El dólar volvió a marcar un récord nominal este miércoles y encendió nuevas alarmas en el mercado financiero. La cotización minorista subió $10 y cerró en $1.245 en el Banco Nación, aunque durante la jornada llegó a tocar los $1.255. El dólar blue acompañó la tendencia alcista y también trepó a $1.245, mientras que los dólares financieros avanzaron con fuerza: el contado con liquidación (CCL) cerró en $1.243 (+0,8%) y el MEP en $1.238 (+0,5%).
La suba se produce en un contexto de aparente estabilidad macroeconómica —con inflación en retroceso, cierta disciplina fiscal y política monetaria contractiva—, pero que convive con señales crecientes de desequilibrio externo. En particular, el déficit de cuenta corriente volvió a niveles preocupantes y, según advierten los analistas, esto pone presión sobre el tipo de cambio y complica la acumulación de reservas del Banco Central.

Un frente externo que se deteriora
En el primer trimestre del año, el país registró un déficit externo de 5.191 millones de dólares, el primero desde el inicio de la actual gestión. El deterioro fue impulsado por dos factores clave: un repunte en las importaciones y un déficit récord en la cuenta de servicios, especialmente por el turismo.
El saldo comercial arrojó un resultado positivo de 2.060 millones de dólares, pero las importaciones crecieron 34% interanual, mientras que las exportaciones solo aumentaron 7%. Por su parte, la cuenta de servicios marcó un rojo histórico de 4.502 millones, con un salto del 388% en el déficit turístico. Para los economistas, este fenómeno refleja una demanda externa reactivada y mayor poder adquisitivo en algunos sectores, pero también responde a una flexibilización del cepo cambiario que volvió más accesibles los consumos en el exterior.
Tensión cambiaria y clima preelectoral
Los operadores financieros coinciden en que la estabilidad del tipo de cambio oficial está sostenida por factores transitorios. Según Camilo Tiscornia, director de C&T, “el atraso cambiario, el fin del pico de liquidación del agro y el próximo pago de u$s4.500 millones a bonistas generan expectativa de suba”. A ello se suman otros ruidos recientes: el fallo en contra del Estado por la estatización de YPF, la falta de mejoras en la calificación de riesgo país y la recomendación de JP Morgan de salir de las Lecap.
Gustavo Ber, por su parte, cree que la cotización del dólar podría continuar con un reacomodamiento gradual, sin sobresaltos que alteren el sendero de desaceleración inflacionaria que hoy constituye el principal activo político del Gobierno.
Desde Portfolio Personal Inversiones coinciden en que, tras el 22 de julio —cuando finalice el ingreso fuerte de dólares del agro—, podría intensificarse la presión alcista. “Se espera una mayor demanda por turismo e importaciones, en un contexto donde la formación de activos externos también podría crecer por motivos electorales”, señalaron.
Tasas en alza y escasez de pesos
El avance del dólar se da en paralelo a una fuerte contracción de la liquidez en pesos. El pago de aguinaldos, impuestos y la finalización de esquemas transitorios provocaron un salto en las tasas de caución, que llegaron a niveles similares a los de los plazos fijos.
La estrategia del Gobierno apunta a mantener tasas reales positivas como ancla cambiaria, pero este encarecimiento del dinero también afecta la actividad y el financiamiento del Tesoro. En la última licitación, solo se logró renovar el 60% de los vencimientos en pesos, lo que para los analistas de Mega QM muestra los límites de la estrategia monetaria actual.
Reservas, deuda y dólar futuro: un equilibrio frágil
El Banco Central sostiene la paridad cambiaria oficial con tasas elevadas, intervenciones en el mercado de futuros y ventas netas de divisas. Aunque el Tesoro comenzó a comprar dólares para fortalecer las reservas, estas medidas no alcanzan para revertir el deterioro estructural. Mega QM alertó que en mayo el BCRA incrementó su posición vendedora en futuros, un dato que generó inquietud en la City.
A mediano plazo, la apuesta oficial es que los ingresos por Vaca Muerta y la minería compensen el déficit externo, pero estos flujos todavía no se materializan. En paralelo, los compromisos de deuda y la demanda de divisas del sector privado siguen siendo elevados.






