Emilia perdió a su hijo en un accidente de tránsito y decidió ocupar cada peso que le dio el seguro de vida para construir una nueva salita para los bebés en el Centro Crecer Jugando Semillita de la chacra 147 de esta ciudad.
La salita sera inaugurada hoy y se llamará “Martín pescador”, en homenaje al joven policía, el suboficial ayudante Martín Ezequiel Chavez, que más de una vez pintó las paredes, cortó el pasto o ayudó en los actos de esa guardería del Ministerio de Desarrollo Social donde su mamá, Emilia Castillo, es directora hace once años.
Algunas historias de amor son muy tristes y sin dudas esta lo es, pero Emilia está decidida a seguir adelante y honrar a su hijo. Martín tenía 25 años cuando el 23 de abril del año pasado falleció en un accidente automovilístico.
El duelo es muy difícil, hay días más duros que otros, pero hay que prenderse de los mejores recuerdos, él fue un chico muy bueno y respetuoso. Quiero pensar que es como un ángel que me guía desde arriba. Al donar este espacio para los más chicos me siento bien, porque ellos lo van a disfrutar, eso me hace feliz y me da fuerzas”, contó muy emocionada en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Una huella que queda
Emilia cobró 110 mil pesos del seguro y, cuando aún no sabía qué hacer con ese dinero, compró dólares. “Por ese entonces, el dólar estaba a 15 pesos y los vendimos a 38 pesos para comprar lo necesario para construir. Pudimos levantar una hermosa sala de nueve por tres metros de superficie que estará destinada a los bebés de ocho meses a dos años”, señaló orgullosa.
Según indicó, algunos de sus amigos le dijeron porqué no usaba ese dinero para hacer un viaje u otra cosa que la hiciera feliz. Pero sus dos hijas y su pareja desde hace 16 años la apoyaron cuando ella les contó que quería donar el dinero al Estado a través de la construcción de la salita.
“La institución cuenta con dos salitas, una era para niños de 1, 2 y 3 y la otra sólo de 3. Pero los chicos necesitaban otro espacio, nosotros tenemos capacitaciones y talleres y en cada encuentro decimos que los chicos necesitan su espacio por edades. Entonces, un día les dije a las cuidadoras qué les parecía si conversaba con las autoridades y les proponía donar una sala a nombre de mi hijo. Para mí la plata va y viene, pero me parece que esta obra en su nombre es una forma de permanecer”, indicó.
Según recordó, a su hijo le gustaban mucho los chicos y tenía un don para tratarlos. Uno de sus recuerdos más preciados es una foto de su hijo con los chicos del NENI que está al lado de la comisaría segunda de Eldorado, donde él trabajaba. “Martín los visitaba siempre”, contó.
Una vida dura
A esta mujer la vida le exigió mucho esfuerzo y perseverancia. “Empecé a trabajar a los 18 años como cuidadora materna y llegué a ser directora, amo lo que hago y me siento muy orgullosa de este logro. Comencé desde muy abajo, estudié y crié a mis tres hijos con mucho sacrificio, sufrí mucho para criarlos porque su papá no era una persona fácil. Con mi marido actual, con el que estoy hace casi 16 años, todo es distinto porque es un gran compañero”, admitió.
De alguna manera, trató de unir el amor por su trabajo y el de su hijo perdido, “me pareció correcto construir la salita en su nombre, los chicos lo adoraban”, confesó.
“Tenemos mucha demanda de chicos, muchas veces los padres no traen a sus hijos a la institución para que socialicen o que aprendan a jugar, sino porque tienen garantizado una taza de leche y un plato de comida al mediodía. La situación está muy difícil y tratamos de recibir a la mayor cantidad de niños posible. En la actualidad, tenemos 50 chicos en la guardería y unos 18 de ellos tienen entre 8 meses y dos años. En esa salitada tenemos tres cuidadoras maternales”, detalló.
Seguir adelante
Emilia se aferra a sus dos nietos y sus dos hijas para seguir adelante. Se le dibuja una sonrisa cuando habla de sus nietos, “ mis nietos son como mis caballitos de fuerza que me ayudan a tirar para adelante”, aseguró.
También trata de tener presente a su hijo fallecido a través de los buenos recuerdos, “A veces siento que él preparó todo desde arriba. ¿Sabés que cada vez que voy a verlo al cementerio, llueve? Es como su forma de decirme que no vaya, que no lo busque ahí”.