“No sabemos por qué lo hizo, sólo reconoció que la golpeó y se quedó callada, no dijo nada más”. Domingo Martín Morales no encontró respuesta de su nuera, sólo tomó a su nieta, la puso a resguardo y fue a buscar ayuda a la policía.
Garupá, con mayor precisión el barrio Villalonga. La primicia de PRIMERA EDICIÓN estaba en las calles y describió el doloroso episodio que este jubilado del Servicio Penitenciario Federal debió atravesar el domingo cuando descubrió a su nieta de dos años rengueando tras la golpiza que le habría propinado su madre de 22 años y pareja uno de sus hijos.
“Mi nieta por suerte está a salvo y se repone con curaciones y analgésicos, su hermana más chica también se recupera y se alimenta sin problemas”, abrió el diálogo Morales con este Diario.
Señaló que el domingo temprano le sorprendió el llanto de su nieta: “Lloraba mucho y cuando la vimos con un pantalón largo y que la madre dijo que la bañó porque se había manchado con aceite el pelo, sospechamos con mi pareja que algo no estaba bien”.
“De mi casa al departamento de mi hijo y las nenas sólo lo divide una escalera. La nena no tardó en llegar a casa y caminaba despacio con mucho dolor. Mi mujer la revisa y nos quedamos paralizados, tenía todas las marcas en las piernas y se puso a llorar asustada”.
Morales remarcó que “estaba raspada, le molestaba y no podía caminar, por eso fui con mi hija hasta el barrio Santa Helena (Garupá) a buscar a la madre de mi nuera. La encontramos y de inmediato me escuchó me pidió que hiciera la denuncia”.
“Yo le mostré las fotos que tenía en el celular de las lesiones y me dijo que la denuncie para cuidar a la criatura (…) la situación es horrible pero algo teníamos que hacer, me dio mucha tristeza, pero de ahí fuimos directos a la Comisaría de la Mujer de Fátima”.
“Una sola vez me había llamado la atención que le gritaba a mi nieta pero no me quise meter, ahora me arrepiento, de todas maneras la cintareada ya era demasiado, se pasó del límite e hice lo que debía”, amplió Morales y destacó que “ella no se resistió a la policía, a la orden del juez, callada se fue en el patrullero. Sólo reiteró un instante antes: ‘Sí, yo le pegué’”.
El contexto de vida de Morales y su familia no escapa a las necesidades de la crisis, pero no le significa un impedimento: “Yo tengo mi jubilación y vamos a poder cuidar a las dos nietas, mi hijo se las rebusca con changas y ahora prometió que va a luchar por un laburo estable, Si lo consigue mejor, para que no les falte a sus hijas”.
“Sigo sorprendido por lo que pasó, porque la madre de las nenas no tiene malos hábitos, no bebe ni se droga, ni siquiera sale a bailar. Espero se reponga y cumpla con la Justicia. Por lo pronto vamos a pedir que nos extiendan la tutela”.
El hecho publicado ayer en exclusiva por este Diario, se produjo el domingo por la mañana y trascendió luego que Morales recurriera a la Comisaría de la Mujer de Fátima, perteneciente a la Unidad Regional X.
El jubilado del SPF de 60 años que solicitó la intervención de los efectivos de la UR-X, ya que en su casa (calles Eleodoro Ojeda y Ramón Díaz) del barrio Villalonga en Garupá se hallaba su nieta con heridas de maltrato y sometimiento.
La niña fue a buscar cobijo de sus abuelos quienes al verla con paso irregular, rengueando y con un buzo puesto que le cubría hasta los tobillos, la abrazaron y revisaron.
Al notar las lesiones, decidieron recurrir a la policía, pero primero fueron a notificarle a la madre de la presunta agresora lo que había sucedido, y que también alcanzaba la sospecha de estado de desnutrición de la hermana de 1 año de la víctima de los cintarazos.
La abuela materna acompañó la denuncia para que las pequeñas recibieran la asistencia necesaria y que la sospechosa fuera aprehendida y puesta a disposición de la Justicia. El sumario policial con las primeras actuaciones del caso llegará hoy al Juzgado de Instrucción 1, a cargo de Marcelo, quien definirá si continúa detenida la presunta agresora.