Algunas personas son como cometas. Pasan por nuestras vidas como una ráfaga de excitación, amor y asombro, después se van y nunca las volvemos a ver, pero quedamos pensando en ellas. Esas personas no pueden ser atrapadas o controladas. Necesitan mantenerse en continuo movimiento, iluminar nuevos y nuevos cielos.
Lamentablemente muchos de los que tienen ese estilo mueren demasiado jóvenes, los echamos de menos y sufrimos su ausencia. Pero los ángeles saben que cada uno de ellos, cuando abandona joven la Tierra, lo hace en un haz de luz que permanece para bien de los quedaron detrás.
Un cometa no desea que lamentemos su desaparición. Estos seres quieren que recordemos la alegría que han transmitido. Quieren que el amor que han despertado siga en nosotros, se acreciente y se derrame hacia otros.
¿Alguna vez fue tocado por una persona cometa? ¿Le ha permitido que se fuera con su halo de luz y amor o se quedó usted lamentándose y sufriendo por su pérdida? Las personas cometas nos enseñan una de las formas más elevadas del amor incondicional y la aceptación.
Cuando piense en esa gente sonría y envíeles una ráfaga de amor. Esto les dará un poco de combustible extra para brillar aún más donde quiera que estén y esa luz y ese brillo regresarán como un reflejo a su propio corazón.
Colabora: María Ysabel Leyes
Abogada- Canalizadora de Ángeles
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