El primer consejo que escucharon sus padres cuando Gabrielita nació fue “solamente tenganle paciencia. No hagan diferencias, que siempre se sienta como una niña más”. Así lo hicieron. Entonces, esta nena de seis años con síndrome de down hoy vive una vida como la de cualquier otra: va a primer grado en una escuela común -ya pasó por la salita de cuatro y de cinco- y va superando día a día los objetivos junto a sus otros 19 compañeros de grado. Gabrielita no tiene problemas de salud, sólo una pequeña dificultad en el habla, pero se las arregla para darse a entender sin mayores problemas. Su tránsito por la escuela fue casi como el de cualquiera de los otros chicos. El único mal momento que vivió se dio el primer día de clases. “Tuvo una mala experiencia con la mamá de una compañerita, pero fue la única en todos estos años. Ese primer día Gaby se sentó en un banco y la mamá de la nena que estaba al lado le tomó del brazo y se la llevó para otro lado, la cambió de lugar. Eso me hizo sentir un poco incómoda, pero después Gaby la buscó a esa nena y vino a presentármela como su mejor amiga, y con la madre ya no volvimos a tener ninguna diferencia. Lo que pasa es que a veces los problemas los tenemos los adultos, no los chicos”, explicó la mamá de Gaby, Claudia Keller, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.“A toda la institución le sirve tener a una nena como Gaby. A todos nos hace bien tenerla con nosotros y estamos contentos que esté”, aseguró el director de la Escuela 254, Hugo Ecke. “A veces las diferencias las marcamos innecesariamente los adultos y trasladamos nuestros problemas a los chicos que no se hacen tanto drama como solemos hacernos nosotros con tantas diferencias que nos inventamos todo el tiempo. Gabrielita es una nena que le hace bien a la institución”, remarcó.Sin maestra auxiliarLa situación significó un desafío importante en la tarea de la maestra de primer grado D del turno tarde, Yanina Beloni. Ese desafío se mantiene latente. “Ya había tenido algunas experiencias con chicos con problemas de aprendizaje o de una nena con retraso madurativo, pero con una nena con síndrome de down es la primera vez y la verdad que es una experiencia única. Por suerte tengo mucha colaboración por parte de mis compañeros y de los docentes de la Escuela Especial que siempre me están asistiendo. Es algo muy fuerte para mí, una experiencia para la que no estaba preparada, pero enseguida asumí el compromiso, me capacité y busqué ayuda”, contó “la mae” a este Diario.Si bien la necesita, la pequeña no cuenta con un auxiliar que colabore con la docente. “Sería lo ideal, pero es algo muy costoso de sostener y no es posible para nuestra familia”, contó la madre. Sin embargo, en sus avances no se nota. Según su maestra, “cada niño tiene sus tiempos. No se le puede pedir a todos que aprendan de la misma manera ni al mismo tiempo. Entonces, así como tengo que ver distintos modos para enseñarle a Gaby, también tengo que ver otros modos para enseñarle a otros chicos que tienen otros tiempos y que no aprenden como la mayoría. Es una linda experiencia todos los días”, destacó.IntegraciónEn el aula, Gaby es una más. “Al principio a algunos le pareció que ella era diferente, pero fue unos días hasta que la entendieron. Ahora todos se ocupan de integrarla y de que ella se sienta bien, hasta les tengo que parar para que no le hagan la tarea. Hasta ese punto quieren ayudarla, pero yo siempre les explico que ella es capaz de hacer su tarea. Ella es una niña más en el grado”, señaló su maestra.Según confió el director de la institución, no cuenta con el apoyo de todos los docentes en este tipo de decisiones, ya que algunos consideran que los niños “especiales” deberían estar en las “escuelas especiales” y no en las “comunes” con los “niños comunes”. Sin embargo, este establecimiento ha decidido dejar atrás ese tipo de frases y mirar hacia adelante. Entonces asumió el desafío de una educación más integradora. Los resultados obtenidos con esta niña que, según la definen todos es sensible, atenta, observadora, quien además asiste a clases de patinaje artístico y a la Escuela de Títeres, es el vivo ejemplo de que este es el camino correcto.





Discussion about this post