Fernando Axel Pensotti (23) abrió el lunes, el juicio oral que lo tiene como único acusado de matar para robarle al taxista Carlos Alberto Amarilla (61), con la afirmación que era “herrero y panadero”. Justamente ayer y antes de ser trasladado de la Unidad Penitenciaria VI del SPP a la sala de audiencias del Tribunal Penal 2, se le halló entre la ropa un trozo metálico con la punta afilada, una “chuza o púa”, arma tumbera que se intentará saber el porqué la tenía consigo y cómo la fabricó, pero fundamentalmente qué uso habría premeditado.
El descubrimiento de la “chuza” generó que se refuerce la custodia de Pensotti camino al Tribunal de calle San Martín y adentro del mismo, mientras se realizaba la segunda jornada de debate (ver abajo).
De los cinco testigos que declararon ayer, fue la pareja del supuesto cómplice de Pensotti (desvinculado de la causa porque al 31 de marzo de 2017 tenía 15 años y fue declarado no punible por la Justicia de Menores) quien mayor tensión sumó a la jornada al remarcar que se sentía “amenazada y atemorizada porque desde entonces pasan cosas muy raras”. Resumió: “Tengo mucho miedo, temo por mi vida desde que mi pareja me contó que Axel (Pensotti) se había mandado una macana grande, una cagada. Fue esa noche (tras el homicidio) que ellos volvieron a casa y que discutían”.
“Yo estaba embarazada y mi esposo me contó el quilombo, que Axel le disparó al taxista mientras forcejeaban. Axel escuchó esto y me amenazó: ‘No vayas a soltar la sopa, no se te ocurra botonear porque la vas a pasar mal y te vas a arrepentir, vas a pagar los platos rotos’. Mi pareja le aclaró que siempre me contaba todo lo que hacía, que era de su confianza. Yo me encerré en la pieza con mi hijo porque me descompuse del susto”.
La declaración fue interrumpida con el pedido de Miguel Ángel Varela, defensor de Pensotti para que este abandonara la sala y la joven culminara su versión ya que estaba notoriamente nerviosa y la voz le salía baja y entrecortada. Ya con el uso de un equipo de audio y sin el acusado a la vista, pudo continuar y ampliar que siente temor también porque “en el barrio (Giovinnazo) gente desconocida siguió preguntando por mí, incluso durante los últimos días y algunos remiseros daban vueltas”.
La vecina cuyo testimonio facilitó ubicar a los sospechosos y luego rastrillar el barrio Giovinnazo y la zona de la usina de EMSA, alrededores de las avenidas 210 y Cocomarola (detrás del autódromo), declaró también ayer y recordó que vio a los jóvenes caminando rápido y fuerte entre las 22 y 23 del día del crimen y pocas horas después fue solicitada como testigo del allanamiento a la vivienda del adolescente involucrado. “Debajo de un colchón encontraron varias partes de armas de fuego tipo tumberas”.
“Era intachable”
Carlos Nelson Galeano (57), pudo haber sido la última persona, además de los atacantes, en ver con vida a Carlos Amarilla. También taxista con base en la terminal de colectivos de la avenida Santa Catalina, relató la noche del viernes 31 de marzo de 2017 cuando dos jóvenes le solicitaban el viaje a su colega de oficio.
“Era el primer viaje del turno, los dos muchachos subieron y salieron en dirección avenida Quaranta hacia Cocomarola (…) No lo volví a ver y fuimos durante quince años compañeros de trabajo. Amarilla era un hombre intachable. Nunca estuvo en algún problema grave, siempre llevaba el dinero en el bolsillo de la camisa, era muy bueno y claro, no ocultaba nada. Siempre de zapatos, pantalón de vestir y camisa limpios, bien puestos. Era muy trabajador”.
Los últimos cinco testigos deberán declarar hoy, de acuerdo a lo informado, por lo que la audiencia de alegatos de partes y veredicto se corrió para mañana.
Reforzaron la seguridad
No se pudo determinar cuál fue el motivo o plan que Fernando Pensotti baraja en la Unidad Penitenciaria VI “Procesados”. Ayer en la requisa previa a su traslado a la sala de debates del TP-2 de calle San Martín casi 25 de Mayo, los efectivos del Servicio Penitenciario Provincial le descubrieron una “chuza o púa” de 20 centímetros de largo escondida en la ropa.
El hallazgo del arma “tumbera” en poder del acusado obligó a doblar el número de agentes que lo custodian. Ahora son diez. Cuatro dentro del recinto lo rodearon durante toda la audiencia. Los demás se desplegaron en los accesos junto a efectivos policiales.