
Aunque el programa gratuito de formación para motociclistas que ofrece Oberá recibió una gran valoración por parte de sus participantes y se consolida como una herramienta para garantizar la conducción responsable, aún no es obligatorio cursarlo para iniciar trámites de la licencia de conducir.
A dos años de su implementación, especialistas en seguridad vial consultados por este Diario insisten en que se trata de una oportunidad desaprovechada para reducir siniestros que involucran a motociclistas, los cuales siguen siendo la principal causa de fallecimientos en accidentes de tránsito de Misiones. En lo que va del año, oficialmente se informaron 48 muertes ocurridas en accidentes de moto, sobre un total de 83 fallecidos en choques y colisiones. Se estima que los números reales de los casos es mucho mayor.
No obstante, a pesar de la solidez del proyecto y su gratuidad total -incluye uso del vehículo, combustible, indumentaria y materiales-, la asistencia a la motoescuela no es obligatoria para obtener el carnet por razones de logística y recursos humanos: cuentan con tres motos y dos instructores.
“No implementamos que sea obligatorio por la cantidad de actividades que realizamos desde este departamento, por nombrar algunos: charlas en escuelas primarias, dividido en dos o tres grupos dependiendo el establecimiento y la cantidad de alumnos”, dijo a PRIMERA EDICIÓN el instructor Jorge “Coqui” Cardozo, ya que, si el cursado en la escuela fuera obligatorio, la demanda no solo colapsaría sino que no darían abasto los recursos humanos y además se generaría un cuello de botella importante para hacer los trámites.
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Enfoque del proyecto
Desde 2023 la motoescuela funciona en un predio cerrado y controlado, donde los instructores capacitan gratuitamente a quienes desean aprender a manejar de manera segura.
“Contamos con tres motos que ponemos a disposición de los alumnos, junto con guantes, coderas, rodilleras y chalecos reflectivos”, detalló Cardozo en otro tramo de la nota. Las clases son grupales, con cupos de hasta 18 personas divididas en equipos de seis, y constan de ocho encuentros que combinan teoría y práctica.
“Al comienzo hacemos reconocimiento del vehículo y trabajamos los tipos de seguridad activa, pasiva y preventiva. Eso les da confianza para subirse a la moto con otra actitud, más consciente”, explicó Cardozo.
En el área práctica, el aprendizaje es progresivo, pensado incluso para quienes nunca manejaron una motocicleta. El único requisito previo es saber andar en bicicleta.
“Primero les hacemos practicar el equilibrio, sentir el peso del vehículo y subir y bajar los pies. Después comenzamos con maniobras más complejas como el zigzag entre conos, uso correcto del freno, la luz de giro, el retrovisor y los cambios de carril. Todo lo que después se necesita en la vía pública”, afirmó.

Y luego agregó que uno de los principales objetivos del programa es romper con malos hábitos instalados entre motociclistas, como circular por la derecha cuando deben hacerlo por la izquierda.
“Acá empezamos de cero, aunque tengan experiencia. Lo importante es que egresen con buenos hábitos y sabiendo cuáles son sus derechos y obligaciones”, insistió Cardozo.
Entre los errores más frecuentes que detectan en los aspirantes, mencionó la mala postura sobre el vehículo y el olvido de acciones básicas como levantar la “patita” antes de iniciar la marcha.
Para eso, aplican una técnica sencilla pero efectiva: “Les enseñamos el ‘Padre Nuestro del motociclista’”, dijo con humor.
Y describió: “Primero el casco bien abrochado, segundo la mano en el freno, tercero la montada, y cuarto, levantar la patita. Así no se olvidan”.
Una vez finalizado el curso, los alumnos aún deben cumplir con los requisitos formales del trámite, como completar el formulario, la ficha médica, el pago de la tasa y el examen teórico.




