En la apertura de la semana cambiaria, el dólar blue subió cuarenta pesos y llegó a los $1.340, marcando un nuevo récord en el mercado informal. El oficial minorista avanzó hasta $1.295 en el Banco Nación, apenas por debajo del máximo nominal alcanzado días atrás. En tanto, el dólar contado con liquidación se ubicó en $1.279 y el MEP en $1.275. El mayorista cotizó a $1.265,50.
En este contexto, el diagnóstico de los analistas es unánime: el Gobierno dejó atrás el esquema de ancla cambiaria. La política oficial ya no busca frenar la cotización del dólar, sino administrar las tensiones que impone un mercado volátil, sin financiamiento externo y con una inflación que repunta.

Desde Eco Go, señalaron que el cambio no fue planificado, sino impuesto por la dinámica del mercado. A pesar de una liquidación récord del sector agroexportador, el Banco Central y el Tesoro no intervinieron con compras de divisas durante la semana. Las reservas no crecieron y el uso de dólares se concentró en el pago de vencimientos con bonos Globales y Bonares por u$s4.300 millones.
La economista Milagros Gismondi, de la consultora Cohen, afirmó que el Gobierno “permitió que el tipo de cambio supere el centro de la banda” a comienzos de julio, convalidando operaciones por más de u$s1.200 millones. A eso se sumó una compra anterior de u$s200 millones a fines de junio. Ambas decisiones ratifican que la estrategia dejó de centrarse en contener al dólar a toda costa.
“El tipo de cambio ya no es una ancla”, afirmó Gismondi, y detalló que la inflación, que había bajado al 1% mensual en mayo, se aceleró en junio hasta el 1,9% y se proyecta cerca del 2% para julio.
Entre los factores que aceleraron la presión cambiaria se mencionan el pago de aguinaldos, la demanda de dólares para turismo y la cobertura de productores agropecuarios. En paralelo, el FMI advirtió sobre la necesidad de fortalecer las reservas y garantizar estabilidad externa, lo que fue interpretado como una presión adicional sobre la política cambiaria.
Desde Eco Go identificaron tres hechos clave que explican el cambio de clima: un fallo adverso en Nueva York que obliga a garantizar acciones de YPF, la decisión del MSCI de no mejorar la calificación de Argentina, y la recomendación de un banco internacional de cerrar posiciones en pesos.
En este contexto, el Tesoro endureció las tasas de instrumentos en pesos: varias Lecaps de corto plazo convalidaron rendimientos efectivos por encima del 36% anual. El financiamiento se encareció y la actividad económica comenzó a mostrar signos de agotamiento.
Según Gismondi, los datos de actividad confirman una desaceleración. El EMAE de abril creció apenas 1,9%, sin superar niveles de febrero. En mayo y junio se verificaron caídas en el despacho de cemento, recaudación del IVA, construcción y patentamientos. El REM de junio anticipa un crecimiento del PBI de solo 0,4% para el segundo trimestre.
Mientras tanto, el promedio mensual de liquidaciones del agro bajará de u$s3.000 millones en julio a menos de u$s2.000 millones en agosto, según estimaciones privadas. De agosto a octubre, se esperan ingresos mensuales por debajo de u$s1.000 millones. La cobertura cambiaria anticipada se transformó en una fuente de tensión adicional.
(Fuente: IP profesional)







