Si hasta ahora no le ha prestado suficiente atención a su modo de respirar, le recomiendo que comience a hacerlo sin demora, por ser de enorme importancia para su bienestar general y para prevenir y evitar dolencias presentes y futuras”, decía Matají Indra Devi cuando en los ’80 enseñaba Yoga y publicaba libros en Buenos Aires, como el titulado Respirar bien para vivir mejor, del que hemos extraído las enseñanzas expuestas en nuestra nota anterior. Así conoció al destacado (y estresado) periodista argentino Andrés Percivale y lo invitó a cursar el Instructorado de Yoga en su Fundación. Decidido a realizar una “apasionada investigación” sobre las técnicas que le habían devuelto la salud, Percivale emprendió viajes y volcó la maravillosa sabiduría que había adquirido en libros muy accesibles, de los que hemos tomado las siguientes enseñanzas sobre la respiración y el prana.Observamos que las personas alteradas tienen la respiración entrecortada y jadeante, en cambio si están concentradas respiran suavemente, porque entre la respiración y los estados de conciencia hay un vínculo bien claro, aunque en general los occidentales respiramos corta y superficialmente. Además, vemos frecuentes signos de agotamiento en la gente que trabaja en ambientes cerrados y climatizados artificialmente, porque carecen de una fuente imprescindible de vitalidad que son los iones negativos del aire. Ante este panorama, la práctica de la respiración profunda en la clase de Yoga es una tarea higiénica que amplía y refuerza los pulmones, purifica la sangre y favorece su circulación, ayuda a desintoxicar el organismo, masajea los órganos y aleja el miedo y la angustia. Y aún hay más.El nutriente vital más importante que se encuentra en el aire se llama prana en India y chi en China. Según los orientales, es la energía que da vida. Todo lo que se mueve en el Universo es manifestación de prana. Está en el agua, en los alimentos y en la luz solar, pero su principal vehículo es el aire. Moviliza todas las células del cuerpo.La persona con energía abundante irradia una vitalidad y fortaleza que todos los que la rodean pueden sentir. Y la ciencia que enseña a regular y extender la respiración para administrar el prana se llama Pranayama en India, mientras que en China es función del Chi Kung controlar la respiración para que sea relajada y constante según las ocho palabras: sosegada, suave, profunda, larga, continua, uniforme, lenta y delicada. Pero para todo esto es necesario encontrar primero nuestro propio ritmo respiratorio.Las posturas de Yoga acompañadas de respiración profunda actúan efectivamente en el cuerpo físico y en el cuerpo sutil, porque el pranayama posibilita tanto acumular prana como despertar al que tenemos dentro, regulando su flujo con la práctica sistemática para armonizar la mente y el aliento, unir el espíritu con la materia y la energía con la información. Aunque debemos aclarar que los trabajos de pranayama, tal como se practican en las tradiciones orientales y en las escuelas de los grandes maestros, son muy específicos y extremadamente laboriosos. En cambio para nosotros, los occidentales del Siglo XXI, el Yoga comporta un método natural de vida que respeta las leyes del cuerpo, practicando de a poco, con regularidad y prudencia, manteniendo la concentración, sin excedernos ni producir incomodidad, siguiendo las nociones que amorosa y sabiamente nos imparte nuestro profe cuando estamos en la colchoneta, respirando en el ahora, para que nos ayuden en el camino hacia la Paz y la estabilidad mental, hacia la armonía y la libertad saludable y dichosa de cuerpo y espíritu. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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