La actividad forestoindustrial argentina, considerada un pilar fundamental para el desarrollo del Nordeste Argentino (NEA), sigue enfrentándose a un escenario de crisis. La caída abrupta en la demanda, tanto interna como externa, sumada a los altos costos operativos y la falta de competitividad, llevó a la suspensión de operaciones en plantas clave y a una perspectiva sombría para lo que resta del año y el inicio de 2026.
La situación se agravó progresivamente, obligando a las empresas a operar con una capacidad instalada notablemente reducida y a priorizar la subsistencia por sobre la rentabilidad. La recesión económica nacional y la parálisis de la obra pública impactaron directamente en el principal mercado de la madera: la construcción.
Al límite
La producción forestal en Misiones refleja “con crudeza” la magnitud del problema. Al respecto, Enrique Bongers, presidente de la Asociación de Madereros, Aserraderos y Afines del Alto Paraná (AMAYADAP), dialogó con PRIMERA EDICIÓN y brindó detalles sobre el equilibrio que mantienen las empresas para evitar el cese total de la actividad forestoindustrial.
Bongers señaló que “el sector sigue con muy bajas ventas, tanto en el mercado interno como el externo”. La escasa actividad que se registra se realiza, en gran medida, a pérdida.
“Hay algo de pedidos para exportación de madera rústica, pero tienen precios muy bajos, por ende, no llegan a cubrir los costos. El sector, lo que está tratando de hacer hoy, es no parar, entonces toma las órdenes de compra, exporta como para poder hacer girar la rueda y atiende un incipiente mercado interno haciendo promociones y recibiendo cheques a largo plazo”, explicó.
El referente de AMAYADAP detalló que, si bien en septiembre hubo un breve y leve repunte en el mercado interno, “probablemente impulsado por el contexto inflacionario y el movimiento del dólar”, esa mejoría se disipó rápidamente.
“Ahora cayó nuevamente y nos mantenemos en esta situación: pocos pedidos de exportaciones, y los que hay son a precios muy bajos todavía, además del mercado interno que no está traccionando como debería”, lamentó. La situación se extiende a nivel nacional: según indicó, “corralones de Buenos Aires reportaron muy bajas ventas”.
Capacidad ociosa
Sobre la reducción de la actividad, Bongers estimó que “las empresas están trabajando a menos del 60%” de su capacidad instalada, aunque hay aserraderos que incluso operan a un 50% y hasta un 40%.
Esta capacidad ociosa se concentra particularmente en la línea de producción de mayor valor agregado. “La línea de cepillado casi no está trabajando”, porque los pocos pedidos de exportación que se consiguen (principalmente a Centroamérica) son de madera rústica, seca y de bajo valor.
“Estamos trabajando debajo del 60% de la capacidad instalada de las industrias, teniendo en cuenta un turno de trabajo. Es decir que sobra capacidad ociosa hoy en las industrias de la zona”, sentenció.
Paralización de actividades
La gravedad de la crisis se manifiesta en la paralización de actividades en varias plantas de la región. El dirigente de AMAYADAP mencionó a este Diario casos concretos como el del Aserradero Borgmann en Capioví, quienes son socios de la Cámara y detuvieron sus actividades hace aproximadamente un mes: “Hoy se encuentran analizando la posibilidad de frenar definitivamente, incluso valorando la venta de la planta debido a la falta de mercado y pedidos”.
En el caso de Industrias Montecarlo, una fábrica de palitos de picolé y escarbadientes que se encuentra en Eldorado, “también detuvo sus actividades, afectando a numerosos trabajadores”. Por último, mencionó el Aserradero Aguilar SRL, ubicado en 9 de Julio: “La planta se encuentra sin actividad y su dueño espera poder retomar sus operaciones a comienzos del 2026”.
A pesar del desalentador panorama, la estrategia de la mayoría de las empresas es evitar la reducción de empleados y el cese total de la producción. “En general, no hubo reducción de personal”, afirmó. Los socios están enfocados, indicó Bongers, en la búsqueda de nuevos mercados, productos y opciones que permitan, al menos, cubrir los costos básicos.
Reformas y logística eficiente
Ante la inminente llegada de los meses de baja demanda (diciembre, enero y febrero), donde usualmente los aserraderos paran por vacaciones y mantenimiento, las esperanzas del sector están puestas en el plano político y económico.
Al respecto, el rubro forestal “demanda con urgencia” cambios estructurales tales como la reforma laboral, tributaria e impositiva: “Es fundamental para mejorar la rentabilidad”, planteó Bongers, quien explicó que un aserradero cien por ciento exportador no es viable, ya que acumula gran volumen de IVA a favor y otros impuestos que solo se pueden recuperar realizando ventas en el mercado interno.
Otro de los pedidos es la mejora en la logística, tanto a nivel provincial como nacional. “La posibilidad de que una empresa opere logísticamente en el Puerto Eldorado para emitir el Bill of Lading acortaría los tiempos de exportación y reduciría los tiempos de pago para los exportadores”, concluyó.





