Ayer, un informe de UNICEF mostró que al menos el 48% de los niños argentinos se encuentra privado de educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura y un hábitat seguro (privaciones no monetarias).
Casi la mitad de los niños en nuestro país se encuentran en peligro de un futuro digno, producto de la ausencia de políticas de Estado capaces de asegurarles un contexto digno de vida para su desarrollo.
“La pobreza es más que la escasez o insuficiencia de ingresos que afecta a las personas o a los hogares. Esto es especialmente relevante cuando se aborda la pobreza infantil, ya que esta tiene características específicas que le dan un sentido de urgencia porque el riesgo de que se vuelva permanente es más alto que en el caso de los adultos y sus consecuencias pueden ser irreversibles. Vivir en pobreza durante la infancia significa no asistir a la escuela ni aprender, saltar una de las comidas o ir a dormir con hambre, no tener zapatos o vestimenta digna, estar privado de atención médica y estar expuesto a enfermedades, vivir en un hogar sin agua potable, electricidad, en espacios inseguros y en condiciones de hacinamiento o enfrentarse a muchas otras carencias”, sentenció UNICEF.
La Región NEA, en la que se inserta Misiones, tiene la segunda mayor incidencia extrema de privaciones no monetarias en niñas, niños y adolescentes. Y la cuarta incidencia total en cuanto a las mismas privaciones.
UNICEF destaca que si bien bajaron los índices en los últimos 10 años, queda claro que las políticas sociales no han sido efectivas por el alto porcentaje que queda afectado por necesidades básicas no satisfechas en la niñez y adolescencia.
Está claro que ni los funcionarios de los gobiernos de turno ni los dirigentes que aspiran al poder han propuesto medidas que tiendan a revertir una grave situación que engloba a miles y miles de niños y adolescentes argentinos. Y que merecen toda la atención sin “grietas” partidarias para abordar una salida concreta antes que discursos grandilocuentes.