Entre el Ejecutivo y el Senado paraguayo se planteó una dicotomía: subir los impuestos para recaudar más o mantener la carga fiscal (una de las más bajas de la región) para ayudar a las empresas en la competitividad.
Se optó por la segunda opción, cuya revisión pasó ahora a marzo de 2019 con la propuesta de una revisión integral del esquema impositivo del vecino país.
En Argentina, como en varias provincias, el razonamiento fue el contrario. “Lamentablemente, una parte de lograr el déficit cero el año que viene, tiene que ver con aumento de los impuestos”, afirmó el presidente Mauricio Macri en la provincia de Córdoba el primer día de noviembre para justificar el incremento impositivo que afectará fuertemente a las empresas argentinas, al empleo y a la competitividad.
Otra vez el Estado aplica el mecanismo más fácil a costa de los privados: les impone nuevos tributos que agobian a cualquier PyME que quiera trabajar en el país. Esas PyME que sostienen el 70% del empleo formal de la Argentina.
Pronto, en este camino que parece ser el inicial en materia de incremento impositivo, para lograr el exigido déficit cero en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, poco o nada les quedará a los privados de competitividad para seguir adelante. Tampoco el Estado podrá hacerse cargo del problema social que se producirá de tanto exigir a quienes no pueden dar mucho más.