El mes posterior a las elecciones legislativas dejó una sensación paradójica: mientras los mercados buscaron reencontrar un centro de gravedad después del envión inicial que siguió al triunfo de Javier Milei, la política entró en una zona de reacomodamientos profundos. La foto del 26 de octubre fue potente, pero no suficiente para detener el movimiento interno de un país que todavía ajusta sus equilibrios.
En la economía, el impulso inmediato que siguió a los comicios comenzó a disiparse. Tras tres semanas de baja del dólar sin intervención oficial y un salto extraordinario en acciones y bonos, la euforia cedió lugar a un período de selectividad: los inversores tomaron ganancias y volvieron la mirada hacia los fundamentales.
El riesgo país, que había perforado niveles inéditos de los últimos meses, rebotó hasta ubicarse en 651 puntos básicos. Y la expectativa del megacrédito por US$ 20.000 millones que se negociaba vía REPO terminó reducida, al menos por ahora, a un financiamiento más modesto de US$ 5.000 millones.
El mercado, que pareció durante días comprar sin preguntas el rumbo económico, ahora demanda claridad. Algunos sectores se acomodan, otros esperan señales, y en paralelo provincias y corporaciones volvieron a testear el financiamiento externo con emisiones récord en dólares. El intento de dejar atrás la dependencia de organismos multilaterales aparece como horizonte, pero por ahora no como certeza.
Mientras tanto, el dólar mayorista volvió a tensarse tras un breve respiro y la inflación de noviembre amenaza con un leve repunte, impulsada por tarifas, transporte y alimentos. Aun en un contexto de desaceleración, la estabilidad sigue siendo una meta más que un logro consolidado.
Pero quizá la discusión económica más silenciosa -y al mismo tiempo más determinante- es la que rodea al mercado laboral. La Argentina sumó 3 millones de trabajadores en una década, pero lo hizo mayoritariamente por fuera del empleo privado registrado. La mitad del mercado laboral se movió hacia la informalidad y el cuentapropismo, mientras que los puestos privados en relación de dependencia retrocedieron respecto del pico de 2015. La “industria del juicio”, los costos laborales y una legislación que acumula medio siglo sin reformas marcan un límite que ningún gobierno consiguió atravesar. Milei buscará hacerlo ahora, en un escenario legislativo más favorable pero aún inestable.
El consumo, por su parte, mostró un octubre heterogéneo: un leve repunte global, pero con comportamientos muy distintos según el canal. Los autoservicios independientes y el comercio digital se movieron con dinamismo, mientras que supermercados y farmacias retrocedieron. Un mercado que no cae, pero tampoco se normaliza; una demanda que se mueve a tironeos, todavía lejos de una recuperación firme.
En paralelo, la política se reescribe con velocidad. El Gobierno analiza convocar a sesiones extraordinarias antes del 10 de diciembre, con el Presupuesto 2026 como ley insignia y con la intención explícita de tratar reformas en dos etapas: una ahora, otra en febrero.
La novedad central es que el oficialismo ya no llega a ese debate con la debilidad inicial que marcó a su primer año. La Libertad Avanza cuenta con unos 90 diputados propios y, si se concreta el desgranamiento del peronismo, podría convertirse en la primera minoría de la Cámara.
Y ahí aparece el segundo gran movimiento del mes: la crisis de conducción de Cristina Kirchner sobre el peronismo. Lo que durante años fue motivo de disciplina hoy parece diluirse. Rebeldías silenciosas, fugas en Diputados, senadores que ya no atienden a la línea del Instituto Patria y gobernadores que ensayan juegos propios.
Unión por la Patria intenta sostener una unidad que ya no existe y busca un Bloque Justicialista que nacería rengo: Convicción Federal no quiere volver, La Pampa arma lo suyo, Zamora evalúa una salida, y otros esperan el mejor momento para emanciparse.
La derrota electoral del 26 de octubre aceleró un proceso que venía madurando. Sin Cristina en condiciones de definir candidaturas o liderazgos reales, muchos dirigentes del PJ entendieron que la lógica verticalista se agotó. En su lugar asoma un peronismo cada vez más provincializado, más pragmático, menos dispuesto a inmolarse en una estrategia que ya no sienten como propia.
