpe por lo sucedido o por miedo a no encontrar a alguien de confianza que lo defienda. Suele ocurrir también que en el ámbito familiar los abusos son contados y los familiares no creen por lo que la víctima queda en un espacio de vulnerabilidad”.
“Lleva un trabajo psíquico muy grande”
El proceso es largo. “El camino de una víctima desde que sufre un abuso o una violación, hasta llegar a contarlo lleva un trabajo psíquico muy grande. Hay que vencer miedos, resistencias y negaciones hasta elaborar que lo ocurrido no está bien, hasta darse cuenta que la culpa es únicamente del abusador y que no se fue partícipe, ni cómplice, ni provocador”, destacó la licenciada en psicología.
“Recién una vez que la víctima logra autovalorarse es cuando se siente con la entereza de poder contar lo que le ocurrió, es el momento en que está dispuesta a enfrentar todas las consecuencias sociales y familiares que eso implica: dudas, cuestionamientos, reproches, incredulidad y el famoso ‘¿por qué no lo contaste antes?’”.