Cuando nos duele alguna parte del cuerpo, como por ejemplo el estómago, lo más probable es que pensemos que comimos algo que nos hizo mal. Si nos duele la cabeza pensamos que estamos incubando algún resfrío. Pero pocas veces observamos que esto pueda deberse a la tensión emocional que acumulamos en nuestro cuerpo.
Todos somos cuerpo y emoción. Está muy bien consultar al médico ante una dolencia, y que este determine lo que debemos hacer para sanarnos.
Pero también es necesario observar cómo nos estamos cuidando y nuestras emociones. ¿Comemos sano? ¿Hacemos ejercicio? ¿Nos permitimos sentir las emociones? ¿Damos tiempo a nuestro cuerpo a descansar? ¿Vivimos con quien queremos? ¿Trabajamos en lo que nos gusta?
Se ha demostrado que dolores crónicos han obtenido grandes resultados al trabajarse tanto a nivel médico como psicológico, pues en muchos casos se trata de somatizaciones. Episodios que han quedado bloqueados emocionalmente en nosotros y que, tarde o temprano, encuentran la manera de manifestarse, aunque sea de manera corporal.
A veces vamos al médico esperando una pastilla milagrosa que nos quite los dolores, cuando en realidad tenemos que mirar más profundamente para encontrar “eso” que está provocando el conflicto en nuestro cuerpo.
¿Qué es realmente lo que nos duele? A veces es más fácil sentir el dolor en alguna parte de nuestro cuerpo que en nuestro corazón.
Recordemos la frase: “El cuerpo grita lo que la boca calla”.
Hoy podemos observar esas tensiones crónicas que tenemos y que están ahí pidiéndonos que le prestemos atención. Quizás sea una sensación que nos abra las respuestas a muchas preguntas que estamos haciéndonos.
O simplemente escuchar que estamos aguantando mucho y que es momento de soltar esa mochila que cargamos y que ya pesa mucho.
Abrazáte, queréte, y priorizáte. Bendiciones.
Profesora Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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