El Gobierno lo sabe. Por eso, Diego Santilli se convirtió en el operador político más activo de estas semanas: reuniones discretas con gobernadores, tanteo de voluntades, acuerdos puntuales a cambio de obra pública, ATN o alivio fiscal. Cada conversación tiene un objetivo final: llegar al verano con el control de las comisiones y con un Congreso menos hostil del que imaginaba la Casa Rosada al inicio del año.
La foto del día después de las elecciones fue contundente pero, como siempre, insuficiente. La Argentina no se mueve por imágenes congeladas, sino por fuerzas de fondo que empujan, tensan y reacomodan el tablero. Milei transita un momento bisagra: con un mercado que exige señales, una economía que busca estabilidad y un Congreso que podría volverse más accesible de lo previsto.
Del otro lado, un peronismo que enfrenta su mayor crisis de liderazgo desde 1983.
En esa tensión -entre lo que se derrumba y lo que intenta consolidarse- se juega buena parte del 2026 que empieza a asomar. No es el fin de ningún ciclo ni el inicio pleno de otro. Es, simplemente, ese terreno inestable donde las placas tectónicas se mueven. Y donde la política, una vez más, debe decidir si acompaña el cambio o queda atrapada debajo de él.
En modo defensa
La política misionera, en tanto, tuvo un capítulo de fuerte densidad institucional y otro de marcado perfil económico. Ambos confluyen en un punto central: la insistencia de Misiones en disputar un lugar más equitativo dentro del esquema federal y en sostener sus motores internos aún en un contexto nacional incierto.
La 22ª Asamblea de Gobernadores del Norte Grande, en Santiago del Estero, fue más que una foto regional: marcó un retorno explícito al diálogo político frente a la Casa Rosada. Los mandatarios de las diez provincias, con asistencia perfecta, pidieron una audiencia formal con Javier Milei para tratar tres temas urgentes: la parálisis de la obra pública, la distribución de fondos nacionales y el Presupuesto 2026.
En esa mesa, Misiones volvió a ocupar un lugar singular. No solo por su agenda de reclamos, sino por la capacidad de Hugo Passalacqua de poner, una vez más, la lupa sobre las asimetrías estructurales. El mandatario habló de la “injusticia geográfica” que arrastra la provincia: menor expectativa de vida, falta de gas, exclusión de la hidrovía, infraestructura insuficiente y rutas estratégicas sin completar. “Sin inversión pública, crecer es muy difícil”, insistió, marcando una línea que compartieron sus pares del Norte.
El gobernador también se alineó con los reclamos comunes: la deuda previsional (un monto simbólico en el proyecto de Presupuesto), la devolución del 0,9% detraído por ARCA, la inclusión de ATN para 2026 y la revisión de fondos ligados a combustibles. En ese punto, Misiones y Corrientes ratificaron el reclamo por las regalías de Yacyretá, un debate que vuelve a escena cada vez que la Nación ajusta los números.
El segundo frente de análisis lo aportó el IERAL, con un dato que reaviva una tendencia ya conocida: Misiones está entre las provincias con menor proporción de trabajadores que aportan al sistema previsional bajo el régimen de Monotributo. Solo el 6% de los ocupados, contra el 10% nacional.
A eso se suma un dato inquietante: el régimen está envejeciendo. Los jóvenes ya no ingresan por el mercado formal; entran por la informalidad. Y los aportes reales son tan bajos que generan un “costo encubierto” similar al de las moratorias. El sistema, en definitiva, se sostiene con una base contributiva insuficiente para financiar sus propias prestaciones futuras.
El contraste llega desde la economía real. El INDEC confirmó que Misiones fue la provincia más exportadora del NEA en octubre y en el acumulado de 2025. No solo eso: fue la única de la región con un aporte significativo en manufacturas industriales.
De los US$ 144 millones exportados por el NEA en octubre, Misiones explicó 54 millones. Y dentro de ese total aportó 15 millones en manufacturas industriales, frente a los cero de Chaco y Formosa y los 4 millones de Corrientes.
Esa singularidad se mantiene en el acumulado anual: 141 millones industriales, muy por encima del resto del NEA. Es una señal contundente: la matriz productiva misionera es más diversa, más intensa y menos dependiente de commodities que la de sus provincias vecinas.
A la vez, el turismo sumó buenas noticias. Hotelero, gastronómico y transporte coincidieron en que el segundo semestre podría salvar el año. Iguazú proyecta 90% de ocupación para el fin de semana largo. En Posadas y otros destinos, los eventos traccionaron lo que la inflación había erosionado.





