La brecha no es solo económica: también existe entre el relato oficial y la realidad cotidiana. Las estadísticas del INDEC muestran una caída de más de 20 puntos en la pobreza por ingresos. Sin embargo, más de la mitad de los argentinos admite dificultades para afrontar gastos corrientes, y seis de cada diez renunciaron a consumos esenciales o de placer: ropa, vacaciones, ocio, marcas de calidad o servicios de salud.
Lo que las cifras reflejan como “salida de la pobreza” no se traduce en bienestar tangible. Una explicación está en el ingreso disponible: salarios y planes subieron, pero los gastos fijos -servicios, alquileres, expensas- crecieron aún más. Además, el país sigue siendo 25% más pobre que en 2017; jubilados y sectores vulnerables muestran índices superiores a los de hace ocho años. Persiste también la pobreza estructural: hogares apenas por encima de la línea de pobreza viven con ingresos inestables, empleo precario y sin margen para absorber shocks inflacionarios.
Un tercio de los argentinos sigue atrapado en condiciones de vida postergadas: viviendas precarias, empleo informal, baja escolaridad y carencia de servicios básicos. La estadística puede mostrar progreso, pero el termómetro social revela un país cansado y con bolsillos flacos.
En Argentina, las cifras económicas suelen dividir más de lo que explican. La Universidad Católica Argentina, a través del Observatorio de la Deuda Social (ODSA), le puso un signo de interrogación a los datos del INDEC. La UCA advirtió que las estadísticas oficiales “sobrerrepresentan” el alivio social. Según sus estimaciones, las cifras oficiales no reflejan un cambio estructural. El fenómeno, señalan, es más estadístico que real.
El Observatorio apunta a problemas metodológicos que sesgan las mediciones. En primer lugar, el INDEC sigue utilizando canastas básicas elaboradas con patrones de consumo de 2004-2005, desactualizadas frente a los cambios de hábitos y precios de los últimos años. Además, los nuevos instrumentos de captación de ingresos y la menor inflación alteran la comparabilidad con series previas, mostrando un alivio que podría ser exagerado.
Agustín Salvia, director del ODSA, fue claro: “No es que se mienta, pero hay deudas metodológicas históricas que deben corregirse”. La UCA advierte que, en contextos de alta volatilidad, la medición de pobreza por ingresos pierde precisión. Por eso insiste en un enfoque más amplio, multidimensional, que contemple factores como empleo, vivienda, educación y acceso a servicios básicos. Porque un hogar que deja de ser pobre en el papel puede seguir viviendo en condiciones precarias. El contraste no es menor: mientras los números oficiales marcan un progreso, otras estimaciones, como las de la consultora Equilibra, corrigen las canastas y las declaraciones ampulosas y elevan el porcentaje de pobres a más del 43%. Por encima del relato, la pobreza estructural sigue ahí, inmóvil, fuera de los gráficos. En un país acostumbrado a medir sus heridas en porcentajes, la advertencia de la UCA invita a un ejercicio necesario: mirar detrás del número.
La gira de 2001
El mercado cambiario refleja otro tipo de brecha. La gira de Javier Milei y la interacción con el Tesoro estadounidense muestran cómo la condicionalidad externa limita la capacidad del país para diseñar medidas autónomas, estabilizar el tipo de cambio y generar credibilidad. La falta de confianza obliga al Banco Central a gastar reservas para respaldar anuncios, mientras el apoyo foráneo impacta en bonos y riesgo país, generando un alivio temporal, sin resolver los problemas estructurales.
La gira de Milei, su cercanía con el gobierno republicano y las interacciones que podrían derivar más temprano que tarde en una intervención financiera de Washington, llevaron a millones de argentinos a establecer un extraño y angustiante paralelismo con lo sucedido en 2001. Las tapas de diarios de aquella época podrían publicarse hoy sin que casi se noten diferencias.
Al final de estos meses de gobierno libertario, cabe la genuina preocupación por lo que viene, sobre todo si, tras casi dos años de ajuste para todos menos para la casta, esto es lo que tiene para exhibir.
Nuevas banderas anarcocapitalistas
Cuando a principios de mes el Gobierno anunció que, oficialmente, intervendría en el mercado de divisas, bajó la última bandera del anarcocapitalismo que le quedaba en pie.
Fue quizás una de las derrotas más vergonzosas del ciclo libertario en lo que va del año, junto con la estrepitosa caída en Buenos Aires. Con el Banco Central trabajando como broker del Tesoro, a casi nadie se le ocurrió que el Gobierno encontraría nuevas formas de quebrar sus propios topes ideológicos… pero llegó la tarde del viernes.
