Comienza una melodía de Mendelssohn y sobresale el sonido del violín. El público ha quedado inmóvil para escucharlo, en silencio infinito. Parece algo sorprendente, una música seductora y espontánea se desliza por los pasillos y lo cambia todo. Más tarde, se escuchan unos compases de Joseph Haydn con la risueña sinfonía número 101. "El reloj" deja oír el "tic tac" y nuevamente, cesan todos los ruidos como si una luz analgésica invadiera el salón. Esas representaciones son reales, y se encuentran entrelazadas al maestro Norberto Ricardo García, profesor superior de Música, violinista y discípulo del maestro Humberto Carfi.Para él todo comenzó repentinamente. Fue justo cuando los sonidos del violín llegaron a sus oídos, como casualidad. Uno de sus tíos ejecutó el instrumento y supo que quería seguir sus pasos. "Tenía ocho años, lo escuché a mi tío y quedé fascinado", recordó. La decisión sorprendió a la familia, donde el único músico era ese tío. Pero con el tiempo, el niño demostraría sus habilidades como violinista. Y muy pronto, integraría las grandes orquestas que lo llevarían a recorrer distintos países.En una entrevista con PRIMERA EDICIÓN, García aseguró que la clave se encuentra en los niños y jóvenes "porque si formamos a los niños ellos serán los artistas del mañana. Y construiremos una sociedad más feliz. Al poner el cerebro a trabajar en todo su potencial permite tener una apertura intelectual para otras actividades y desarrollarlas con éxitos", aseguró. Oriundo de Mataderos, Buenos Aires explicó que "la música nos habla de todos esos ideales y siempre de manera descriptiva, sensible y cálida. Nos lleva a los buenos pensamientos, es una forma de educar a la sociedad. En las escuelas debe incluirse, se debe enseñar arte, una materia fundamental que en la Grecia Antigua era esencial. Se enseñaba música, matemáticas y filosofía como la base fundamental en la vida de las personas".De este modo, considera que la música puede mejorar, no sólo la escolaridad sino también la vida en sociedad. Y tuvo en cuenta que en las orquestas se aplica tanto la responsabilidad como el orden. Justamente allí, hay que escuchar al otro o acompañarlo con movimientos lentos o tal vez fuertes, y donde se pone sobre el tapete la capacidad para superar la frustración de lo que un artista cree que es y lo que realmente resulta. Es decir, la música que escucha dentro de sus pensamientos y en definitiva, es capaz de crear.Para el maestro, el arte de interpretar un instrumento debe ser tomado como “un juego donde hay que divertirse, debe ser algo bello, agradable. Las personas tienen que animarse a dar ese pasito y perderle el miedo”. Y puntualizó que “cuando se hace arte, la calidad de vida de la gente mejora en cualquier nivel económico”.Sobre el maestro GarcíaNació en Buenos Aires donde realizó sus estudios en el Conservatorio Municipal de Música "Manuel de Falla" y egresó con el título de profesor superior de música con especialización en Violín. Continuó los estudios bajo la dirección del maestro Humberto Carfi.Poco después, obtuvo una beca de la OEA que lo llevó a Italia. Allí se perfeccionó en la Accademia Chigiana de Siena.En 1974, obtuvo los primeros premios en la selección Armonicus de Buenos Aires; Jóvenes Solistas de Santa Fe y Jóvenes Solistas de Mar del Plata. Y más tarde, integró las orquestas: Juvenil de Radio Nacional, Sinfónica de San Juan, y Filarmónica de Buenos Aires.En 1980 se desempeñó en el cargo de Concertino en la Orquesta Sinfónica de Córdoba. Y actuó como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional Argentina y en Orquestas Sinfónicas de; Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Mar del Plata, San Juan, Tucumán, Resistencia y Asunción. Interpretando tango actúo en Japón como primer violín de la Orquesta Mauricio Marcelli. “Iguazú en Concierto”, dirigió la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de San Martín.Actualmente trabaja con alumnos en Puerto Madryn, Posadas y Villa María, Córdoba.





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