En muchos casos, la persona que abraza el victimismo crónico termina alimentando el resentimiento y la ira, que desembocan en un victimismo agresivo. Es quien no se limita a lamentarse sino que ataca y acusa a los demás.Hallan consuelo en el lamento. Estas personas creen que son víctimas de los demás y de las circunstancias, por lo que no se sienten culpables ni responsables de nada de lo que les sucede. Lo que les queda es lamentarse. Suelen encontrar placer en el acto de quejarse porque así asumen su papel de “pobres víctimas” y logran llamar la atención. No piden ayuda para solucionar sus problemas, se lamentan buscando compasión y protagonismo. Buscan culpables. Quienes asumen el papel de víctimas eternas, suelen creer que los demás siempre actúan de mala fe. Suelen tener afán por descubrir agravios, sentirse discriminados o maltratados, para reafirmar su papel de víctimas. Incapaces de hacer autocrítica. Están convencidas de que no tienen la culpa de nada. Como la responsabilidad es de los demás, no aceptan las críticas constructivas ni realizan un examen de conciencia que les lleve a cambiar. Los errores y defectos de los demás son intolerables, mientras que los propios son una simple sutileza. Después de todo, las víctimas son ellos. Lo más importante es que estas personas no te arruinen el día descargando su dosis de negatividad y que no te hagan sentir culpable.
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