En un increíble giro más propio de la gestión anterior, el BCRA volvió a generalizar la restricción cruzada que impide operar simultáneamente en el mercado de cambios oficial y en los dólares financieros.
Parece insólito que, en apenas meses, el ampuloso discurso sobre la libre flotación haya sucumbido y hoy los libertarios deban defender las restricciones cambiarias que tanto criticaron. Libre mercado, anarcocapitalismo y cepo cambiario, LLA ya no podrá hablar de esas cosas sin sonrojarse.
El “rulo” es para muy pocos
El Gobierno generó US$ 1.500 millones en ganancias para las grandes exportadoras agropecuarias con la medida de retenciones cero, beneficiando principalmente a soja y subproductos.
La norma favoreció a las compañías más grandes del rubro, como Bunge, Cargill y LDC, sin trasladar beneficios a los productores. Pero por sobre esa polémica se instala otra todavía peor: esas operaciones se declararon incluso sin contar todavía con la mercadería. Es decir, hubo registros anticipados de soja que ni siquiera fue sembrada, lo que permitió que los exportadores más poderosos se aseguraran embarques futuros con alícuota cero.
Al momento de comprar la producción a los chacareros, aplicarán el descuento equivalente a la retención del 26% que ya volvió a estar vigente. Esa diferencia queda en manos de las compañías, no del productor ni del Estado.
El exasesor económico de Javier Milei, Carlos Rodríguez, fue enfático al cuestionar el diseño de la eliminación temporal de retenciones. “La gente de campo no recibió nada. Se gastaron más de 1.500 millones de dólares en un negocio que favoreció a unos pocos grandes exportadores. La gente de campo no recibió nada”, afirmó. “Para eso hay plata -cuestionó-, pero para comprar remedios para enfermos terminales no hay. ¡Típico de la mesa de dinero que maneja la economía!”. “Encima van a poner casi 10 billones de pesos en el mercado. No sé qué harán los suertudos con esa liquidez”, remató.
Todo lo escrito hasta aquí podría resumirse en la siguiente cita: “Uno ve que cada vez hay más experiencias de empobrecimiento en la mayoría del pueblo argentino, con una concentración de la riqueza en un pequeño grupo”. La frase pertenece al padre Alberto Barros, vicepresidente de Cáritas Misiones entrevistado por este medio tras la difusión de los datos de pobreza.
Desafíos
Volviendo al rubro exportador, aunque ahora sin polémica, vale destacar un reciente informe del instituto IERAL que revela que en lo que va del año las exportaciones de Misiones aumentaron 14% con relación a igual período del año pasado. Totalizando 352 millones de dólares hasta agosto, la provincia volvió a liderar en el NEA.
En otro orden las tensiones cambiarias alentadas por los temblores del Gobierno nacional dejan efectos a nivel local. Federico Panozzo, vicepresidente de la Cámara de Comercio e Industria de Posadas (CCIP), dijo a este medio que con el dólar alto los consumidores comienzan a percibir que ya “no conviene” cruzar a Encarnación, aunque se trata de un fenómeno temporal. Frente a ello reclamó una política nacional de fondo, como una zona aduanera especial para Misiones, que atienda las particularidades de la región. Panozzo destacó que el 80% de las ventas locales se sostiene con los programas “Ahora”, claves para financiar en cuotas y mantener la actividad.
En el frente político, el gobernador Hugo Passalacqua participó en el XXVIII Foro Iberoamericano de Garantías y Financiamiento para PyMEs en Bariloche, donde, junto a otros jefes de distrito, coincidieron en los reclamos a la Nación. Muchos de esos reclamos quedaron expuestos en el Presupuesto nacional 2026.
El ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán, lo analizó y sopesó que contempla muy pocas obras para la provincia: solo la continuidad de la Autovía 105, la ruta 12 en San Ignacio, mejoras en el Centro de Frontera Posadas y acceso al Parque Iguazú. Sobre transferencias, señaló un incremento del 30% en gastos geográficos por servicios estatales, pero criticó que las partidas para cajas previsionales no transferidas son muy bajas y su cálculo depende de datos atrasados de la ANSeS, lo que dificulta su cumplimiento.
Con todo, desde Bariloche el mandatario misionero se mostró dispuesto a abrir canales de diálogo pese a que la Nación hace crecer su fama de “mal pagador”.
Justamente frente a esa fama del poder central es que, a menos de un mes de las elecciones, el candidato renovador Oscar Herrera Ahuad centralice su campaña en las soluciones que deberán darse sobre los daños de la desregulación libertaria: INYM, economías regionales, salud y educación pública serán los conceptos que más se repetirán desde ahora y hasta el 26 de octubre.







