A menudo se afirma que el mayor dolor para un ser humano es la pérdida de un hijo… nada más cierto. Pero el dolor que provoca perder a un familiar y no saber nada de él, ni de su suerte, conlleva una angustia interminable e irreparable.Misiones lidera varios ránking de los buenos y de los malos, y entre los segundos acaba de conocerse que registra la mayor cantidad de desaparecidos en democracia de toda la región desde 2000 a 2014, una evidente falla institucional de principio a fin.Según datos de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas del Ministerio Público Fiscal de la Nación (Protex) dados a conocer recientemente, Misiones es la provincia de la región Nordeste con más desaparecidos:?suma 137. La siguen Corrientes (129), Chaco (120) y Formosa (31).Días atrás parientes y allegados de personas desaparecidas se congregaron en la Plaza 9 de Julio de Posadas para “gritar” en silencio la desaparición sin pistas de sus familiares y amigos. No hubo allí representantes del Gobierno ni de alguna oficina o autoridad competente encargada de la búsqueda de personas cuyo paradero y condición es una incógnita.Madres y padres que se preguntan si su hijo o hija están siendo objeto de torturas, si les dan de comer, dudas y dolores constantes que nunca se van. Poco a poco la fe y las esperanzas de volver a verlos se desvanecen, como la confianza en las instituciones que deberían devolverlos a sus hogares.Para las autoridades la cita pasó desapercibida, al igual que la cifra que arrojó la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas del Ministerio Público Fiscal de la Nación.Hay dos repuestas posibles: una es resignarse al dolor que no se desvanece, un sufrimiento al cual uno nunca podrá acostumbrarse; la otra es que esas madres y padres intensifiquen esa determinación de buscar a sus seres queridos para cambiar esa realidad de injusticia en la que cayeron de manera inesperada. En ninguna de las dos opciones aparece el Estado, el mismo que hace oídos sordos a esas cifras que lo nublan.
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